Capítulo Veintisiete

330 24 17
                                    

''MIENTRAS SOMOS, LA MUERTE NO ES Y CUANDO LA MUERTE ES, NOSOTROS NO SOMOS''

El pitido de la alarma del móvil suena un par de veces. Pulso la tecla de mi teléfono y vuelvo a tumbarme a su lado. Balancea la cabeza de un lado a otro y suelta un quejido. Levanto la vista hasta su barbilla y de ahí hasta sus labios. Se balancean hacia arriba y hacia abajo, al ritmo de su mandíbula, y se abren y se cierran. La lengua roza sus dientes perfectos, pero yo no lo escucho. Solo puedo centrarme en esos labios finos y carnosos a la vez, perfectos. Los labios que dibujan esas sonrisas de película y que me arrancan a mí otras tantas. Gira un poco la cabeza hasta chocar casi con mi frente, que descansa a su lado sobre la almohada blanca. Sus ojos se abren despacio y con pereza hasta encontrar los míos, que buscan desesperada ese verde. Me sonríen con mirarme y alarga el brazo hasta mi cintura, pegándome a él todo lo posible, en un movimiento tan suyo que casi me resulta ya familiar. Y lo único que pienso ahora es en no tener que moverme de allí nunca. En poder quedarme tumbada en esa cama con él para siempre. Vuelve a cerrar los ojos y apoya la barbilla sobre mi pelo despeinado.

-Quédate un ratito. Durmamos cinco minutos más.-repite, aunque la primera vez no estaba escuchando.

-No puedo,-respondo sonriéndole y tratando de liberarme de su abrazo- tus padres vienen a las diez, ¿recuerdas?

Suelta otro quejido y vuelve a atraerme hacia él cuando ya casi estaba fuera. Ahora soy yo la que se queja. Sus labios recorren mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja y un escalofrío me recorre entera, a la vez que sus manos bajan por mi abdomen sobre su camiseta blanca hasta mis caderas, y se vierten entre mis muslos.

-Tengo que irme, Nico.-logro suspirar al fin.

-Solo un ratito más.

Y se le dibuja una sonrisa de lado. Agarro sus muñecas y ejerzo toda la fuerza que puedo hasta salir de la cama, aunque mi cuerpo entero me pide todo lo contrario. Me hace pucheros desde el colchón y se agarra a la almohada. Está tan dormido que apenas puede abrir los ojos del todo, y su pelo viaja en todas las direcciones, como el mío. Cojo mis pantalones granates de la silla y meto la pierna derecha y luego la izquierda. Me pide un striptease agitando los brazos en el aire desde la cama y me quito su camiseta y se la lanzo a la cara.

-¡Ahora el sujetador! ¡queremos el sujetador!

Suelto una carcajada y niego con la cabeza, pero él sigue insistiendo hasta que me pongo el jersey y suelta un gruñido de desilusión. Me calzo las zapatillas y guardo mi teléfono y mis llaves en los bolsillos. Me acerco para darle un beso pero me coge de las caderas y tira hacia abajo, haciendo que me caiga sobre él. Sonríe y me besa, y aprovecho para morderle el labio y escapar. Me lanza la almohada y me giro para sacarle la lengua, entonces pone cara de no haber roto un plato en su vida.

-¿Me llamarás?-pregunta sobreactuando e incorporándose en la cama.

-Ni lo intentes, muñeco. No soy mujer de un solo hombre.

Y aún puedo oír cómo se ríe desde fuera. Cuando la puerta del ascensor se abre me cruzo con una pareja mayor que reconozco al instante. Suspiro de alivio por dentro y doy las gracias por no haber tardado un poco más de salir de casa, son los padres de Nico. Y han estado a nada de pillarnos durmiendo juntos. Por suerte aún no me conocen. Nico y yo hemos decidido ir despacio en ese aspecto. Vamos en serio, pero no queremos precipitarnos. Los dos estamos de acuerdo, y por mi parte, cuanto más tarde en conocer a mi familia, mejor.

Mis días desde entonces no han hecho más que mejorar. No sé si ha sido mi vida o la forma de mirarla, pero ahora soy realmente feliz. No me duele ni me molesta nada, ni siquiera Lidia y compañía con las suyas. Ya no me afectan, y se han dado cuenta de que sus putadas no me hacen daño. Como ese era su principal objetivo y son incapaces de alcanzarlo ya no les importo. Mi actitud positiva ha hecho que muchos de mis problemas desaparezcan. Ahora me tomo algo más en serio todo el tema de los estudios y voy con más ganas a clase. La media de bachillerato ya cuenta para la universidad, y me gustaría poder entrar en alguna en el futuro, aunque aún no sepa a qué me quiero dedicar. Nico y Elvira me ayudan mucho con este tema, y estoy empezando a aprobar casi todos los exámenes. Es para estar orgullosa.

VALENTINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora