𝐄𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨

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   -𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐋𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚

El cielo se había cubierto de un gris suave, con nubes que apenas dejaban pasar la luz del día. Era un aniversario especial: tres años desde que Rodrigo me pidió ser su novia. Tres años llenos de risas, aprendizajes, y sí, algunos altibajos. Pero, sobre todo, tres años en los que habíamos aprendido a construir un amor fuerte y sincero.

La casa en Bahía, nuestra casa ahora, tenía un encanto único. Rodrigo la había alquilado hace tiempo, pero con los años la habíamos hecho nuestra. Desde los cuadros que yo pinté para decorar las paredes hasta la guitarra que él a veces tocaba en el patio. Ese día, la lluvia caía con suavidad, dejando un aroma fresco que se mezclaba con el olor del puré recién hecho y las milanesas dorándose en la cocina.

Rodrigo apareció en la puerta de la cocina mientras yo sacaba las milanesas del horno.

—¿Qué onda, chef? ¿Listo el banquete? —me dijo con esa sonrisa que siempre me desarmaba.

—Un par de minutos más y tenés que llevar todo vos. Hoy no pienso mover un dedo extra.

—¿Ah, no? ¿Y qué hago si quiero invitarte a bailar bajo la lluvia?

Lo miré con una mezcla de sorpresa y diversión. Rodrigo tenía esa habilidad de transformar cualquier momento cotidiano en algo especial.

—Primero comé, después vemos —respondí, tratando de ocultar mi sonrisa.

La mesa estaba preparada en el techo, bajo un techito improvisado. Desde allí se podía ver el patio trasero, los árboles mojados por la lluvia y el sonido relajante del agua cayendo. Mientras yo terminaba de servir, Rodrigo abrió una Coca bien fría y sirvió los vasos.

—¿Sabés que con esto me conquistaste, no? —dijo, señalando las milanesas y el puré con la botella de Coca al lado—. Nunca entendí cómo hacías para que todo tuviera mejor sabor cuando lo cocinabas vos.

—Sos un exagerado, pero bueno, feliz aniversario —le respondí, levantando mi vaso para brindar.

Chocamos los vasos con un sonido suave y empezamos a comer. La conversación fluía fácil, como siempre. Hablamos de todo y de nada: de los planes para el verano, de los recuerdos que teníamos del primer aniversario, incluso de cómo habíamos llegado hasta ahí, juntos.

—¿Te acordás del primer aniversario? —le pregunté mientras nos sentábamos.

—¿Cómo olvidarlo? —dijo, riendo—. Me mandé con un asado y casi te intoxico.

—Fue una experiencia... inolvidable, sí —le respondí, burlona.

Mientras comíamos, Hablamos de nuestras primeras citas, de cómo habíamos superado esos miedos que nos frenaron al principio, y de todo lo que habíamos aprendido estando juntos. Cada palabra estaba cargada de cariño y complicidad.

Cuando terminamos de comer, la lluvia ya era más fuerte, pero seguía siendo tranquila, de esas lluvias que invitan a quedarse mirando el cielo. Rodrigo se levantó de la mesa y me tendió la mano.

—¿Te animás ahora? —me preguntó.

—¿A qué? ¿A resfriarme? —respondí, pero tomé su mano de todos modos.

Me llevó al borde del techo, donde apenas caían algunas gotas de agua. La luz tenue del atardecer le daba un toque mágico al momento. Sin soltar mi mano, me miró con esa seriedad que pocas veces mostraba.

—¿Te acordás de lo que te dije hace tres años? —preguntó.

—Me acuerdo de todo —respondí, sintiendo un nudo en la garganta.

𝐂𝐞𝐫𝐜𝐚 𝐝𝐞 𝐓𝐢 - 𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐠𝐨 𝐂𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora