La vida suele ser complicada para todos, y Aciano y Dalí de 20 años no son la excepción.
Aciano no puede estudiar la carrera de sus sueños porque trabaja sin descanso alguno para pagar la enorme deuda de su casa, y así proteger lo único que le da s...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jadeo leve cuando me agacho. Con un cuidado sin sentido coloco encima del cartel de "Se vende esta propiedad" un sticker de "Vendido".
Finalmente la casa ha sido vendida.
Subo las escaleras y dejo el cartel en la entrada con diversas cajas de cartón; las mismas que había usado hace seis meses cuando estaban embargando la casa. Entro y aún hay algunas cosas amontonadas. Las recojo del piso y las meto en una de caja y la cierro con cinta adhesiva. Tomo la caja entre mis brazos y escucho golpes cuando la levanto.
—¡Blue! ¡No hagas desastre que tenemos que dejar la casa intacta! —grito.
Blue salta de la cocina y pasa por la isla. Es un gato con mucha energía, al igual que su madre cuando era joven. Se parece mucho a ella, ojos verdes pero más claros, y las manchas doradas en su pelaje son más de las que solía tener Sky.
Blue maúlla y corre alrededor de mis pies.
—¿No te cansas nunca? —rio.
Ver crecer a Blue me trajo tantos recuerdos del pasado cuando era un niño. Fue como revivir la historia de Sky, pero mucho más tranquila. Visitaba al pequeño cada que podía y le hablaba desde fuera del cristal dónde lo tenían con su madre sustituta. A ella también solía hablarle y agradecerle por amamantar a Blue, y cuando tuvo la edad suficiente para llevarlo conmigo no lo dudé ni un segundo. Desde entonces yo y Blue hemos sido mejores amigos, y al igual que Sky era un gato súper inteligente. Es como ver a Sky en él.
Salgo hasta el porche y dejo la caja con las demás. Vuelvo a entrar y me quedo mirando el lugar. Está vacío. Aún conserva los muebles, la cocina, la nevera y ese tipo de cosas domésticas, pero no es lo mismo que solía ser antes, le faltan todas mis cosas, las cosas que mi madre había dejado, y todas las cosas que había conseguido con Dalí. Sin todo eso por ahí no se siente la misma casa de antes, se siente vacía. Aún así puedo mirar todo con una sonrisa en los labios, porque esa casa alberga tantos recuerdos buenos y malos que me hacen ser la persona que soy hoy en día.
Antes vivía aferrado a aquellas paredes, en parte porque me sentía cercano a mi madre, pero en su mayoría porque sentía tanta culpa que mantener la casa tal y como la había dejado mi mamá era una forma de redención, y también así me recordaba una y otra vez los errores que había cometido, pero luego de entender que no era un culpable sino otra persona que tomó decisiones, y quizá no la mejores según mi mente, pero sí para las situaciones, además de ser sólo un niño en aquel entonces, pude seguir adelante sin tener que estar aferrado a las cosas del pasado. Sky me enseñó eso.
El día en el que ella tuvo el accidente entendí que tenía que centrarme en el presente, ni siquiera en el futuro, sino en el día que estaba viviendo, porque si sólo me enfocaba en mis errores del pasado y las consecuencias del futuro perdería mi camino y a mí mismo.
Desde que eso sucedió y después de que Dalí se haya ido decidí vivir para mí mismo, dejando mi trabajo (no sin antes agradecer a mi jefe y compañeros por todo lo que me ayudaron) para irme a estudiar veterinaria en otro estado, y por eso vendí la casa. Sería lindo conservarla, pero ya tenía residencia segura a donde iba, y el dinero no me vendría nada mal mientras consigo un trabajo nuevo.