Cap 15: Espejismos de los cerezos.

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(Angie)

Tokio es enorme, hay cientos de cafetería y casualmente a Subaru se le antoja venir a esta, si antes no creía en las maldiciones pues creo que empezare hacerme la idea de que traigo una encima, para colmo esta mirándome, sonriendo con sorna como si supiera que trato de olvidarlo con alguien más, me acomodo en mi asiento e intento ignorarlo, asiento a todo lo que dice Takuya-san aunque no tengo idea de sobre que habla, pero es esto o que el rubio se percate de que ha causado un terremoto en mi día.

—¿Angie? —espabilo y vuelvo mi vista hacia mi acompañante —¿Estás bien? ¿Acaso sucede algo? —niego rápidamente, le regalo una sonrisa para cubrir mi notoria distracción, con discreción intento ubicar al rubio nuevamente pero no lo noto, por un momento me siento mas cómoda pero también desilusionada, tal vez solo esperaba una pequeña seña para salir corriendo a sus brazos; intento mantener la conversación con el hombre moreno hasta que una voz familiar vuelve a revolverme el estomago, levemente doy un vistazo a la mesa que está al lado, relajado como si nada ocurriera un despreocupado Subaru ordena algo, empiezo a sentirme peor —Estas un poco pálida.

—No es nada Takuya-san —su celular suena y pide permiso para ir a contestar la llamada así que me deja sola cosa que no quería, solo me limito a revolver lo poco de café que aún queda en mi taza para intentar distráeme.

—¿Piensas ignorarme todo el rato? ¿Aun sigues enojada? —y eso es lo que hago, ignorarlo, pero pronto la silla donde yacía mi acompañante es ocupada, alzo la mirada solo para encontrarme con la sonrisa de Subaru quien se acomoda el cabello levemente.

—Estoy con alguien, vuelve a tu mesa antes de que ocurra un mal entendido —le reclamo seriamente pero él parece tomárselo a chiste.

—Pude notar que te diviertes mucho —comenta con todo el sarcasmo del mundo.

—Que él no se comporte como idiota no quiere decir que sea aburrido —enarca una ceja con incredulidad —Es un hombre maduro, tiene intereses diferentes...—asiente repetidas veces con cara de que no me cree una mierda y no sé porque me dan ganas de reír debido a los nervios, detesto lo insoportable que puede llegar a ser pero ciertamente me están matando del aburrimiento —Es maduro y ya vete a tu mesa, no quiero malentendidos —enfatizo lo ultimo porque tal vez él también está esperando a alguien.

—Te ves muy bien.

—Por favor no quieras comportarte como un típico ex —me trabo al casi decir exnovio y solo termino por resoplar, mis nervios no soportan tanto, me peino el cerquillo de lado he intento aparentar calma.

—¿Por qué tanto rencor si tú fuiste quien huyo ese día? —la gota que derramo el vaso.

—¿Qué querías que hiciera? Primero me dices que ya termino y ahora intentas atribuirme la culpa, tú eres imposible, me voy antes de que esto empeore —sin más alzo la mano en cuanto veo a la mesera, esta se acerca y pido la cuenta.

—¿No me extrañas?

—No, Subaru, no, ni un poquito —se lleva una mano al pecho, hace una mueca de dolor, fingiendo que mis palabras lo hirieron cuando en realidad no es así pero es tan estúpidamente tierno.

—Yo te extraño —suelto una risa carente de emoción mientras le hago una mala cara, tan pronto como la mesera llega reviso mi bolso para pagar tan rápido como mis torpes manos me lo permitan —Angie, en serio, te extraño y quiero que volvamos a vernos —por favor dios ¿Por qué no me hiciste mas fuerte o menos débil? Ya mi vista se ha tornado borrosa debido a la capa cristalina que se concentra en mis ojos, con todo y temblor logro poner el dinero sobre la mesa, Subaru aprovecha para sostenerme de las manos —Hablemos.

Estrella oxidada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora