Capítulo 56

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Athena.
La luz de la mañana se colaba suavemente por la ventana, despertándome con su calor sutil. Los días se habían vuelto algo más llevaderos desde el ataque a la organización Smith, la herida en mi costado ya no era un problema, aunque aún debía tomar mis precauciones. Dorian había estado a mi lado todo ese tiempo. Siempre presente y al pendiente.

No podía evitarlo, mi corazón latía más rápido cada vez que pensaba en él. Cómo había sido en todo momento, su constante preocupación por mí, su manera de mirarme como si intentara absorber cada pedazo de mi ser, como si no pudiera permitirse perderme. Y, sin embargo, al mirar al hombre que se encontraba frente a mí esa mañana, veía una calma diferente en él. La misma calma que había intentado buscar tantas veces en su vida, pero que no siempre había podido encontrar.

Dorian estaba preparándose para ir a una reunión en la sede de la organización. Su rostro reflejaba la seriedad que siempre tenía en momentos así, pero su mirada hacia mí seguía siendo cálida, suave. El mundo se detenía por un instante cuando me miraba.

—Te quedarás en casa, ¿verdad? —preguntó mientras ajustaba su chaqueta, su voz grave. Me lo dijo como una afirmación, no como una pregunta, como si ya hubiese decidido por mí.

Yo me quedé en silencio. El quedarme sola en la mansión no me agradaba. Si bien, había estado más tranquila en los últimos días, mi mente seguía siendo un torbellino de recuerdos y preocupaciones. Pero, por sobre todo, sabía que Dorian necesitaba estar centrado en lo que debía hacer.

—Voy contigo —dije finalmente, quería acompañarlo.

Dorian se detuvo al escuchar mi respuesta. Sus ojos se encontraron con los míos, primero con sorpresa, luego con un atisbo de sonrisa contenida. Sabía que no podía cambiar mi decisión.

—Athena, no tienes que venir... —empezó, pero yo lo interrumpí.

—Quiero ir contigo. —Me levanté de la cama y me acerqué a él, mis pasos suaves en el suelo de mármol de la habitación. Le tomé la mano, buscando esa conexión que se había vuelto tan natural entre nosotros. No iba a quedarme atrás. No ahora que todo lo que sentía por él se había convertido en una necesidad de estar cerca, de ser parte de su mundo, aunque solo fuera por un momento.

Dorian suspiró, mirando mi rostro con algo que podría haber sido frustración, pero también una ternura que no podía ocultar. Me ofreció una pequeña sonrisa, una que solo él podía darme, tan genuina como siempre.

—Está bien, rubí. —Su voz suave me hizo sentir que estaba en un espacio que era solo nuestro, uno donde no importaba lo que ocurría afuera, donde estábamos protegidos por lo que estábamos construyendo.

Me sentí segura al instante, como si la decisión de acompañarlo fuera la correcta. No sabía qué esperarme de esa reunión, ni cómo se desarrollaría el día, pero sí sabía que, al estar a su lado, todo lo demás parecía no importar.

Después de un momento, tomé mi abrigo, me puse algo sencillo pero elegante, aunque la situación era de trabajo, siempre había algo en el aire cuando Dorian y yo estábamos juntos. Él me miró una vez más antes de que saliéramos de la habitación. Su mirada cálida.

—Vamos, Athena. —Dijo al final, con un tono de aceptación. Al parecer estaba acostumbrándose a la idea de que no podía apartarme de su vida.

La sensación de estar a su lado, enfrentando lo que fuera juntos, era todo lo que necesitaba en ese momento. Sin importar lo que la organización tuviera preparado para nosotros, me sentía más fuerte con él cerca. Y si algo sabía con certeza era que, a su lado, todo sería más fácil de afrontar.

Me senté junto a él en el coche, el viento alborotando mis cabellos, la ciudad deslizándose por las ventanas. La tormenta que habíamos atravesado aún no había terminado, pero ya no importaba. Con Dorian a mi lado, no había nada que no pudiéramos enfrentar juntos.

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