Leave me alone

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Pov Ale

El sol apenas comenzaba a colarse por las ventanas de la Wawa mientras avanzábamos hacia la siguiente ciudad. Aún estaba un poco adormilada, pero había algo en el ambiente que me hacía sentir ligera, como si un enorme peso hubiera desaparecido de mis hombros. Todo era diferente ahora. Por primera vez en mucho tiempo, no sentía miedo ni incertidumbre. Todo estaba bien.

Caro y yo estábamos en la sala de la Wawa, sentadas juntas en el sofá. Yo había dejado mi bajo a un lado, después de practicar un poco, y ahora simplemente me recostaba contra ella. Tenía mi cabeza apoyada en su hombro mientras sus dedos jugaban suavemente con mi cabello.

—¿Sabías que haces una mueca graciosa cuando estás concentrada tocando? —me dijo de repente, rompiendo el silencio cómodo entre nosotras.

Levanté la mirada, sonriendo. —¿Ah, sí? Pues tú haces una mueca aún más graciosa cuando intentas ser seria.

Ambas nos reímos en voz baja. Había algo tan natural en este momento, tan simple y perfecto, que casi me daba miedo romperlo. Caro era mi refugio, mi calma, y estar así con ella, sin esconderme, sin preocuparme por quién nos viera, era algo que no creí posible hasta ahora.

Le tomé la mano, entrelazando mis dedos con los suyos, y la miré a los ojos. —¿Sabes cuánto te amo? —le dije, mi voz apenas un susurro.

—No más de lo que yo te amo a ti —respondió, y en sus ojos vi reflejado todo el amor y la devoción que sentía por mí.

Nos inclinamos al mismo tiempo, y nuestros labios se encontraron en un beso suave, lleno de promesas. El mundo podía detenerse y no me importaría; tenía todo lo que necesitaba aquí, con ella.

Estábamos tan inmersas en nuestro pequeño universo que apenas noté cuando la puerta se abrió. Al principio, no me di cuenta de quién era, pero cuando levanté la vista, vi a mis padres entrando. Mi corazón dio un pequeño brinco, instintivamente preparado para lo peor. Pero entonces ocurrió algo que no esperaba: mi padre se detuvo, mirándonos por un momento, y luego sonrió.

Era una sonrisa genuina, tranquila. No había juicio ni reproche en sus ojos, solo algo que parecía... aprobación. Algo dentro de mí se rompió y se reparó al mismo tiempo. Caro, sin darse cuenta de su presencia, seguía acariciándome el cabello mientras yo intentaba procesar lo que acababa de ver. Mi madre también sonreía, apoyando una mano en el brazo de mi papá, como si estuvieran compartiendo un entendimiento silencioso.

Por primera vez, sentí que todo estaba bien. No solo con Caro, no solo con nosotras, sino con todo. Mi familia, mi relación, mi vida. Todo encajaba finalmente.

—No dejen que las interrumpamos —dijo mi padre con un tono ligero, como si esto fuera lo más normal del mundo.

Caro se giró hacia él, algo sorprendida, pero al ver la sonrisa en su rostro, simplemente le devolvió una pequeña sonrisa antes de mirarme a mí. Yo solo pude reír, con una mezcla de nervios y felicidad.

Mis padres se retiraron después de unos minutos, dejándonos solas de nuevo, pero el impacto de ese momento se quedó conmigo. Me giré hacia Caro, con el corazón lleno de algo que no podía describir, y la abracé con fuerza.

—¿Qué pasa? —me preguntó, su voz suave mientras me devolvía el abrazo.

—Nada —respondí, ocultando mi rostro en su cuello mientras sonreía—. Todo está perfecto. Por fin, todo está perfecto.

Y lo estaba. Estábamos en movimiento, viajando hacia la siguiente ciudad, hacia lo desconocido, pero por primera vez en mucho tiempo, no sentía miedo. Con Caro a mi lado y mi familia finalmente aceptándonos, sabía que todo estaría bien.

Promise - Alejandra VillarrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora