Después del agotador entrenamiento del día anterior, tus músculos dolían con cada paso que dabas. Aun así, te esforzaste por caminar hacia las aulas, queriendo mantener la compostura ante tus amigos. Ana y Marcos te esperaban cerca de la entrada, y apenas te vieron, se acercaron con sus sonrisas de siempre.
"¿Todo bien?" preguntó Ana, notando tu andar más lento de lo habitual. "Pareces haber pasado por una guerra."
"Más o menos," dijiste con una sonrisa cansada, estirando los brazos para aliviar algo de la tensión en tu cuerpo. "König me hizo un entrenamiento infernal ayer. Siento que me han pasado por encima."
"¡Eso te pasa por aceptar entrenar con él!" comentó Marcos, riendo mientras caminaba a tu lado. "Te advertimos que era una mala idea. Ese tipo no tiene compasión."
"Ya me di cuenta..." suspiraste, sin querer entrar en detalles sobre el porqué del duro trato de König. "Pero no puedo rendirme ahora."
Ana te miró con curiosidad, inclinando la cabeza. "¿No lo estás defendiendo, verdad?"
"Para nada," respondiste rápidamente, sacudiendo la cabeza. "Aún estoy molesta por cómo me trató ayer. Fue demasiado."
Mientras charlaban, entraron al aula, buscando sus asientos habituales. El aula estaba algo llena, pero lograron encontrar un lugar cerca de la ventana. Te sentaste con cuidado, tratando de no hacer movimientos bruscos que activaran el dolor en tus músculos. Tus amigos siguieron hablando, pero notaste que el dolor y el cansancio te hacían difícil concentrarte en la conversación.
De repente, algo golpeó suavemente tu cabeza y cayó en tu banco. Al principio, no le diste importancia, pensando que podría haber sido un accidente, pero cuando viste el pequeño papel doblado en tu escritorio, tu curiosidad despertó.
"¿Qué es eso?" preguntó Marcos, mirando el papel.
"No lo sé," respondiste mientras lo recogías, mirándolo con desconfianza. Lo abriste con cuidado, echando un vistazo alrededor del aula para intentar identificar de dónde podría haber venido, pero nadie te prestaba atención.
Al leer el mensaje, tus cejas se fruncieron. "Te veo en la biblioteca a las 15:00hs", decía en letras rápidas, como si hubiera sido escrito apresuradamente. Enarcastes una ceja, perpleja. ¿Quién podría haber enviado algo tan misterioso?
"¿Qué dice?" insistió Ana, inclinándose hacia ti para ver mejor.
"Dice que me vea en la biblioteca a las tres," le respondí mientras doblabas el papel y lo guardabas en el bolsillo de tu chaqueta. No tenías ni idea de quién lo había enviado, pero no estabas segura de si realmente querías averiguarlo. "Qué raro."
Marcos te lanzó una mirada divertida. "Suena como si alguien estuviera tramando algo. ¿Vas a ir?"
"Probablemente no," contestaste con indiferencia, intentando no darle demasiada importancia. "No me gustan las sorpresas."
Ana rió, dándote un pequeño empujón en el hombro. "¡Vaya, qué misteriosa te estás volviendo! Igual deberías ir, por si acaso. Puede que sea algo interesante."
El resto de la clase pasó sin incidentes, pero no podías quitarte de la cabeza ese extraño mensaje. ¿Quién lo había enviado? Y, más importante, ¿por qué?
Finalmente, después de un largo día, te encontraste con Ana y Marcos en la cafetería. Era el lugar perfecto para relajarse un poco después de las clases, y aunque todavía estabas adolorida, la compañía de tus amigos hacía que todo fuera más llevadero.
"Entonces, ¿vas a ir a la biblioteca?" preguntó Ana, dándole un sorbo a su café. "Ya son casi las tres."
"No lo creo," dijiste con una sonrisa mientras revolvías tu bebida. "No tengo ganas de más misterios hoy."
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En el Fuego de la Batalla [König x T/N]
Fiksi PenggemarEn una prestigiosa academia militar, te esfuerzas por destacar a pesar del agotamiento constante. Todo cambia cuando el legendario Coronel Konig, conocido por su valentía y liderazgo en KorTac, llega para dar una conferencia y te encuentra dormida e...