Hechizada [PARTE 1 COMPLETA - PARTE 2 EN PROCESO]

3. Confusión

Andrew Price

26 de septiembre, 2019.

Miro a mi hermana y luego al chico sentado a su lado, ambos muy entretenidos con la bebé que hoy cumple 7 meses de nacida. Bebé que a mi querido Ander aún no parece agradarle y lo hace notar, cuando trepa sobre el regazo de mi hermana, toma sus mejillas y le pide que lo mire a él, cosa que hace reír a mi hermana. Ander aún no logra acostumbrarse a la presencia de su hermana Salomé.

En una esquina, está mi abuela mirando al novio de Zoé con un gran ceño fruncido. Tal parece que su desagrado no dejará impune ni a mujer u hombre que sea pareja de alguno de sus nietos. Eso me hace negar en desaprobación, porque no entiendo qué tiene en contra. Es como si ninguno tuviésemos el derecho a enamorarnos y de amar a otra persona en el sentido romántico.

Hago una mueca cuando el recuerdo de ella regresa a mi mente, esa tarde en la que mi abuela la insultó y luego quiso venir a perturbar nuestros sueños, cuando me trató como un niño de doce años que no sabe nada de la vida y mi papá tuvo que llevársela sobre un hombro.

Suspiro y trato de alejar esos recuerdos de mi memoria. Mi celular sobre la mesa vibra y la pantalla se enciende, revelando un nuevo mensaje de Nicole.

Nicole: ¿Podemos hablar?

Nicole: Creí que las cosas estaban bien...

Nicole: Pero parece que has tomado una decisión.

El celular se apaga, pero vuelve a iluminarse con una llamada entrante de Nicole. Aún recuerdo la forma en la que se alzó por sobre la mesa y me besó hace tres días, aún recuerdo haber tomado su mejilla y corresponder su beso, su boca entre la mía, su lengua tanteando la mía. Yo me dejé llevar por un instante por el deseo de mi cuerpo y no por lo que dictaba mi corazón. Recuerdo lo mal que me sentí en el baño, lo mal de comparar sus besos con los de ella, los de quien me traicionó y engañó.

Cuando regresé a la mesa y besé su mejilla, se lo dije. Nicole conoce la historia que hay detrás, ella me entendió, pero también confesó su atracción hacia mí, confesó su deseo y me pidió que lo pensara. Le dije que lo haría y ahora no puedo responder sus mensajes.

—¿No piensas contestar? —pregunta Darién a mi lado y lo miro.

—Creo que cometí un error... —le digo y su ceño se frunce.

—¿Ese error tiene que ver con una propuesta indecente que te hicieron?

Asiento y él sonríe.

—Andrew, en otro momento, te diría que una propuesta como esa no es un error si tú también lo deseas. Incluso te diría que no lo pienses tanto y te lances al vacío porque la vida se trata de cometer errores y aprender de ellos.

—¿Y ahora? —alzo una ceja.

—Y ahora te diría que la decisión es solo tuya. Lo único que importa es lo que tú quieres y lo que crees que debes hacer. Solo tú conoces tus propios límites y lo que estás dispuesto a aceptar y lo que no.