32. Persistencia

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El problema se ha extendido más de lo que le gustaría

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El problema se ha extendido más de lo que le gustaría.

Tiene que admitir que el maldito mocoso se las ha arreglado para no perder la casa, y eso se sale de sus planes. Se suponía que tan sólo cumpliera 18 años no tuviera el dinero suficiente cómo para poder pagar las mensualidades. Esa casa vale mucho dinero. Es perfecta para alquilarla. Está perdiendo dinero, y todo culpa del hombre que parió Alisa. Ojalá se hubiera muerto al igual que ella.

—Dalí ganó la prueba. —le había dicho Abel la noche después de la primera prueba.

—¿Es en serio? —preguntó, aburrido.

—El chico tiene talento. Fue el mejor entre todos. Tenías que verlo, estaba todo emocionado cuando se enteró que pasó la prueba.

—¿Y para qué quiero yo verlo?

—Quizá para ver cómo tu hijo se besaba con otro hombre —Abel sonrió descaradamente.

Se quedó en silencio. No parpadeó. Tardó en procesar toda la información que Abel le acababa de dar. Su hijo, besándose con otro hombre. Sinceramente era asqueroso.

—¿Crees que ese chico pase la segunda prueba?

—No, no lo creo. Sé que lo hará. No hay dudas. ¿Por qué? ¿Aún quieres seguir incitando a que Aciano pierda la casa?

—Haré todo lo que sea para que pierda la casa.

—Pues Aciano está decidido a ir en contra de nosotros. No creo que se rinda tan fácil, y menos si está con Dalí. Es cómo si fuera su motor o que se yo. "Amor juvenil".

—Entonces hay que darle duro en donde más le duele a Aciano.

Abel lo miró curioso.

—¿Se ven muy enamorados?

—Demasiado.

—Bien. La renta se acerca, y creo que debemos ser más fuerte con ello.

—¿A qué te refieres?

—Aciano pagó el chantaje. No debe tener dinero suficiente para pagar. No vendría mal adelantar la fecha. ¿Tienes la información de los padres de Dalí?

—No, pero podría conseguirlos.

—Te lo agradecería mucho.

—¿Y cómo lo harías?

Lo miró con gesto de odio, pero sonrió con arrogancia cuando lo tomó de la cara y se le echó encima mientras lo besaba.

Aunque Aciano persista está destinado a perder, lo quiera el destino o no, porque después de todo él se hará cargo de hacerle la vida imposible. Quizá así se de cuenta que es igual de miserable que su madre. Y las personas deben conocer su lugar.

Se detiene frente una casa bastante acogedora, recuerda cuando solía vivir en una de ellas hace muchos años. Le da risa la comparación. Nota que un cartero está colocando el correo en un pedestal. ¿Siguen haciendo eso a estas alturas? Descaradamente y sin pudor se acerca y toma la carta que hay dentro. Levanta una cuando ve el sello que tiene.

«¿Disquera Alternativa Music?».

Abre la carta y empieza a leerla. Le disgusta el contenido, pero se alegra de haberla encontrado. El destino parece estar a su favor.

Toca la puerta.

—¿Sí? —pregunta una señora al abrir la puerta, dentro está un hombre sentado en el sofá. Son mayores que él.

—¿Jeanette Zambrano?

—Soy yo, ¿necesita algo?

—¿Es usted madre de Dalí Zambrano?

—Así es. ¿Por qué? ¡¿Le sucedió algo?!

—Creo que tenemos algunas cosas de que hablar —sonríe, y agita la carta que acababa de recoger por ellos.

—Creo que tenemos algunas cosas de que hablar —sonríe, y agita la carta que acababa de recoger por ellos

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