Las puertas de madera tallada se abrieron con un leve crujido, revelando un espacio iluminado solo por la suave luz de las velas.
Los esclavos que me acompañaban se mantuvieron en silencio mientras entrábamos en la habitación, y por un momento, el mundo pareció detenerse.
Mis pies vacilaron al cruzar el umbral.
Había imaginado una habitación sencilla, quizás un lecho de paja, una mesa desnuda... pero esto era algo completamente diferente.
Lo primero que me golpeó fue el aroma.
Una mezcla de cera derretida y frutas dulces llenaba el aire, envolviendo mis sentidos en una fragancia acogedora.
Miré alrededor, aún incrédula
En el centro de la habitación, sobre una mesa pequeña, había un festín.
Platos llenos de galletas, tortas decoradas con esmero, frascos de mermelada color rubí y un gran vaso con jugo fresco.
Era un banquete, pero no solo eso.
Había algo más, algo mucho más profundo que la comida.
Los estantes de una biblioteca se alzaban imponentes contra una de las paredes.
Mi propia biblioteca.
Cientos de libros descansaban en los estantes, algunos de aspecto antiguo, otros más nuevos, pero todos me llamaban como una promesa de aventuras y conocimiento que jamás había creído posible tener.
Sentí que el aire me faltaba.
¿Todo esto era para mí?
Cerca de la ventana, un pequeño escritorio de madera oscura sostenía hojas en blanco y pigmentos para pintar.
Mis ojos se llenaron de una mezcla de asombro y confusión.
No sabía si llorar, gritar o simplemente huir.
Todo esto era demasiado, demasiado lujoso para alguien que había pasado su vida como esclava.
—Espero que te haya gustado la bienvenida —dijo una voz familiar desde el rincón más alejado de la habitación.
Ivar estaba apoyado casualmente contra una de las paredes de piedra, su cuerpo apenas iluminado por la luz de las velas.
Me miraba con esa sonrisa misteriosa que solía poner cuando creía haber ganado alguna partida invisible.
Intenté hablar, pero las palabras no salían.
Lo miré, incrédula, y luego mis ojos volvieron a recorrer la habitación.
Era una mezcla de sentimientos lo que me abrumaba en ese momento: gratitud, asombro, pero también una creciente incomodidad.
Antes de que pudiera reaccionar, Ivar se acercó a mí con un paso seguro.
En sus manos llevaba una bolsa de cuero grande, pesada.
La colocó frente a mí, y por un momento, dudé en abrirla.
Finalmente, cuando mis dedos tocaron el cuero, la curiosidad fue más fuerte.
Al abrirla, vi las armas: un cuchillo afilado, una lanza elegante, una espada y un martillo, todos bellamente forjados, brillando bajo la luz cálida.
—Por favor, habla —dijo Ivar con una risa suave, como si mi silencio le causara gracia.
—Es... es demasiado —susurré finalmente, aún sin poder procesar todo lo que había frente a mí.
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El Mismo Temperamento +18
FantasíaXacnia siempre penso que nadie la entenderia por su mente macabra,nunca penso que encontraria a alguien con el mismo temperamento de locura hasta tal punto de asesinar