''EL DOLOR ES UN ENSAYO DE LA MUERTE''
Paso los días siguientes metida en la cama, inerte, sin hacer absolutamente nada. No duermo. No como. No pienso. No salgo de esta ni para ducharme. Paso día y noche despierta, mirando el techo de estrellas sin pestañear. Tampoco respiro, mi cuerpo ni siquiera sirve para eso. Solamente espero, paciente y tranquila, a que la muerte aparezca de una vez por todas por la puerta, para llevarme de vuelta con mi hermano, con mi abuelo, con mi abuela. Con aquellos a los que realmente quiero. Dejé de llorar cerca de la tercera o cuarta madrugada. Ya no me quedaban (ni me quedan aún) lágrimas en el cuerpo que poder derramar. Nico me dejó algo de espacio después de mi arranque de ira de la semana pasada, pero a los pocos días apareció en la puerta de casa, con un t'estimo en los labios y una mirada compasiva. Como si fuera lo que realmente necesito en estos momentos. Como si fuera lo que realmente he necesitado en algún momento. Más compasión. Fue una de las pocas veces que me levanté de mi cama, por no decir la única desde que me metí en ella, y un minuto después ya estaba otra vez bajo las sábanas, sepultada y medio muerta. O del todo. Ya ni siquiera estoy segura. Desde entonces Nico acostumbra a venir todas las tardes, con la falsa esperanza de poder salvarme, de sacarme a flote de este oscuro pozo en el que he vuelto a caerme. Como hizo una vez, pero incapaz de aceptar el hecho de que todo eso no se repetirá de nuevo. A pesar de todas las palabras bonitas del mundo, historias, sonrisas y canciones que pueda cantarme. Me tendió la mano y me ayudó a sacudirme, pero alguien volvió a empujarme y me rompió los codos en el acto. Ahora no puedo incorporarme del suelo, y por mucho que extienda la mano no seré capaz de agarrarla nunca. No se da cuenta. No quiere darse cuenta. Ingenuo.
La muerte de mi hermano abrió un agujero negro que todo lo traga y me lanzó de vuelta al fondo del abismo. Y ya ni Nico ni nadie en el mundo podrá sacarme de allí de nuevo. No puedo escalar esta pared de nuevo. Me duelen demasiado las manos y las rodillas. Estoy rota del todo, y de una vez por todas, muerta.
-Valentina, mírame.
Levanto la mirada cansada hacia el chico sentado en mi silla de escritorio. Lleva hablando un rato, pero yo ya no lo escucho. Yo ya no escucho a nadie. Se incorpora en su sitio e inclina el cuerpo hacia delante, apoyando los codos en las rodillas. Me mira y yo correspondo su mirada, pero estoy vacía. Estoy vacía y ausente. Lleva puesta la sudadera del equipo y el pelo alborotado y sin peinar. Ese color verde con el que me topé meses atrás ya no me produce ningún cosquilleo. Quizá sea porque ya no me mira de la misma forma. Ya no me mira como me miraba antes, me doy cuenta. Y también me doy cuenta de que no puedo hacer nada para cambiar mi situación. El amor se ha roto y los trocitos son demasiado pequeños como para tratar de pegarlos. Yo ya no puedo hacer nada, así que casi instantáneamente tiro la toalla. Oírle hablar hace unas semanas era despertar un huracán en mi estómago, ahora me es tan indiferente como toda la vida a mi alrededor. Carece de importancia alguna.
-No puedes estar así siempre. Tienes que salir. Hacer cosas. Distraerte.-y espera a que yo responda, replique o me queje, pero no es así- Salgamos, te hará bien.
No respondo ni me muevo de mi sitio. Nico continúa hablando, pero yo he vuelto a dejar de escucharlo. Me he ido otra vez, como acostumbro últimamente, o como realmente he hecho siempre. No estoy así siempre. Hace unas semanas yo era feliz ¿recuerdas? Yo era feliz. Duró poco, pero eso no significa que no haya sido real. Ni que no haya marcado un antes y un después. Ahora es mi turno de estar triste. Ahora me toca volver a lo del principio. Antes de salir conmigo ya sabías a qué te exponías. Soy una chica triste, y no cambiaré. Intenta animarme, pero de nada sirve. No tiene ni idea de tratar con personas deprimidas, y yo lo he estado toda la vida. Y así son todas las tardes; el chico viene, se sienta y me habla. Yo paso de él. Se va y vuelve al día siguiente. Así todos los días. Así cada tarde de este horrible infierno.
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VALENTINA
General Fiction''Estoy haciéndolo bien, pero realmente me siento como si me condenaran a muerte. Y siendo yo es una completa ironía... Llevo ya dieciséis años muerta.'' Valentina es básicamente un conjunto de baja autoestima, continuo estado de ánimo nulo, desenga...