Prológo
En una aldea remota en la Escandinavia del siglo IX, nacida bajo un cielo perpetuamente gris, vivía una joven llamada Xacnia. Desde temprana edad, su vida estuvo marcada por el dolor y la humillación. Sus padres, Thorgrim y Astrid, eran personas duras, endurecidas por la brutalidad de la vida vikinga, pero incluso para los estándares de su tiempo, su trato hacia Xacnia era cruel.Thorgrim, su padre, era un guerrero veterano, conocido por su brutalidad tanto en el campo de batalla como en su hogar. Consideraba la debilidad como la mayor de las ofensas, y lamentablemente, veía a su hija como una fuente constante de deshonra. Xacnia, una niña de complexión delgada y espíritu sensible, era sometida a duros castigos físicos por cualquier cosa que él considerara una falta. Sus manos fuertes dejaban marcas en la piel delicada de Xacnia, cada golpe un recordatorio de su insuficiencia a los ojos de su padre.
Astrid, su madre, no era menos cruel, aunque su maltrato se manifestaba de manera diferente. Fría y distante, Astrid veía en Xacnia un reflejo de sus propias frustraciones y fracasos. Mientras Thorgrim utilizaba la fuerza bruta, Astrid prefería la manipulación emocional y el desprecio constante.
--No sirves para nada-- le decía, sus palabras afiladas como cuchillos.
--Eres una carga, una vergüenza para nuestra familia.La vida de Xacnia tomó un giro aún más oscuro cuando, en un intento por aliviar sus problemas económicos, sus padres decidieron venderla. Fue una noche de invierno cuando un mensajero llegó con una oferta del rey Craven , un monarca conocido por su arrogancia y crueldad. Sin pensarlo dos veces, Thorgrim y Astrid aceptaron, viendo en la transacción una oportunidad para deshacerse de lo que consideraban un estorbo.
El viaje al castillo de Craven fue largo y agotador, pero nada pudo prepararla para el infierno que le aguardaba allí. Craven era un hombre imponente, de presencia intimidante y corazón frío. Desde el momento en que Xacnia puso un pie en el castillo, quedó claro que su vida iba a ser aún más miserable. El rey la trataba como a un objeto, una posesión más para exhibir y humillar.
Las humillaciones eran diarias y variadas. Obligada a realizar los trabajos más arduos y degradantes, Xacnia rara vez tenía un momento de respiro. Harald se deleitaba en hacerla sentir insignificante, ridiculizándola frente a su corte.
--Mira a esta criatura patética,-- decía, arrancando risas crueles de los nobles presentes.
--Ni siquiera sirve para servir el vino sin derramarlo.Las noches eran las peores. Xacnia, agotada y con el cuerpo adolorido, se acurrucaba en el rincón más oscuro de sus aposentos, soñando con un escape que parecía imposible. Sentimentalmente destrozada, anhelaba huir del castillo, del rey y de su propia desdicha. Las paredes de piedra fría se sentían como una prisión, y cada día que pasaba, su espíritu se rompía un poco más.
La angustia de su tormento se alimentaba del resentimiento y el deseo de venganza. Imaginaba escenarios de brutalidad, donde el rey sufriría como ella lo había hecho.En su mente creció una oscuridad fría, sin miedo. El único temor de Xacnia era el lado oscuro que emergía en ella misma.
Pero por ahora, debía seguir soportando, un día a la vez, la brutalidad de un destino que parecía ineludible.
CAPITULO 1
Desde muy temprana edad mis pensamientos no eran normales,no se si era por la constumbre de los golpes de mi padre cada vez que no comia,o no obedecia,o simplemente porque respiraba.Al principio era muy doloroso,derramaba lagrimas como fuente de lagrima,pero luego un dia donde me arrebato un ventanal de vidrio sobre mi rostro,nunca nadie me ayudaba asi que simplemente me puse firme,trate de estar seria y quieta,con las pocas fuerzas que me quedaba fui a sacarme cada pedazo de vidrio sobre mi.
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El Mismo Temperamento +18
FantasíaXacnia siempre penso que nadie la entenderia por su mente macabra,nunca penso que encontraria a alguien con el mismo temperamento de locura hasta tal punto de asesinar