La mañana llegó con un cielo gris y pesado.
Había pasado horas intentando descifrar el sueño de la noche anterior, pero no logré más que agotarme aún más.
Sabía que no podía dejar que mis pensamientos me consumieran, así que decidí mantenerme ocupada.
Los esclavos del castillo siempre tenían tareas que hacer, y pensé que quizás trabajando con ellos podría distraerme.
Cuando llegué al patio, el ambiente era inusual.
Los esclavos hablaban en susurros, sus miradas constantemente recorriendo el lugar como si temieran ser escuchados.
Algunos de ellos trabajaban con las manos temblorosas, y otros apenas me miraban cuando les dirigía la palabra.
Había algo extraño en el aire, algo que no lograba entender.
Me acerqué a Ingrid, una joven esclava que solía trabajar en las cocinas.
Su rostro, normalmente sereno, estaba tenso, y evitaba encontrarse con mis ojos.
—¿Qué ocurre, Ingrid? —le pregunté, colocando una mano sobre su hombro.
Ella se sobresaltó al sentir mi contacto y me miró como si no supiera si confiar en mí o no.
Después de un momento de duda, respondió en un susurro apenas audible:
—Hay rumores, señora. Sobre el mensajero de anoche.
Mi corazón dio un vuelco.
—¿Qué tipo de rumores?
Ingrid miró a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera escuchando, y luego se inclinó hacia mí.
—Dicen que vino a advertir sobre algo… o alguien. Los viejos dicen que es un mal presagio. Y algunos... algunos creen que traerá sangre al castillo.
La mención de sangre hizo que mi mente volviera al sueño.
La imagen de mi padre y su advertencia resonaron en mi cabeza como un eco aterrador.
Pero no podía dejar que Ingrid viera mi miedo.
—Son solo rumores —respondí, intentando sonar tranquila—. No debemos preocuparnos por cosas que no sabemos si son ciertas.
Ella asintió, pero su expresión seguía siendo de miedo.
Pasé el resto de la mañana ayudando con las tareas.
Sin embargo, no pude evitar notar que los esclavos trabajaban en silencio, como si cada uno estuviera atrapado en sus propios pensamientos.
Había un aire de tensión que era imposible ignorar.
Finalmente, decidí que debía intentar averiguar más.
Me acerqué a un grupo de esclavos mayores que estaban reparando herramientas junto a la fragua.
Uno de ellos, un hombre llamado Jorik, era conocido por sus historias y sus conocimientos sobre las viejas tradiciones.
—Jorik, ¿qué sabes del mensajero que llegó anoche? —pregunté directamente.
Él levantó la vista de la herramienta que estaba arreglando y me miró con ojos llenos de cansancio y sabiduría.
—Sé que su llegada no fue casual, señora —dijo en un tono grave—. Y sé que no trae buenas noticias.
—¿Por qué lo dices?
Jorik se tomó un momento para responder.
Dejó la herramienta a un lado y se limpió las manos antes de hablar.
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El Mismo Temperamento +18
FantasyXacnia siempre penso que nadie la entenderia por su mente macabra,nunca penso que encontraria a alguien con el mismo temperamento de locura hasta tal punto de asesinar