¿Qué es lo que se supone tiene que hacer un niño de 8 años si descubre que su padre le está siendo infiel a su madre?
¿Acaso tiene que quedarse callado? ¿Es siquiera justo que un niño tenga que saber las cosas de poco honor que hacen sus padres? Un niño debería vivir sin preocupaciones, un niño debería vivir feliz, no consumido por las dudas y la tristeza.
¿Cuándo fue la primera vez que vio a Abel? Según recuerda, fue a los 7 años, cuando la mejor amiga de su mamá llevó a su hermano menor a la casa.
—¡Alisa! —Maribel abrazó a su madre— Mira, te presento a mi hermano, Abel. Acaba de llegar del instituto.
—¡Maribel me ha hablado mucho de ti! Que bueno que al fin nos conocemos —ambos se saludaron con un brazo, y Abel lo miró, fueron miradas diferentes, porque Abel lo veía con curiosidad, y él con cautela— ¡Ah! Él es mi hijo, Aciano. Aciano, ven, saluda a Abel.
Hizo caso. Pasos lentos y cuidadosos hacia el hombre que era menor que su madre por 5 años.
—Es un gusto conocerte, Aciano —Abel le acarició el cabello con una sonrisa.
—Tengo 7 años.
Abel quedó perplejo. Parpadeó un par de veces y rio.
—Yo tengo 20. Creo que nos llevaremos bien.
Su madre y los otros dos comenzaron a hablar sobre que comerían.
Hasta ahí todo iba tan bien. No veía muy seguido a Abel, era más que todo su madre, su padre, y la mejor amiga de su madre. Todo iba bien, hasta que descubrieron el cáncer de su mamá. Hasta ahí todo iba mínimamente bien.
Su madre lloraba sin ningún pudor fuera de la clínica. Se había dejado caer contra la pared mientras sostenía los resultados abrazados contra su pecho. Lloraba mucho, como cuando a él no se le daba hacer alguna actividad, y lloraba en busca de ella, pero ella no buscaba a nadie, sólo lloraba, y lo confundía.
—Mamá, ¿estás bien?
No respondió. Siguió llorando. Sus oídos no escuchaban más que su propio llanto y la noticia que el doctor le había dado. No es hasta que él le coloca la mano en la rodilla que cae en cuenta que no está sola.
—Mamá —repitió, pero más callado, más temeroso—, ¿estás bien?
Ella siguió llorando, pero esta vez lo abrazó con todas sus fuerza, y se aferró como si de él dependiera el resto de su vida.
No sabía que pasaba, pero seguro que era algo malo, porque sino, ¿por qué lloraría ella de esa forma? Las únicas veces que ha llorado así es cuando pelea con su papá, y él no estaba en la clínica ese día.
—Es cáncer —dijo su mamá limpiándose la nariz rojiza—. Está en una etapa media, aún hay tiempo de vencerlo.
Estaban todos reunidos en la sala de la casa. Su madre, Maribel, Abel y su padre. Él los veía desde lejos.
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Sentirse azul
Fiksi RemajaLa vida suele ser complicada para todos, y Aciano y Dalí de 20 años no son la excepción. Aciano no puede estudiar la carrera de sus sueños porque trabaja sin descanso alguno para pagar la enorme deuda de su casa, y así proteger lo único que le da s...