Cap 13: Las desgracias nunca llegan solas.

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(Angie)

Han pasado apenas 3 días desde lo sucedido en el cumpleaños de Subaru quien no me ha llamado, ni me ha escrito, ni nada, una parte de mi quiere apegarse a lo que dijo Kento ¨él volverá a buscarte¨ pero luego recuerdo mi vergonzoso comportamiento y lo dudo mucho, chico como ellos quieren chicas que no causen problemas, que se mantengan en las sombras y que actúen de manera obediente, pude ser ese tipo de chica pero el alcohol y los celos que he intentado negar rotundamente sacaron lo peor de mi; no obstante para empeorar las cosas aun no puedo disculparme con Marian, continuamos sin dirigirnos la palabra y es tan incomodo, pero soy demasiado cobarde para abordarla repentinamente, ni siquiera sé si va a perdonarme alguna vez.

Me miro al espejo, recojo mis cabellos en una coleta alta, me palmeo las mejillas y decido concentrarme en mi trabajo, si lo pierdo a causa de conflictos personales jamás me lo perdonaría, así que retorno a mis clases luego del almuerzo he intento no pensar en todo el remolino de conflictos, porque es algo que cierta chica me enseño ¨Tu vida personal no puede afectar tu vida profesional porque si pierdes ambas cosas entonces no tendrás incentivos para continuar¨ Ciertamente yo estoy aquí porque quise venir a vivir a este estupendo país y no para involucrarme con un hombre y tirar mi esfuerzo por la borda. Llego a casa y Marian no está, ahora suele llegar luego de las 9pm, solo para bañarse, tender su futon y dormir, incluso se levanta más temprano que yo para irse antes; me siento sumamente mal, apenas y converso con mis colegas porque ella es la única amiga cercana que tengo o solía tener. Y así los días transcurren, cada vez me hundo en mi soledad, en mi cobardía por no poder disculparme ya que tengo miedo de recibir una patada en las tetas; termino mi turno de trabajo, hoy salgo temprano y no me apetece volver a casa, así que me planteo el ir a comer a uno de esos cafés para chicas donde te atienden mayordomos y te tratan como una princesa, resoplo ya que hasta ahora logro entender la popularidad de esos sitios, son lugares dedicados a mujeres que tienen un mal día, pero sería demasiado humillante que una mujer que vista un uniforme de profesora concurra un establecimiento así, a pesar de mi corta edad seguro quedare tachada como una maestra solterona que convive con 50 gatos, así que me quedo parada como idiota aunque la luz verde indica que puedo cruzar ¿A dónde debería ir? Saco el celular de mi bolso para mirar la hora y justo entra una llamada, todo el ruido de la calle parece desaparecer cuando leo el nombre de ¨Subaru¨ mis manos empiezan a temblar y automáticamente respondo al llevar el celular a mi oído escucho su hermosa voz pronunciar un...

—Hola Angie —ahora todo mi cuerpo tiembla, pero busco alejarme rápidamente de la multitud.

—Hola Subaru ¿Qué tal todo? —mi voz es un hilo, hablar con él luego de varios días de incertidumbre y sin saber si aun está molesto es tan doloroso.

—Bien, ¿estás ocupada? Hay bastante ruido —logro encontrar una pequeña callejuela donde el ruido es menos molesto, me recargo en una pared ya que no me fio de mis piernas.

—Solo estoy de camino a casa...

—¿Quieres cenar? Hay cosas de las cual debemos hablar —mi corazón se estruja, no tengo un buen presentimiento de esto, solo bastaría rechazar la invitación pero, quiero verlo.

—Está bien

—¿Dónde estás? Puedo pasar por ti si estamos cerca —le indico la dirección y afortunadamente o desafortunadamente esta cerca del lugar, así que en cuanto corta la llamada tomo un respiro y salgo a la avenida principal, aprieto las asas de mi maletín mientras espero en el borde de la acera, no sé ni cómo voy a reaccionar, los nervios no me dejan siquiera aclarar la mente, los minutos se pasan lentamente, con una mano sacudo mi ajustada falda negra que llega hasta sobre mis rodillas, verifico mi camisa blanca de la cual desabrocho un par de botones para crear escote ¡¿Por qué hago esto?! Me arrepiento pero cuando intento abrocharlos un hermoso auto negro se aparca justo frente a mí, baja el vidrio y me invita a subir, lo cual hago con tanta calma como ansioso cuerpo me lo permite.

Estrella oxidada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora