Capitulo 17

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Al día siguiente, el cansancio se apoderaba de ti mientras intentabas mantener el ritmo en el entrenamiento. Te dolían los músculos y sentías que tus reflejos no estaban al nivel de siempre. Sabías que quedarte hasta tarde hablando con Mateo había sido un error, pero lo disfrutaste tanto que valió la pena... hasta que viste la mirada de König.

Él se mantenía a cierta distancia, observándote en silencio, pero sus ojos helados y tensos decían mucho más que cualquier palabra. En un momento de descanso, se acercó con una rigidez palpable. "¿Estás cansada?" preguntó, aunque en su tono no había genuina preocupación, sino algo más oscuro, algo que parecía a punto de explotar.

"No es nada, sólo... no dormí bien," trataste de explicar, pero él no dejó espacio para excusas.

"Eso se nota. Si no puedes manejar tu tiempo, jamás entrarás a KorTac," sentenció con una dureza que te caló hondo. Y entonces llegó la orden. "Vamos a hacer más repeticiones. Necesitas mejorar, y rápido."

Las siguientes horas fueron un infierno. Los ejercicios se hicieron cada vez más duros, y su presencia siempre detrás, vigilando cada uno de tus movimientos, solo añadía más presión. Parecía que nada de lo que hacías era suficiente. Cada corrección que te daba estaba cargada de una rabia contenida que no entendías del todo, pero que comenzaba a sentirse personal.

"¡Otra vez! No es suficiente," exigía mientras tu cuerpo ya casi no respondía. No era solo el entrenamiento lo que te agotaba; era la intensidad de su mirada, la forma en que sus órdenes parecían más una descarga de su frustración interna que una verdadera guía para mejorar.

Al final del día, mientras intentabas recuperar el aliento, lo viste alejándose, su postura rígida, los puños apretados. Parecía estar luchando consigo mismo, pero su enojo había sido dirigido hacia ti todo el día. ¿Qué era lo que realmente lo enfurecía?

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Después de haber llevado tu cuerpo al límite durante todo el día, König se fue sin decir una palabra más, pero su tensión seguía siendo evidente. Mientras tú intentabas recuperarte, lo viste dirigirse al gimnasio, su paso firme y la mandíbula apretada. Cada movimiento suyo proyectaba autoridad, pero esta vez, también una rabia contenida que parecía estar buscando una salida.

Al llegar al gimnasio, los pocos que estaban allí se apartaron instintivamente. Su sola presencia imponía respeto, pero hoy había algo más en su andar, algo que hacía que nadie quisiera cruzarse en su camino. Se quitó el chaleco con un movimiento brusco, revelando una camiseta de mangas cortas que se ajustaba a sus músculos tensos, listos para explotar. El silencio en el lugar era casi tangible, roto solo por el sonido de sus botas resonando en el suelo.

Con calma, comenzó a vendarse las manos, sus ojos enfocados en el saco de boxeo como si fuera el único escape para su furia. Nadie se atrevía a mirarlo directamente, pero todos sabían que estaba al borde de algo. Cuando terminó de vendarse, se acercó al saco y, sin previo aviso, lanzó un golpe que resonó en todo el gimnasio.

Sus puños golpeaban con fuerza, el saco balanceándose violentamente bajo el impacto. Cada golpe parecía más fuerte que el anterior, como si intentara expulsar todo lo que llevaba dentro, todo lo que no había podido decir ni mostrar durante el entrenamiento. Sus respiraciones eran pesadas, y su concentración, absoluta. El sudor comenzaba a empapar su camiseta, pero él seguía, imparable, como si necesitara romper algo para encontrar alivio.

Era imposible no sentir el poder de su rabia. Era como si estuviera luchando contra algo que no podía controlar, y la única manera de calmarlo era seguir golpeando.

Después de varios minutos de golpear el saco con una furia incontrolada, König finalmente se detuvo. Su respiración era rápida y pesada, como si cada golpe hubiera desgastado tanto su cuerpo como su mente. Miró a su alrededor, y la presencia silenciosa de los demás lo incomodó de inmediato. Sabía que todos lo estaban observando, que sentían la tensión y el poder de su frustración. Eso lo enfureció aún más, pero no con ellos, sino consigo mismo.

En el Fuego de la Batalla [König x T/N]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora