Capítulo 34: Dame tu corazón, lo cuidaré por ti.

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«No amo a medias, no está en mi naturaleza».

-Jane Austen.

Dominic manejaba. El traje negro se ceñía a su figura y resaltaba su encanto natural. Era el chico más hermoso que había visto en su vida.

Recordó su conversación con Vinnie y, desde entonces, se preguntó si estaba enamorada de Dominic. Tan profunda, ridícula y abismalmente enamorada de él.

Porque si no era así, ¿por qué las letras de las canciones cobraban sentido con él? ¿Por qué temer desaparecer en la oscuridad de lo incierto si dejaba de mirarlo? ¿Cómo detener los rápidos latidos de su corazón cuando estaba cerca, o buscar alguna señal de vida cuando no lo estaba? ¿Cómo pensar en él y no imaginar toda una vida a su lado?

No quería darse cuenta demasiado tarde de que lo amaba.

—Hablará con Drew y conmigo.

Lauren se agobió tanto con sus propios pensamientos que intentó suavizarlos a través de una conversación.

—¿Quién hablará con ustedes, amor? —cuestionó, perdido.

Colocó una mano sobre el muslo de Dom, mostrando más afecto de lo habitual.

No fue fácil para ella, pero con el tiempo aprendió a confiar en Dominic. Para él tampoco era sencillo lidiar con sus momentos de inestabilidad, pero seguía allí, a su lado. Lauren prometió corresponder a su apoyo.

—Mi madre.

Dominic la miró de reojo e inquirió:

—¿Cómo te hace sentir eso?

Ella sonrió. Dios, lo am— adoraba.

—¿Cómo se sentiría Drew?

—Eso no fue lo que pregunté, Laurie.

—Sí, es solo que... uh, no lo sé. —Rió, incómoda.

—¿Tú quieres hablar con ella?

—Si Drew lo hace, yo también.

—¿Estás diciéndome que lo harás incluso sin quererlo, solo por la decisión de otra persona? —preguntó, descontento—. ¿Y qué pasa con lo que sientes tú? ¿Acaso no cuenta?

Lauren no esperaba ser reprendida.

—Estoy diciendo que sería más fácil tener a Drew ahí. Estar con alguien que está pasando por lo mismo que yo y no sentirme tan... sola. Me vuelve una horrible persona.

—¿Por qué te vuelve una horrible persona?

Poco a poco, se acercaban a la casa privada de Dominic en la playa.

—Buscar personas que estén pasando por lo mismo que yo solo para no estar sola es un poco jodido.

—No lo es. —Colocó la mano libre sobre la de ella y le dio un ligero apretón—. No buscas que alguien más pase por lo mismo que tú, solo buscas no estar sola en el proceso.

»Saber que hay personas en el mundo que han vivido experiencias similares es reconfortante y edificante. Nos permite encontrar consuelo y esperanza en la comprensión mutua, en el apoyo y en la simple compañía que brindamos unos a otros.

—Dom, no puedes decir todas esas cosas y no esperar que me enamore de ti. —Las palabras le brotaron tan rápido de la boca que no tuvo tiempo para reflexionarlo. Su lengua fue más veloz que su cerebro.

Se arrepintió tan pronto como Dominic estacionó el automóvil, se giró hacia ella con rapidez, la tomó por la nuca, la acercó y murmuró, viciado:

—¿Qué acabas de decir?

Divinos Dioses HeridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora