Estrella oxidada.

Cap 23: Heridas

(Angie)

—Al fin te veo, ya estaba a punto de olvidar tu rostro —me fulmina con la mirada, es que ya estamos a mitad de semana y hasta ahora es que ella ha vuelto al departamento —Te noto mas bajita, tal vez perdiste unos cuantos centímetros de dignidad.

—¡Bueno ya! No te pases que para arrastrada tu —revisa la nevera y saca una bebida achocolatada —Me alegra saber que no quemaste el departamento durante mi corta ausencia —lo dice por mis habilidades en la cocina.

—Eso es cruel ¡Por eso es que Kuina se enoja contigo! —hace caso omiso y se va a la habitación, se sienta en el borde de la cama y le sigo porque quiero saber que paso entre ellos —¿Le pediste disculpas? —asiente —¿Te perdono? —asiente otra vez —¿Eres hermana de Meto que te gusta andar hinchando las pelotas haciéndote la muda? —y para mi sorpresa asiente, bufo en mi exasperación.

—Si te contara todo lo que paso seguro me tacharías de rara.

—No necesito saber nada más para tacharte de rara —la zarandeo un poco hasta que casi se ahoga con su bebida —Vamos Mari, somos amigas, cuéntame —se lo piensa.

—No es nada importante, solo me arrastre un poquito —no me fio ni un poco de lo que me dice pero sé que es imposible que me cuente algo demasiado personal, al menos se que guarda de manera celosa todas las cosas que le he confiado, termina la bebida y me entrega el envase —Me daré un baño ¿Puedes hacer la cena tu? —asiento, de inmediato me voy a la cocina, no tengo ni puta idea de que preparar ¿Por qué tengo que ser tan inútil? Tendré que consultar con la audiencia, me toca ir hasta el baño y sin más abro la puerta topándome con una enana en cueros.

—¿Qué...—la pregunta queda atascada en mi boca al mirar algo bastante perturbador, de inmediato me grita y me cierra la puerta en la cara hasta el punto de lastimarme la nariz, me sobo con una mano mientras que con la otra golpeo la puerta —¡Ahora sí que necesito una explicación! —no hay respuesta del otro lado, pero yo sigo golpeando —¡Marian!

—¡No tengo nada que explicarte, ve a preparar la cena! —me enfurezco aun mas, giro la perilla pero tiene seguro.

—¡¿Cómo que no?! ¡Se supone que somos amigas! ¡Si no me explicas yo me hare ideas raras y quien sabe que cosas decida hacer! —no tenía necesidad de hacerme ideas raras, esas marcas eran de una paliza y estoy más que segura que todo es cortesía del idiota ese, pero aun no me entra en la cabeza que Marian se deje golpear ¿Tanto lo quiere? —¡¿Cómo puedes dejar que alguien te maltrate de esa manera?! —otra vez la imagen de la pequeña espalda de mi amiga llena de marcas viene a mi mente y me rompe el alma, termino llorando como idiota sensible que soy hasta el punto de terminar sentada sobre el suelo porque no resisto tanto dolor, es imposible querer tanto a alguien como para permitirle que te haga daño, incluso yo, siendo una estúpida enamorada, sin pensarlo le estamparía un golpe en la cara a Subaru si se intenta poner machito; golpeo la puerta un par de veces más, pero ya sin energías, al cabo de unos minutos se abre la puerta, alzo el rostro topándome con ella, sujetándose la toalla a la altura del pecho con sus pequeñas manos.

—¿Se puede saber que haces en el piso llorando como una magdalena? ¿Quién demonios se murió? —la tierna imagen que tenia pronto se rompe, me seco las lagrimas y me pongo de pie.

—¿No piensas decir nada sobre eso? Seguro que si lo acusamos con la policía ya no volverá a molestarte —pasa de mi y se va al pequeño closet a buscar un pijama y ropa interior.

—No acusaremos a nadie, ya deja el drama —se quita la toalla para vestirse y aprovecho de acercarme, la sujeto de un brazo y hago que me muestre ya que soy más alta —Déjame en paz —como trae el cabello recogido puedo apreciar claramente el montón de marcas, algunas violáceas y otras rojizas que parecen bastante resientes.