—¿Sobre qué tendríamos que hablar? —le pregunta Jeanette.
Sonríe ligeramente. Sabe que la mujer que tiene al frente no es una fácil de dominar. Lo sabe por su postura, por su forma de hablar. Pero él tiene el don de ganarse a todas las personas que conoce, y lamentablemente, para ellos, no es de forma amistosa. Los hace creer que es su amigo, pero sólo los usa a su favor. Y sabe que tiene que hacer lo mismo con Jeanette.
—Primero que nada déjeme presentarme —guarda la carta en su saco y le extiende la mano a la mujer—. Soy Michael Diaz, empresario y parte de comités importantes de diversas empresas del país.
Jeanette le acepta el saludo.
—¿Viene por parte de su empresa?
—Oh, no. Nada de eso, o bueno, nada que mi empresa tenga que ver con ustedes directamente.
—¿Qué sucede? —Raimundo, padre de Dalí, aparece detrás de su esposa, con cara sería y un intento de ser amenazadora.
—Un gusto, Michael —le extiende la mano a Raimundo.
—¿Quién es el hombre? —pregunta cortésmente Raimundo mientras le estrecha la mano.
—Cómo le decía a la señora Jeanette, soy empresario y parte de comités de empresario del país. Ella me preguntaba si venía por parte de las empresas, y yo le decía que no era algo ligado a ustedes directamente.
—¿Entonces qué es eso que nos une? —pregunta Raimundo.
—Usted preguntó por Dalí, ¿tiene algo que ver con él? —pregunta Jeanette.
—Así es, tiene que ver mucho con su hijo. Y es algo que seguro les debe importar mucho.
—¿Es algo malo?
—Mmm, no lo sé. Todo depende de cómo lo vean ustedes.
—¿Por qué no dejamos que entre? —le susurra Jeanette a Raimundo.
Raimundo lo mira de arriba debajo discretamente.
Sonríe y se mete en su papel de hombre bondadoso y honrado, sin dejar de ser alguien exitoso y adinerado. Que alguien tenga dinero y éxito, no quiere decir que haya perdido su humanidad. Eso es lo que todos quieren creer, y él se convierte en eso. Se convierte en sus deseos.
—Si es así de importante como lo menciona.
—Realmente lo es.
—Está bien, siga adelante.
Entra a la casa, y a pesar de que no lo deja ver demasiado, observa con los ojos el interior. Sí, son acomodados, pero no le llegan a los talones a él, y muy posiblemente jamás lo harán. Sin embargo, seguramente tienen el dinero suficiente para darse lujos de vez en cuando, y ayudar a su hijo, claro, y el muy descarado ayuda a Aciano. Que bueno que eso acabará pronto.
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Sentirse azul
Novela JuvenilLa vida suele ser complicada para todos, y Aciano y Dalí de 20 años no son la excepción. Aciano no puede estudiar la carrera de sus sueños porque trabaja sin descanso alguno para pagar la enorme deuda de su casa, y así proteger lo único que le da s...