Cap 16: Mundo al revés

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(Marian)

—¿Kuina qué pasa? ¿Qué es todo esto?

—No es nada putilla, tu solo pórtate bien —frunzo el ceño, odio que me llame de esa forma y antes de protestar, me hace entrar a una habitación muy bonita, esto no me da buena espina pero al dar media vuelta me topo con la delgada figura de Kuina quien se abalanza a mis labios sellándolos en un profundo y delicioso beso como él tan solo puede darlos, le rodeo del cuello con mis brazos, hundo mis manos en su cabello mientras las de él recorren mi espalda, pero siento a alguien más detrás de mi así que rompo el beso y me zafo de todo el asunto.

—¿Qué está pasando aquí? Porque no tengo idea y la verdad no me está gustando todo este ambiente —exijo una explicación porque acabo de deducir que estos dos se la quieren montar conmigo y no, gracias.

—¿Acaso no le has dicho? Eres muy cruel Kuina.

—No debería importarte, al final la última vez aclaramos que solo estas para sacarme las ganas y esta noche me place compartirte un poco con mi amigo ¿Qué hay de malo en eso? —cada palabra solo termina por aumentar mi ira y su sonrisita de idiota solo me dan ganas de pegarle.

—Tranquila, igual vamos a tratarte como toda una princesa —el moreno se me acerca y yo obviamente pongo distancia.

—¡Pues a mí no me parece esto! Kuina me quiero ir.

—Venga no seas estrecha —y en cuanto Daichi se me echa encima le estampo un puñetazo en la cara ya que para su desgracia no es muy alto —¡Pequeña perra! —me alza la mano y por supuesto que yo me armo de valor para soltarle otro golpe o cuantos más sean necesarios pero Kuina se pone en medio y nos separa—¡¿Qué mierda le pasa a esta puta?! —se lleva una mano a la nariz la cual empieza a sangrarle.

—¡Tampoco es para que la maltrates! Ya ha dicho que no quiere, solo toca buscar otra.

—¡Les deseo suerte porque yo me voy! ¡Que tengan una bonita noche! Y Daichi-san ¡Puta tu madre, maldito cabron! — sin más, salgo a toda prisa de la habitación porque estoy jodidamente furiosa, recupero mis pertenecías disimuladamente y salgo del departamento aunque me importa una mierda si medio edificio se entero, en cuanto tomo el ascensor Kuina me alcanza a pesar de que estaba presionando el botón repetidas veces porque simplemente no quiero hablar con él ni ahora ni nunca.

—¿Qué sucedió? —y continua jodiendo todo.

—¿Qué sucedió? ¡¿Qué sucedió?! Dime que esa pregunta es una broma porque en serio solo a ti se te ocurre preguntarme eso luego de que pretendías montarte la fiesta conmigo ¡Podrías haber tenido la bondad de preguntarme si yo quería formar parte de esto, así ambos nos hubiéramos ahorrado esta mierda! —mis gritos se cortan y las lagrimas empiezan a correr por mis mejillas, él esta estático, intento calmarme pero simplemente no puedo más, Kuina me ha lastimado demasiado al hacerme esto —¡Y estas lagrimas son de rabia no te creas que me afectan tus estupideces! —intento recomponerme pero simplemente me siento fatal, me desmorono otra vez frente al idiota este.

—Te llevare a casa.

—¡Se llegar sola! Además tienes que ir a buscar alguna que llene el vacio que yo deje, aunque claro seguro te basta con una llamada para tener a todo un harem a tu disposición —en cuanto la puerta se abre en recepción intento bajarme pero Kuina me retiene con tanta fuerza que llega a lastimarme.

—Marian, lo siento, por favor déjame llevarte a casa —dice apenas las puertas se vuelven a cerrar, me quedo inmóvil pero las lagrimas no dejan de brotar, siento mi rostro empapado con lo mucho que odio llorar y peor aún, que un imbécil me vea en este estado es algo que jamás me perdonare, al final solo me toca dejar que me lleve, subimos al auto pero lo primero que hace es intentar secar mis lagrimas con un pañuelo desechable, le aparto la mano bruscamente, me hierve la sangre y de quien menos quiero esos gestos es de él —No pensé que te molestaría tanto.

Estrella oxidada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora