Capitulo 41

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La clase de medio día parecía eterna. Mis amigos charlaban entre ellos, sus risas llenando el ambiente, mientras yo apenas podía concentrarme. El rugido de mi estómago era un recordatorio constante de mi descuido. Con una mano me sujetaba la panza y con la otra apoyaba la frente en el banco, tratando de ignorar el malestar.

De pronto, un sonido llamó mi atención. El crujido inconfundible de una envoltura al abrirse. Alcé la vista apenas, lo suficiente para notar a Lucas caminando apresuradamente hacia su sitio. Llevaba su mochila al hombro y el ceño ligeramente fruncido, como si intentara no llamar demasiado la atención. Pero cuando pasó a mi lado, algo cayó sobre mi banco.

Bajé la mirada y vi un paquete de galletas.

Parpadeé un par de veces, confundida. Luego, alcé la vista hacia Lucas. Ya estaba sentado en su sitio, sacando su cuaderno como si nada.

"¿Lucas?" lo llamé, señalando las galletas.

Él no me miró directamente, solo hizo un gesto con la mano. "Come. Tu estómago está gritando desde hace rato." Su tono despreocupado, como si no fuera un gran gesto, me dejó desconcertada.

Mordí el interior de mi mejilla. Una parte de mí quería agradecerle, pero otra se resistía. Era Lucas, después de todo. El mismo que solía hacerme la vida imposible en los primeros meses aquí. Recordé cada burla, cada apodo hiriente. Pero también recordé aquel día en la biblioteca, cuando se me acercó nervioso, sin su típica actitud arrogante, y me confesó que le gustaba.

"Lo siento por cómo te traté antes," había dicho esa vez, evitando mirarme a los ojos. "No sabía cómo... acercarme."

Sacudí la cabeza, apartando el recuerdo, y abrí el paquete de galletas con desgano. No estaba lista para perdonarlo, no tan fácilmente. Sin embargo, el primer bocado fue un alivio inmediato para mi estómago vacío.

Marcos, sentado a mi lado, no tardó en notar lo que pasaba. "Vaya, ¿te está salvando el día Lucas? Ni siquiera tienes que pedirlo."

"Ni empieces, Marcos," le respondí, con una sonrisa forzada, mordiendo otra galleta.

Ana, desde el otro lado, se unió a la charla. "Te consienten demasiado, ¿eh? Quizá deberíamos dejar que te mueras de hambre más seguido."

Sonreí un poco, pero mi mirada volvió a Lucas, quien seguía concentrado en su cuaderno. No dijo nada más, no buscó una reacción. Su gesto había sido tan sencillo como inesperado.

¿Estaba intentando compensar el pasado? No lo sabía, pero mientras masticaba las galletas, decidí no pensar demasiado en ello. No todavía.

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La campana sonó, y con ella llegó el alivio de que al fin terminaban las clases por hoy. Guardé mis cosas en la mochila mientras Ana y Marcos me esperaban en la puerta del aula. Todavía tenía un sabor dulce en la boca gracias a las galletas, y aunque no lo admitiera en voz alta, el gesto había mejorado mi humor un poco.

Caminábamos por los pasillos, sorteando a los demás estudiantes que también se apresuraban a salir.

"¿Qué planes tienen para esta noche?" preguntó Marcos de repente, con una sonrisa cómplice.

Ana arqueó una ceja. "¿Por qué? ¿Ya tienes algo en mente?"

"Claro que sí. Es viernes, hay que relajarnos un poco. ¿Qué tal si vamos a tomar algo? Podríamos ir al lugar de siempre, ese cerca del parque."

Ana pareció pensarlo un momento antes de asentir. "Me gusta la idea. Hace días que no salimos los tres."

Marcos me miró entonces, esperando mi respuesta. Dudé un poco, recordando lo agotador que había sido el día, pero el entusiasmo de ambos era contagioso.

"Está bien," respondí al final, con una leve sonrisa. "Hace falta distraerse un poco."

"¡Perfecto!" exclamó Marcos, golpeando ligeramente sus manos en señal de victoria. "A las ocho nos encontramos en la entrada del campus. ¿Les parece?"

Ana y yo asentimos al unísono, y seguimos caminando hacia la salida mientras planeábamos qué pediríamos esta vez.

"Espero que no pidas otra bebida con nombres raros, Ana," bromeó Marcos.

"¿Qué tiene de malo explorar el menú?" replicó ella, riendo.

Yo me limité a escucharlos, disfrutando de la ligereza del momento. Era bueno saber que al menos cerraría la semana con algo agradable.

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Ana abrió la puerta de su armario con energía, sacando paletas de maquillaje y un espejo portátil que colocó frente a mí sin siquiera darme tiempo de protestar.

"No te vas a escapar esta vez, ______," dijo con una sonrisa traviesa.

Suspiré, acomodándome en la silla frente a ella mientras intentaba no verme demasiado incómoda con el conjunto nuevo que mi mamá había comprado para mí el fin de semana pasado. El top negro ajustado resaltaba más de lo que estaba acostumbrada, y la falda a juego dejaba un poco más de piel al descubierto de lo que solía permitir.

"De verdad, Ana, no es necesario. Ya estoy bien así," protesté, pero ella me ignoró por completo, enfocada en su tarea.

"Confía en mí, te verás espectacular. Y además, es solo un poco de maquillaje. Nada exagerado."

Mientras aplicaba base y delineador con precisión, yo miraba mi reflejo, intentando acostumbrarme a lo que veía. Admitía que me sentía un poco fuera de mi zona de confort, pero al mismo tiempo, algo en el conjunto me hacía sentir más segura, más fuerte.

"¡Listo!" exclamó Ana con orgullo al dar los toques finales a mi maquillaje.

Me levanté para mirarme en el espejo grande junto a la cama y solté un leve suspiro. "No está mal," murmuré, sintiéndome un poco más confiada.

Ana aplaudió, satisfecha. "Eso es lo que quería escuchar. Ahora vámonos antes de que Marcos empiece a llamarnos."

Tomamos nuestros bolsos y salimos de su habitación, charlando y riendo mientras caminábamos hacia la entrada del campus. La brisa nocturna era agradable, aunque algo fresca, y agradecí que Ana hubiera insistido en llevar una chaqueta ligera.

Cuando llegamos a la entrada, vimos a Marcos esperando, apoyado contra la reja, con las manos en los bolsillos y una sonrisa amplia al vernos acercarnos.

"Vaya, alguien decidió deslumbrar esta noche," comentó, mirándome de arriba abajo con aprobación.

"¡Cállate, Marcos!" dije, medio riendo, mientras Ana lo empujaba en broma.

"¿Estamos listos?" preguntó él, extendiendo un brazo hacia el camino que conducía al bar.

"Más que listos," respondió Ana, tomando la delantera.

Yo los seguí, con una mezcla de emoción y nerviosismo en el pecho. Por una vez, estaba dispuesta a dejar que la noche me sorprendiera.

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⏰ Última actualización: 4 days ago ⏰

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En el Fuego de la Batalla [König x T/N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora