—Estoy muy nerviosa.—me expresé dando toquesitos en mis piernas.
—No te preocupes, es sólo una simple cena.—Camille intentó calmarme.
—Lo sé, pero papá y María mencionaron que me darían una noticia importante.—bufé—Y no me gustan las sorpresas, me pongo muy ansiosa y tengo el presentimiento de que no será algo agradable. No espero nada bueno de ellos. Además me mandaron a arreglarme por que habrá invitados pero no tengo idea de quiénes son.
—Bueno, pues ya no te puedes escapar de la cena y está fuera de tus manos lo que suceda pero de lo que sí estás en control es de como te verás.—me tomó por los brazos arrastrándome fuera de la cama.— Y este traje azul es perfecto, no es formal pero tampoco casual, además este color hará que luzcas espectacular con tú nuevo bronceado.—
Arabella, la puertorriqueña experta en moda. Mi mejor amiga y asesora de moda, no profesional.
—Recuérdame por qué no vas a estudiar diseño de moda.—pedí conociendo con anticipación su respuesta.
—Tanto talento podría ser plagiado. Además...—la interrumpimos con Camille.
—Lo mío son los números.—imitamos su voz.
Rodó los ojos y siguió con su tarea de planchar el vestido.
Aún en ropa interior me senté en el banquito frente a la cama para que Cam me maquille.
Estaba tan cansada que involuntariamente cerré los ojos relajada mientras Camille hacía su trabajo. Ayer estuve hasta tarde terminando trabajos de la universidad, en específico de contabilidad, contraria a Arabella, lo mío no son los números. La verdad, lo mío no es la carrera en sí, es una de las peores decisiones que he permitido que tomen por mí. Administración de empresa ¡ni siquiera quiero manejar una empresa! Toda mi vida he cumplido los sueños y deseos de otro. Obedeciendo las órdenes de alguien más, viviendo por alguien más. ¿Cuándo será mi turno de estar en control de mi vida?
—¡Charlotte!—casi caigo del asiento del susto.
—Estoy despierta.—me apresuré a decir.
—Claro. —contestó Arabella con sarcasmo.
—Necesito que te rices las pestañas, temo sacarte un ojo si lo hago yo.—Cam me tendió el instrumento de tortura.
Me encanta el maquillaje, pero el rizador de pestañas me causa incomodidad. Siempre me pellizco la piel alrededor del ojo con el.
Minutos más tarde, con maquillaje y cabello terminado me observé en el espejo admirando mi look.
Mi cabello es naturalmente rubio está amarrado en una coleta alta, crédito a Arabella. Mis ojos marrones están rodeados por un smoky look que hace lucir mi mirada más atrevida y me atrevo a decir sensual, aunque esta última es más por como el maquillaje me hace sentir. Tengo puesto blush y bronceado que hace lucir mis rasgos más marcados, highlight que hace mis pómulos más levantados y un labial rosa.
—Me encanta.—aplaudí emocionada y les sonreí a través del espejo.
Chocaron sus manos en victoria.
Arabella me tendió el traje junto a unos tacones color crema que me coloqué al instante
—¡Estás hermosa!
—Wow, pareces hermana mía con tanta belleza.—
Cabe señalar que Arabella tiene un autoestima bastante alta.
Con Camille reímos.
—Muchas gracias por su ayuda chicas.—las abracé apretándolas extra fuerte.
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Comprometida con Andrés
Romans¿Qué harías si te dijeran que el siguiente año te tendrás que casar? ¿Qué harías si con quién te tuvieras que casar fuera un extraño? ¿Que harías si te están obligando a quedar embrazada de él? -Te tienes que casar.- Fueron las palabras que cambiaro...