Cap 22: Querido desgraciado.

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(Marian) 


Ni esa noche, ni en la mañana, ni en la tarde, el visto continuaba persistiendo, ya perdí la cuenta de cuantos mensaje le he enviado, me revuelvo sobre la cama, hoy me ha tocado estar sola ya que Angie se fue con Subaru a pesar de que no quería abandonarme pero insistí en que estoy bien a pesar de que estoy lamentándome como un alce herido mientras juego con el collar que me obsequio Kuina ¨Marinyan¨ ese estúpido apodo me pone melancólica, le doy vueltecita a la placa y hasta ahora me doy cuenta de que hay algo mas escrito ¨Propiedad de Kuinyan¨ no resisto mas, me levanto para arreglarme he ir a buscarlo, tomo el primer taxi vacio que se cruza en mi camino y ya en menos de lo que canta un gallo estoy parada frente al edificio donde vive, me sudan las manos, me tiemblan las piernas cual flan en terremoto ni siquiera tengo la mas mínima idea de que decirle, llamo por el intercomunicador con la pequeña esperanza de que no esté en casa pero su voz pronto se escucha, me quedo pasmada sin poder articular palabra alguna.

—¿Quién es? —intento hablar pero mi voz se rehúsa a salir —¿Marian?

—Si —musito con debilidad, lo oigo resoplar pero me abre la puerta, mis nervios se elevan hasta la estratosfera mientras subo hasta su departamento, al llegar la puerta está abierta así que entro, cierro y no olvido el quitarme las zapatillas antes de caminar hasta la pequeña sala donde me topo con él, su semblante es peor de lo que imaginaba.

—Antes de que digas algo debo aclarar que dudo mucho el que pueda perdonarte, pero si esto te hace sentir mejor y te ayuda a continuar con tu ocupada vida llena de cosas importantes entonces no hay problema —está sentando en el sofá bebiendo un jugo de cajita.

—Lo se, es algo que tengo muy en claro.

—Discúlpate ya, tu presencia me resulta bastante molesta, es un fastidio tener que aguantarte —está diciendo justo lo que yo le grite ayer y duele demasiado.

—No sé cómo empezar —intento calmar mis inquietas y sudorosas manos metiéndolas en los bolsillos de mi pantalón, me para justo frente a él y me inclino de manera respetuosa —Estoy muy arrepentida por mis actos, solo puedo decir que lo siento mucho —pronuncio casi como un robot.

—¿Así pretendes que te perdone? Sé que puedes hacerlo mejor —un paso más a la absoluta humillación no quería decir nada, despacio termino postrándome ante él, mi frente pegada al suelo como quien pide misericordia a un dios.

—Yuuho-san, estoy muy arrepentida de lo que hice, fui una total idiota así que me disculpo sinceramente —le escucho sorber hasta que no queda jugo y el ruidito molesto me hace sentir como la mujer más estúpida del universo, pero así me quedo en espera de sus palabras.

—No suena como si te saliera del corazón, después de todo eres una persona a la que nadie le importa ¿Cómo podría saber si eres sincera? —yo he cavado mi propia tumba, solo me toca aceptar que él jamás me perdonara, me siento sobre mis piernas totalmente resignada, de mi sudadera saco el collar que me obsequio y con mucho pesar se lo tiendo.

—Tienes razón, no hay motivos para que creas en mis disculpas, soy muy mala para estas cosas, también te entrego esto para que te deshagas de el, jamás me perteneció porque nunca lo honré ni lo use con orgullo —toma el accesorio y lo deja descansar sobre su regazo, sorbe nuevamente el jugo haciendo ruido —Solo eso tenía para decir, cuenta ciegamente con que no te molestare mas —me pongo de pie y hago una reverencia.

—Quítate la ropa —todo mi cuerpo se paraliza al instante, mi cerebro es incapaz de analizar esa información, me atrevo a preguntar que dijo y repite las mismas tres palabras, aun desconcertada mis temblorosas manos se deshacen de mi sudadera, luego mi playera y a continuación mi pantalón —Toda y si te atreves a protestar saldrás por esa puerta y cumplirás con tu palabra de no volver a molestarme —esta vez me libro de mis calcetines como puedo ya que me tiemblan las piernas, la sala está demasiado iluminada y eso me avergüenza, pero si hago esto puede que Kuina me perdone, mi sujetador va a parar al suelo junto con mis otras prendas, mis bragas se suman al instante, ahora estoy totalmente desnuda frente a él, mi corazón late con demasiada fuerza —Gira —soy obediente lo hago despacio hasta estar frente a frente de nuevo —Si realmente estas arrepentida aceptaras el castigo y puede que te perdones, si quieres volver a ponerte esto tendrás que ser obediente —asiento y siento como mi dignidad cae en un pozo sin fondo, al fin se pone de pie, me indica que le espere así que no me muevo ni un centímetro, cuando regresa me muestra una larga y delgada varilla que parece de bambú—Te azotare con esto, va a dolerte mucho, puede que rompa tu piel y deje marcas ¿Está bien?

Estrella oxidada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora