Capitulo 5

39 3 0
                                    

El sonido del despertador rompió el silencio en tu habitación, un zumbido constante que te sacó del sueño lentamente. Parpadeaste varias veces antes de darte cuenta de que era hora de levantarte. Te estiraste en la cama, sintiendo el tirón en tus músculos adoloridos por el entrenamiento de los días anteriores, pero esta vez, la sensación no era tan abrumadora. Había algo diferente en el aire esa mañana, algo que te hacía sentir un poco más ligera, un poco más animada.

Te levantaste de la cama con un suspiro y te dirigiste al baño. Al mirarte en el espejo, notaste las ojeras menos marcadas bajo tus ojos y una expresión más tranquila en tu rostro. La ducha caliente fue una bendición, relajando los últimos vestigios de tensión en tu cuerpo y llenándote de energía para el día que tenías por delante. Mientras el agua caía sobre ti, tus pensamientos se desviaron hacia la conversación que habías tenido con König la noche anterior. Sus palabras seguían resonando en tu mente, brindándote un consuelo inesperado. Sabías que aún tenías cosas que resolver, pero por alguna razón, la carga parecía un poco más manejable.

Saliste de la ducha y te secaste rápidamente, envolviéndote en la toalla mientras buscabas tu uniforme. Te vestiste con cuidado, ajustando cada prenda con un pequeño toque de orgullo. Hoy te sentías diferente, más en control, como si estuvieras lista para enfrentar cualquier cosa que se te presentara. La mascarilla de ansiedad que habías llevado durante los últimos días parecía haber desaparecido, aunque sabías que no todo estaba resuelto.

Finalmente, terminaste de prepararte, atando tus botas y asegurándote de que todo estaba en su lugar. Al mirar tu reflejo una última vez, te diste cuenta de que había una chispa en tus ojos que no habías visto en un tiempo. Una pequeña sonrisa se formó en tus labios antes de que te dieras la vuelta y salieras de la habitación, lista para enfrentarte al día.

El pasillo estaba lleno de actividad mientras los cadetes se preparaban para sus respectivas clases. Al caminar hacia el comedor, saludaste a algunos conocidos con un gesto de la cabeza, notando cómo algunos te devolvían la sonrisa. No podías evitar sentirte un poco más ligera, como si una nube oscura se hubiera apartado al menos un poco.

Cuando entraste en la cafetería, el bullicio del lugar te envolvió de inmediato. El olor a café y el sonido de las conversaciones llenaban el aire, creando una atmósfera casi acogedora. Escaneaste el lugar hasta que viste a tus amigos, Marcos y Ana, sentados en una mesa cerca de la ventana. Ambos estaban absortos en una conversación, pero cuando te vieron, te saludaron con entusiasmo.

"¡Buenos días, ____!" exclamó Ana, sonriendo ampliamente mientras te hacías un hueco en la mesa.

"Te ves mucho mejor hoy," comentó Marcos, notando la energía en tu comportamiento. "¿Dormiste bien?"

"Mejor que en días anteriores, eso es seguro," respondiste, tomando asiento y alcanzando un croissant del centro de la mesa. "Creo que necesitaba un buen descanso."

Ana asintió con comprensión. "A veces eso es todo lo que necesitamos. Pero me alegra verte más animada. Hoy tenemos un día largo por delante, así que necesitarás toda la energía que puedas reunir."

"Eso no es nuevo," dijiste con una sonrisa, mientras untabas mantequilla en el croissant. "Pero me siento lista para lo que venga."

La conversación fluyó de manera natural mientras desayunabas con tus amigos, hablando de todo y de nada a la vez. Te diste cuenta de lo mucho que habías echado de menos estos momentos sencillos de compañerismo. Aunque todavía sentías la presión de las responsabilidades y las expectativas, por primera vez en días, te permitiste disfrutar del presente.

El tiempo pasó rápidamente, y antes de que te dieras cuenta, era hora de ir a clase. Recogiste tus cosas y saliste de la cafetería con Ana y Marcos a tu lado, sintiendo que el día, aunque lleno de desafíos, sería diferente. Mientras caminabas hacia las aulas, tu mente se llenó de determinación. Hoy sería un buen día. Te lo prometiste a ti misma.

---

KÖNIG

König se encontraba en su oficina, un espacio pequeño y funcional que reflejaba su enfoque directo y sin complicaciones. La luz del día se filtraba a través de las persianas, proyectando sombras sobre el escritorio donde estaban esparcidos varios documentos. A pesar de la aparente calma en el ambiente, su mente estaba en constante movimiento, evaluando y revaluando cada informe, cada solicitud de equipo, cada plan de entrenamiento que tenía que revisar. Era una tarea rutinaria pero esencial, una que requería de su completa atención.

Concentrado en la lista de evaluaciones físicas de los cadetes, König frunció el ceño mientras pasaba las páginas, buscando cualquier indicio de problemas potenciales o áreas que necesitaban mejorar. Su enfoque en el rendimiento individual de los cadetes era implacable; quería asegurarse de que cada uno de ellos estuviera preparado para lo que les esperaba en el campo, tanto física como mentalmente.

Justo cuando comenzaba a revisar los resultados de las pruebas de resistencia, el teléfono en su escritorio sonó, rompiendo la quietud de la oficina. König levantó la vista, su expresión neutral pero alerta, y después de un segundo de vacilación, estiró la mano para tomar el auricular.

"König," respondió de manera concisa, su voz baja y autoritaria.

Al otro lado de la línea, una voz familiar habló rápidamente. Era uno de los oficiales de KorTac, una unidad de operaciones especiales en la que König tenía un papel clave. La voz sonaba urgente, pero controlada, como era típico en su línea de trabajo.

"Coronel, necesitamos reclutas nuevos para la unidad. El mando ha solicitado una lista de los mejores cadetes que tengamos disponibles. Necesitamos candidatos que estén listos para unirse a KorTac tan pronto como sea posible."

König se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Sabía que KorTac no tomaba decisiones a la ligera cuando se trataba de nuevos reclutas; necesitaban lo mejor de lo mejor, y no había margen para errores. Cualquier cadete que recomendara para la unidad debía ser excepcional en todos los aspectos: disciplina, resistencia, habilidades tácticas, y, sobre todo, en la capacidad de manejar la presión bajo fuego.

"Entendido," respondió finalmente, su tono firme. "Voy a revisar los expedientes de los cadetes más prometedores y prepararé un informe detallado. ¿Para cuándo necesitan la lista?"

"Lo antes posible, señor. Hay una operación en marcha, y necesitamos refuerzos. No podemos permitirnos demoras."

König asintió, aunque el oficial no podía verlo. "Les enviaré la lista antes de que termine el día. Me aseguraré de que solo los mejores estén en ella."

"Gracias, Coronel. Confiamos en su juicio."

La llamada terminó, y König colgó el auricular, sus pensamientos ya comenzando a girar en torno a la tarea que tenía por delante. Se levantó de su asiento y caminó hacia una pequeña estantería en la esquina de su oficina, donde guardaba los expedientes de los cadetes más destacados. Sabía que esta decisión no solo afectaría sus carreras, sino también sus vidas. Entrar en KorTac era un compromiso que requería un nivel de dedicación y sacrificio que pocos comprendían por completo.

Volvió a su escritorio con varios expedientes en la mano y los abrió uno por uno. Sabía exactamente qué buscar: cadetes con un historial impecable, pero también aquellos que habían demostrado un carácter fuerte bajo presión, que no se quebraban en situaciones críticas. Cada detalle importaba.

Mientras leía los informes, su mente se detuvo en tu nombre. Recordó tus sesiones de entrenamiento, cómo habías progresado a pesar de los desafíos personales que enfrentabas. Aunque sabías que aún tenías cosas que resolver, había visto en ti algo que pocos cadetes poseían: una voluntad de acero, una capacidad para seguir adelante sin importar las dificultades.

Sin embargo, König también era consciente de que KorTac no era para cualquiera. Era una unidad que exigía lo máximo, que empujaba a sus miembros al límite y más allá. A pesar de lo que había visto en ti, dudaba si era el momento adecuado para recomendarte. Sabía que tenías el potencial, pero ¿estarías lista para soportar lo que vendría?

Con estos pensamientos en mente, continuó revisando los expedientes, pero tu nombre seguía apareciendo en su mente. Sabía que, tarde o temprano, tendría que tomar una decisión. Una decisión que podría cambiar el curso de tu vida.

En el Fuego de la Batalla [König x T/N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora