Siente los cálidos rayos del sol que se filtran por la ventana y chocan contra su piel. Es extraño, pero eso lo hace despertar. Lo primero que se encuentra esa a Dalí durmiendo a su lado. Desnudo. Especialmente desnudo. No es la primera vez que duerme con él ni que amanecen en la misma cama, pero la diferencia de ahora es que lo hace luego de haberse acostado con él la noche anterior. No se arrepiente. Todo lo contrario. Se siente tan pleno y tan feliz de que ese sea el caso. Porque a pesar de que todas las sensaciones que sus cuerpos tuviera, el alma también lo agradecía; se sentía en compañía, en armonía, completo. Y jamás en la vida había experimentado algo así.
—¿Dejamos la ventana abierta? —susurra y se acerca a cerrarla— ¿Tanto calor había en la noche? —sonríe mientras la sangre se concentra en sus mejillas.
Pretende ir a darse un baño y hacer el desayuno, pero antes de eso su cuerpo se queda inmóvil, como si tuviera juicio propio y decidiera quedarse recostado a la ventana viendo a Dalí dormido. Nunca se cansará de decir lo lindo que es.
Por alguna razón el café sabe mucho mejor que todos los días. Le calienta el pecho y alma. Es reconfortante. No. No sólo es el café, son todas las cosas que ha hecho esa mañana: la ducha, el cocinar, la brisa mañanera, el olor de la comida. Es cómo si cada una de ellas tomara conciencia y cuerpo propio y lo abrazaran, como una manta. ¿Es así cómo se siente estar enamorado? ¿El despertar al lado de la persona que amas? ¿Este es el efecto del amor? Todo se ve tan brillante, tan suave... se ve mejor. Mucho mejor.
—¿Cómo te despertaste tan temprano? —dice Dalí mientras se acomoda el pelo.
—Hay personas que sí tenemos responsabilidades.
—¿Eh? ¿Qué quieres decir?
—Nada —sonríe gracioso mientras bebé el café.
—¡Ya dime!
—¿Quieres desayunar?
—¡Aciano! —Dalí lo balancea por hombro, como si fuera un niño haciéndole berrinche a sus padres.
—¡Basta!
—¡No hasta que me di—
Lo interrumpe con un beso. Un beso que se prolonga por unos segundos. Cuando se separan se miran a los ojos, y ve el mundo entero y el más allá a través de los ojos de Dalí.
—No te cepillaste, ¿verdad?
—Tú fuiste el que me besó.
—¡Dalí!
Trata de limpiarse la boca mientras Dalí no para de reírse.
—¿Cómo te sientes? —le pregunta a Dalí mientras desayunan.
—Bien —responde Dalí—. Muy bien.
—Se te nota.
—No te creas, que a ti los ojos te brillan mucho también.
—¿Y cómo no? —se ríen— ¿Desde cuando comenzaste a sentir cosas por mí?
—¿Yo? —Dalí mueve de un lado a otro el café— Supongo que desde el principio.
—¿Así de fácil?
—Así de fácil.
—Bueno, no te puedo juzgar. A mí también me sucedió lo mismo. No diré que desde el inicio, pero no evitaré el hecho de que llamaste mí atención cuando te vi aquella vez en el restaurante.
—Recuerdo haberte visto también. Lo recuerdo muy bien. ¿Entonces qué? ¿Tú y yo?
—¿Qué es lo que quieres que pase entre nosotros?
—No lo sé. Lo único que sé es que no puedo dejar de pensar en ti, y que mi corazón se siente tan bien cuando estamos juntos. Y ayer... ayer fue espléndido. Realmente me gusta estar contigo, aunque es la primera vez que siento algo así por un chico. Siempre estaba con chicas, pero nunca con un chico.
—¿Te da miedo? —arruga la frente al ver que Dalí no responde— No tienes que forzarte, ¿lo sabes, verdad?
—No es miedo. Me gustas, mucho. Jamás le había escrito una canción a alguien. Creo que de mi parte es la mayor muestra de amor que puedo dar. No lo sé, todo es tan loco que es...
—Irreal —sonríe ante el rostro de sorpresa de Dalí—. Lo sé. Para mí también es muy loco todo lo que pasa. Nunca he tenido un novio como tal, si embargo, sé que me gustaría compartir toda mi vida contigo.
—¿En serio?
—Sí —recuesta su cabeza en el hombro de Dalí— ¿Me amas?
Dalí sonríe.
—Claro que lo hago. Te amo. De eso no tengo dudas.
—Yo también te amo.
Dalí recuesta su cabeza en su hombro.
—Quizá deberíamos darnos tiempo para conocernos mejor —dicen al unísono.
Se miran y luego revientan de risa.
—Me refiero a que nos conocemos como amigos —dice—, pero no como pareja. A veces saltarse ese paso causa muchas desgracias, ¿y te soy sincero? —besa suavemente los labios de Dalí— No quiero que nuestra historia tenga desgracias. Ya hay suficientes en este mundo.
—¿Por qué tienes que hablar así? Me haces parecer un tonto, pero, tienes razón. Yo también me refería a eso.
—Dalí, quizá no seamos novios oficialmente pero, quizá podamos salir. Dalí, ¿quieres salir conmigo?
—Creí que nunca lo preguntarías —Dalí imita a las mujeres de las películas cuando les piden matrimonio, y ríen.
—¡Eres tan tonto!
—¡Tú eres igual de tonto por reírte de eso! —Dalí comienza hacerle cosquillas.
—¡Dalí no!
Cae al suelo y Dalí no se detiene en ningún momento. Ruega porque pare, pero sus risas dicen todo lo contrario. Y al final le da igual, disfruta de aquel momento, y no puede esperar porque todos los demás se impregnen de aquella sensación de felicidad.
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Sentirse azul
Teen FictionLa vida suele ser complicada para todos, y Aciano y Dalí de 20 años no son la excepción. Aciano no puede estudiar la carrera de sus sueños porque trabaja sin descanso alguno para pagar la enorme deuda de su casa, y así proteger lo único que le da s...