29. Declaración de amor

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Lo sabía

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Lo sabía. Siempre lo ha sabido. Esas miradas que ambos se daban todo el tiempo, cómo sus labios se buscaban, la tensión que se generaba cada que estaban cerca uno del otro. Las ganas de besar los labios del otro no eran sólo de suyas, también Dalí ha sentido todo eso, y esa canción que, aunque nadie de allí lo sabe, y realmente no tienen porque saberlo, es la declaración de Dalí, y eso confirma todas sus sospechas, y es lo mejor de todo, sus dudas. Ahora sabe que Dalí también siente lo mismo. Ahora no tiene porque tener ninguna atadura en sus actos.

Ya hace varios minutos que todas las pruebas terminaron y el jurado ha estado evaluando los resultados sin moverse en su mesa frente al escenario. Aprovecha de bajar de las gradas, apresurado y torpe de la emoción, lo que parece gracioso, porque esa actitud es más de Dalí que suya, pero tiene la necesidad de ir con Dalí, abrazarlo, felicitarlo, besarlo y decirle que siente lo mismo. Sin embargo, disimula, no quiere que los del público se den cuenta ni crear un alboroto.

Su sonrisa se ensancha cuando llega a los camerinos, pero de la misma forma que aparece en sus labios, desaparece en un gesto de confusión. La mayoría de los postulantes no están en sus sitios, están todos reunidos en un punto en específico: en el espacio de Dalí. ¿Habrá pasado algo? ¿Por qué tanto ajetreo? Preocupado, se acerca, pero toda la gente no permite que entre, y sólo escucha lo que dicen.

"Estuviste increíble"

"¿Cómo hiciste para cantar así?" "Y esa forma de tocar la guitarra"

"Si tú no apruebas, no sería justo"

Al parecer no pasó nada, sólo están felicitando a Dalí por su presentación. Tienen razón, Dalí lo hizo increíble, más que increíble, merece pasar la prueba, con o sin ayuda, él pasaría por sí solo.

Se aleja un poco de la multitud, un poco decepcionado. Quiere verlo, quiere sentirlo cerca, pero hay una capa de piel, carne y huesos que lo separan de Dalí. Sin embargo, está feliz por él. Está muy feliz por él. Se queda estático unos segundos cuando logra ver los ojos de Dalí por un espacio entre la gente, y como si el mundo girara al favor de ellos, Dalí también se da cuenta de esto y sus ojos se encuentran. Ambos sonríen, ilusionados. Sus ojos brillan. Dalí intenta salir pero nadie lo deja. Dalí ríe nervioso.

Le susurra un "No importa" y no hacen más nada que mirarse como unos tontos.

—¡¿Preparados todos?! Darán los resultados. Todos los que no sean postulantes, salir inmediatamente.

La gente comienza a disolverse. Conserva la esperanza de encontrarse con Dalí, pero aún son muchos los que se mueven, y escucha un silbido del hombre de protocolos, avisándole que tiene que salir de allí. Tantas ganas que tenía de hablar con Dalí sobre... sobre todo...

Sale de los camerinos, pero no llega hasta las gradas, se queda en el piso, como lo han hecho varios de los acompañantes. Los postulantes llegan hasta las escaleras que dan al escenario. No les permiten llegar más arriba.

Sentirse azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora