12. Lo que el alma no puede ocultar

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Dalí abre la puerta, despreocupado, con los vasos de jugo en la mano

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Dalí abre la puerta, despreocupado, con los vasos de jugo en la mano. Está más calmado, al parecer, pero es él ahora que está confundido. Dalí se detiene en seco cuando lo ve de pie frente a la computadora. Lo mira, y en los ojos de Dalí ve que tiene miedo. Está asustado porque ahora sabe la verdad. Pero siempre la supo. Ya lo sabía, pero se había quedado callado para respetar las decisiones del chico.

—¿Por qué mientes? —pregunta, sin rodeo.

La pregunta hace que Dalí se quede en silencio unos momentos, y es cuando se percata que tal vez fue imprudente.

—Lo siento por revisar tú computadora. No era mi intención, ella se encendió y... bueno, lo vi.

—No tienes porque disculparte —Dalí tiene una mirada triste.

Se pregunta si realmente fue buena idea hacer lo que hizo.

—Sí debo. Después de todo irrumpí en tu espacio.

Dalí lo mira con una sonrisa triste.

—Perdóname también por la rudeza de mi pregunta.

—¿No te cansas de disculparte?

—No cuando debo hacerlo.

—Entiendo...

Se quedan callados unos segundos, y es incómodo. En el aire flota una presión que no le gusta para nada. Él sabe que pese a que Dalí diga que no importa, realmente sí lo hace. Lo hace y mucho. Sino no hubiera mentido desde un principio. Camina despacio hacia la cama y se sienta con mucho cuidado al lado de Dalí, y éste le extiende uno de los vasos.

—¿Por qué te mientes a ti mismo con la música?

—¿A mí mismo?

—Sí. A ti. Es cierto que me mentiste, igual no tenías porque decirme la verdad, pero, al que realmente te haces daño es a ti diciendo que no te interesa la música lo suficiente.

—¿Al menos mentí bien?

—Para nada —ambos ríen, leve, pero lo hacen—. Cada que hablas de ello, y  cuando tocas y cantas demuestras todo lo que te apasiona. ¿Es por eso que estás interesado en entrar en esa universidad de música? —señala con la cabeza a la laptop que reposa encendida en el escritorio.

—Es lo que más quiero en este mundo —y de nuevo aquella emoción en su voz—. Desde hace unos años que he querido entrar. Eso o firmar con una disquera.

—¿Y por qué no lo haces? ¿Por qué dices que no te interesa entonces?

—Mis papás... ellos siempre me han mantenido. He trabajado de vez en cuando, pero no uno fijo, y creen que mi problema es que estoy enfocado en la música. También creen que de eso no se vive.

—¿Y tú lo crees?

—No lo sé. Muchos artistas han llegado a la cima desde abajo, pero no quiere decir que por ser de abajo ya tengo la cima asegurada. Es todo lo contrario. Además, no sé muchas cosas, y no estoy seguro de tener...

Sentirse azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora