Es curioso, o al menos para él lo era, el cómo se conocieron él y Sky. Curioso, milagroso, el destino, como quisieran llamarlo los demás, pero la cuestión es que se habían conocido, y eso era algo de lo que no va a arrepentir nunca.
El bullicio en la universidad era bastante fuerte, era obvio, después de todo, era temporada de clases, por lo que los pasillos estaban llenos de jóvenes estudiantes. Si le hubiera hecho caso a sus padres, quizá él fuera uno de ellos, pero la vida lo llevó por otro camino. Él mismo dibujó ese camino. Tomó el lápiz y comenzó a trazar líneas, pero esas líneas no eran tan rectas como las de su padres, que desde pequeño, desde muy pequeño, fueron estrictos con él: que si tenía que sacar buenas notas, que si tenía que vestir formalmente a donde sea que fuera, que si su forma de hablar, que si todo. Pero eso era muy diferente a lo que él quería. Él quería ser más libre, dibujar rayones en distintas direcciones, con diferente grosor, de diferentes colores, y cada uno de esas rayas lo llevaban a un solo camino: la música.
—Buenos días —saludó cuando entró en la dirección.
—Buenos días. ¿Qué deseas? —preguntó el director de la universidad.
—Soy Dalí Zambrano. Vengo por las inscripciones del nuevo año escolar.
—Ah, sí, claro. Bueno, no hacía falta que vinieras directamente, podrías haber revisado la página web y allí mismo te informabas de todo. Pero ya que estás aquí, te lo explico yo mismo.
Claro que le hubiera gustado hacer eso. De hecho, eso era lo que pensaba hacer, pero su mamá fue tan insistente (como siempre) de que debía ir él directamente a la institución. Fue tan insistente que prefirió ir y ahorrarse más problemas. Ya era suficiente con todos los demás problemas.
Salió de la universidad. Había entendido todo lo que tenía que hacer. Esa era una universidad un poco complicada: para entrar, además de cumplir con ciertos requisitos, había que hacer varios exámenes para calcular el conocimiento de la persona, y, dependiendo de esos resultados, se definía si se aceptaban la solicitud o no. Era toda una molestia tener que hacer exámenes para algo como eso. O quizá él lo veía de esa forma porque no estaba para nada interesado en estudiar contaduría, medicina, ingeniería, o cualquier otra cosa. No. Él no quería nada eso. Él quería estudiar música, porque era eso lo que le apasionaba, y sus padres lo sabían. De hecho, ellos lo habían ayudado a descubrirlo hace años, cuando le habían comprado su primera guitarra de juguete. A partir de ahí se interesó demasiado por la música, y sus padres le habían pagado algunos cursos de música, e incluso, le habían comprado la guitarra acústica que tiene actualmente. Pero cuando creció todo se volvió mucho más complicado, porque, de la música no se vive, de la música no se come, la música no es un trabajo. La música no es nada.
—¿Estás loco? —preguntó su madre, indignada.
—No. Realmente quiero estudiar música. Realmente lo quiero. De hecho, al otro lado de la ciudad hay una—
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Sentirse azul
Ficção AdolescenteLa vida suele ser complicada para todos, y Aciano y Dalí de 20 años no son la excepción. Aciano no puede estudiar la carrera de sus sueños porque trabaja sin descanso alguno para pagar la enorme deuda de su casa, y así proteger lo único que le da s...