23. Chantaje

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El ruido de los platos y cubiertos cubren por completo sus oídos

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El ruido de los platos y cubiertos cubren por completo sus oídos.

Por alguna razón la vida ha decidido que tres empleados del restaurante hayan faltado. No le molesta a nadie porque todos han tenido que faltar al trabajo al menos una vez en la vida, pero lo curioso es que han faltado tres personas el mismo día, y eso desequilibra por completo el balance, y es por eso que está metido en la cocina ayudando a fregar todo lo sucio mientras tiene que anotar loa pedidos e irlos a llevar a la mesa; de vez en cuando también ha tenido que ayudar a servir, siendo guiado por los cocineros.

También es curioso que justo hayan faltado un día donde la hora del almuerzo está a tope.

Por suerte estar metido en la cocina escuchando todos los ruidos lo distraen de todas las cosas. Pero hay un sonido que le gusta mucho más, y es el canto que proviene desde el púlpito del restaurante. Sale de la cocina y se queda observando a Dalí, quien está tocando y cantando al público.

Sonríe inconsciente mientras lo ve.

Le alegra que Dalí esté haciendo lo que le gusta. Lo ha estado haciendo muy seguido últimamente, y con eso no es que recaude mucho dinero, pero la propina que le dan las personas y lo que le paga el restaurante por presentarse es una gran ayuda. Con eso pagaron otro mes de la mensualidad de la casa, y lo más preocupante de todo, el embarazo de Sky.

Aquella vez luego de que la veterinaria les haya dado la noticia compraron lo que ella les había indicado sin ningún reproche. Todo sea por el bienestar de Sky.

Llegaron a la casa con las cosas en bolsas y sacaron a Sky de su jaula.

—Entonces habrá un nuevo integrante en la familia —dijo Dalí, emocionado.

—Eso parece —por el contrario, él no estaba del todo contento.

—¿Te pasa algo?

—No. Sólo estoy un poco preocupado por Sky —dejó las bolsas en el mesón de la cocina.

—¿Por qué? ¿Pasa algo?

Se volvió a verlo. Dudó en contarle. Quizá no se había dado cuenta, o quizá para él no era algo tan preocupante, pero igual no servía de nada esconder las cosas; ya le había contado sobre todos sus problemas familiares en el pasado, que era lo que más le costaba decirle a la gente.

—Me preocupa Sky.

—¿Por el embarazo?

—Por el embarazo. Sí.

—¿Qué tiene de malo? ¿No quieres tener mas gatitos?

—No, no es eso. Sería muy lindo tener un retoñito de Sky en la casa.

—¿Entonces cuál es el problema? —Dalí se sentó en el sillón. Él lo hizo después.

—Tengo miedo a que algo le suceda. La veterinaria dijo que ella está muy vieja.

Sentirse azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora