''CON UN PIE EN LA TUMBA TODO SE VE DESDE OTRA PERSPECTIVA''
Me quito la camiseta blanca y la tiro encima de la cama. Ya van trece. Miro indecisa el armario, que a estas alturas ya está todo revuelto, en busca de algo que poder ponerme con esa falda negra y gastada. No tengo nada. Vuelvo a revolver todos los montones, pensando que así aparecerá algo nuevo, estiloso y perfecto que poder llevar a la fiesta de casa de Lucía. Ni siquiera me ha invitado, pero según lo que he oído, es una de esas fiestas en las que nadie está invitado y se presenta todo el mundo. No creo que haya ningún problema en que yo también me presente, supongo. A no ser que no me dejen entrar. Mierda, ¿y si no me dejan entrar? No pienses en eso ahora, concéntrate en lo que vas a ponerte. No hay nada. Me tiro en mi silla de escritorio derrotada, con la falda puesta, las medias y en sujetador, y miro con odio todos los montones de ropa que hay ahora en mi armario y encima de mi cama. Y ahora qué. Nike salta de encima de mi cama y se tumba en el suelo, al lado del armario. Me fijo en que se ha caído un jersey. Es de lana, de manga larga, de color granate. Contemplo el jersey y me lo pruebo. No voy guapa, pero tampoco voy horrible. Supongo que es mejor que nada. Me agacho y planto un beso al gato callejero que vive a media pensión en mi casa.
-Me has salvado la vida y no te has dado ni cuenta.
Echo un vistazo a mi pelo. Está como siempre, rizado, enmarañado, largo, casi por la cintura. Su color avellana permanece intacto, ni más claro ni más oscuro. No puedo hacer nada con él, por mucho que me esfuerce. No tengo planchas ni tengo nada. Me lo coloco a un lado y luego al otro, me lo alboroto y finalmente me rindo y me hago una raya en medio, como siempre. Me meto entonces en el cuarto de baño de mi madre, asegurándome primero de que no está cerca, y rebusco entre su neceser hasta dar con el rímel. Yo, sobra decir, no tengo de esas cosas. Nunca me maquillo. Creo, si mi memoria no me falla, que es la primera vez. No sé ni cómo se usa, pero al final lo termino averiguando, y después de varios minutos intentando no cerrar los ojos al acercarme el cepillo, o como quiera que se llame eso, limpiándome las manchas y los bordes e intentando que no queden pegotes, se puede decir que estoy más o menos aceptable. Nunca había visto mis pestañas tan largas y bonitas. Casi puedo decir que me veo guapa. Guardo el botecito donde estaba y me calzo mis botas negras de cordones. Me miro en el espejo y de repente me invade una ola de inseguridades. Y si no gusto. Y si no me dejan entrar. Y si nadie quiere verme. Y si Nico pasa de mí. Y si Lidia me mata.
Bueno, eso no, eso es imposible... pero eso no quita que no vaya a ser doloroso.
Compruebo la hora en el móvil y veo un mensaje de Nico, de hace hora y media. Dice que viene a buscarme a las ocho. Estaba tan ocupada pensando en mis cosas que no me he dado ni cuenta. Las ocho son ya. Busco mi colonia de frambuesa y me pulverizo entera, de los pies a la cabeza. Mi hermano llama a la puerta y entra.
-Hala, qué guapa estás.-dice con la boca abierta.
-Gracias.
Sonrío y busco que tengo todo en el abrigo. Las llaves, dinero, el móvil... Sí, creo que está todo. Me pongo el abrigo oscuro y me abrocho la cremallera hasta arriba.
-¿Adónde vas?
-Me voy a una fiesta.
-¡Hala! ¿Una fiesta? ¡Qué guay!-hago un gesto a mi hermano para que no hable tan alto- ¿Puedo ir contigo?
-Lo siento enano.-digo acariciándole el pelo a mí hermano.- Cuando seas un poco mayor.
Mi hermano pone caras, pero no se queja, y me sigue por todo el pasillo hasta el cuarto de baño. Su ventana da a los tejados, y es la forma más sencilla de bajar a la calle. Papá y mamá seguro que no me dejarán salir, y menos yendo como voy, así que no se darán cuenta si me voy ahora y vuelvo antes de las doce. Quizá incluso no se den cuenta si vuelvo más tarde. Ya veré qué hago. Me despido de mi hermano y salgo por la ventana, apoyándome en el bordillo y saltando al tejado de al lado, que está solo a un metro. Cuando llego abajo Nico me está esperando con la moto y dos cascos en los brazos. No me ha visto bajar por los tejados, sino salir por el portal desde el patio interior, así que me ahorro preguntas, juicios y demás. Cuando me ve se toma su tiempo para silbarme, y yo enrojezco al instante. Me planta un beso en los labios y me tiende el casco. Contemplo la moto en silencio en lo que él se pone el suyo y arranca. Me mira, y al ver que no monto apaga el motor.
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VALENTINA
General Fiction''Estoy haciéndolo bien, pero realmente me siento como si me condenaran a muerte. Y siendo yo es una completa ironía... Llevo ya dieciséis años muerta.'' Valentina es básicamente un conjunto de baja autoestima, continuo estado de ánimo nulo, desenga...