Las nubes oscuras se tornan en el cielo cubriendo el sol por completo y apagando todas las esperanzas que pudieran nacer de sus rayos. Unas gotitas de lluvia dibujan motas en el suelo, que poco a poco se va tiñendo de un tono más oscuro. Una pareja joven llora bajo un paraguas que finge estar alegre. Como casi todo el mundo. Visten caras largas y ropa oscura. Hace el tiempo perfecto para acompañar una despedida inesperada. Triste y gris. Todas las despedidas son siempre inesperadas, incluso aquellas que han sido diagnosticadas meses antes. La lluvia escurre por los barrotes y las verjas del cementerio, y se pierden en la tierra oscura de tumbas recién cavadas. Desde su despedida la vida de todos cambió por completo. Ella siempre pensó que era un cúmulo de mala suerte, pero jamás pudo abrir los ojos lo suficiente como para percatarse de lo que realmente hacía falta. Para el mundo, para ellos, para la vida que nunca supo que tuvo. Su sueño fue morir, desde siempre, pero casi sin quererlo acabó arrastrándolos a la tumba. Su muerte mató en vida a todos los demás. Su muerte se llevó consigo días y días felices, dejando como rastro un nubarrón triste y gris. Y resultó que no se dio cuenta de que realmente no era inmortal, por muchas, muchísimas veces que le hubieran matado en vida. La tristeza, la soledad, el dolor, el amor. No era tan inmortal como ella pensaba. Al fin y al cabo, ninguno de nosotros lo somos realmente. Nadie se salva. Un gato negro con una mancha gris en el ojo se cuela de entre los barrotes y corre, como cada mañana, hacia la lápida de la chica. Una mujer se limpia las lágrimas de los ojos, un día más de entre tantos, y carga de nuevo con su bebe sobre el pecho. Una chica de puntas coloreadas enciende una vela más en un día oscuro, como tantos. Un hombre aminora una revisión más, en el mismo hospital de siempre, rezando por salvarse como se salva siempre la gente tóxica. Ya se sabe, malas hierbas nunca mueren. Ella era un puñado de margaritas. Un grafiti en una casa abandonada. Un libro entero. Una sonrisa triste en un día de niebla. Un moratón más entre tantos. Una estrella brillante en el cielo. La más brillante de todas. Ella era la verdadera estrella de esta historia. Solo que no lo sabía, y no confío en ella misma. Ahora tiene su final feliz, por fin. No podía acabar de otra manera.
Una moto nueva y reluciente aparca en la puerta, y un chico con capucha entra atravesando las dos grandes puertas de hierro oxidado, entornadas y abandonadas casi, cruzándose a una mujer morena de ojos redondos y sonrisa pequeña desdibujada, que lleva en brazos un bebé con ricitos oscuros. Cualquiera diría nada del mantenimiento del lugar, que se cae a cachos. Cualquiera diría nada del aspecto de aquél sitio, tan muerto como todos ellos que descansan ahora en el subsuelo. Tan muerto como aquella chica en vida, que solamente fue capaz de nacer en su última y definitiva despedida. Camina con cuidado de no pisar ninguna tumba indebida, y por supuesto, de no alterar la paz merecida de todos aquellos. La suya está apartada del resto, al fondo, junto a la de su hermano. Justo donde siempre quiso estar. Vuelve a encontrarse con aquella lápida de piedra que luce algo gastada. Ha pasado ya más de año y medio. La hierba ha crecido y, para su sorpresa, un puñado de margaritas blancas y resplandecientes. Sus favoritas. Piensa en ella y sonríe. Resulta irónico que siendo ella, la chica de la tristeza, no consiga traer más que sonrisas. Sonrisas tristes, eso sí. Sonrisas tristes repletas de vida.
Contempla el lugar un rato, en silencio, ya que no tiene necesidad de hablar. Ella le contempla a él, en silencio también, tan guapa y muerta como siempre. Más viva que nunca.
-Hola, Tina de Valentina. Soy yo, otra vez.
Mira hacia los lados, casi avergonzado de escucharse en alto entre aquel espeso silencio. Está solo. Se baja la capucha y se recoloca su sudadera verde, a juego con sus brillantes ojos, que hace tiempo que ya no brillan de la misma manera. Se ha dejado crecer un poco más el pelo y está un poco más moreno que de costumbre. Ha estado esquiando, pero por lo demás sigue igual. Exactamente igual que hace año y medio. Se agacha con cuidado, casi temiendo molestarla, y se sienta en el suelo a su lado.
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VALENTINA
Fiksi Umum''Estoy haciéndolo bien, pero realmente me siento como si me condenaran a muerte. Y siendo yo es una completa ironía... Llevo ya dieciséis años muerta.'' Valentina es básicamente un conjunto de baja autoestima, continuo estado de ánimo nulo, desenga...