Capítulo 40: Vivirás por siempre.

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«...».

Livia Ferrara se quitó la vida en la madrugada del 20 de abril de 2024, apenas diez días antes de cumplir veintidós años. Esa noche, se dirigió a Luxus sin informar a su psiquiatra, familiares, amigos o novio. Paseó por las calles de Montecarlo, envuelta en un vestido de seda con una caída elegante adornada con toques dorados y diamantes. Peinado impecable, joyas resplandecientes, maquillaje exquisito, tacones afilados y un inmenso vacío. El mismo vacío que la atormentó desde el año anterior y causó estragos en su vida.

Antes de entrar al lugar, los elogios por su glamour y belleza llovieron sobre ella. Era joven, hermosa y llena de vida. Sin embargo, estaba sola, vulnerable ante las miradas inquisitivas y maliciosas. Era una hermosa chica en busca de su última gran aventura.

Livia falleció a las tres cuarenta y cinco de la mañana debido a una sobredosis de drogas. Livia, que durante meses luchó contra la depresión y la ansiedad. Livia, que intentó una y otra vez hasta no soportarlo más. Livia, que una vez amó la vida con pasión, se hallaba en un lugar oscuro del que no escaparía.

Nadie estaba preparado para escuchar una noticia como esa. Despertar a las cinco de la mañana con una llamada telefónica de un número desconocido, solo para descubrir que tu mejor amiga cometió suicidio, era algo desalmado.

—¿Hola? —Lauren ignoró la llamada la primera vez, pero la persistencia de la persona al otro lado fue suficiente para que respondiera. Confundida, luchó por mantenerse despierta—. ¿Quién habla?
   
—¿Señorita Russo? —Una voz femenina, ligeramente ronca pero firme, resonó al otro lado de la línea—. Le llamamos desde el Centre Hospitalier Princesse Grace. Lamentamos informarle que Livia Ferrara ha sufrido un grave accidente esta madrugada del 20 de abril, y usted figuró como la primera persona en su lista de contactos de emergencia.
   
Thud.

—¿Qué? —Le costó demasiado concentrarse. La cabeza le daba vueltas y el corazón le latía con fuerza. Seguramente estaba en medio de una pesadilla.

—Señorita Russo, lamentamos informarle que Livia Ferrara falleció esta mañana por una sobredosis de drogas. Es crucial que acuda al hospital lo antes posible y notifique a su familia sobre lo sucedido.
   
Thud.
   
En ese momento, comenzó a flotar.

Sus extremidades se desprendieron: primero las manos, luego los brazos, el torso, las piernas y los pies... cada parte quedó suspendida en el aire.

El celular se le escapó de las manos y escuchó la voz de una mujer al otro lado de la línea. Las palabras, no obstante, sonaron distantes y extrañas. La mujer mencionó algo importante sobre Livia, pero no logró racionalizarlo.
   
De manera distante, observó cómo sus manos retiraron las sábanas que yacían sobre su regazo. Vio sus piernas apresurarse hacia la salida y dirigirse hacia la habitación de su hermano. No comprendía qué sucedía ni en qué momento colgó la llamada.

Abrió la puerta con brusquedad. ¿Por qué la empujó así? ¡Drew se despertaría! Pero entonces se encontró moviéndolo con la misma fuerza con la que entró en la habitación. Mientras lo sacudía, su boca articuló... ¿qué cosa? ¿Por qué no lograba comprenderse a sí misma?

El rostro de su hermano se llenó de horror. Se levantó de la cama y se vistió con celeridad. Ella... ¿cuándo se cambió de ropa?

Mierda. La cabeza le punzaba, no respiraba y el mareo la invadía. Alguien tenía que despertarla con urgencia. No sentía su cuerpo. Por favor, que alguien...
   
—¡LAUREN! —El grito fue tan estruendoso que se sorprendió a través del cristal en el que vivía la situación. No le gustaba que Drew le gritara.

Divinos Dioses HeridosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora