La decisión

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—Ya te han llamado unas 136 veces.— Camille me mostró mi móvil.

—No pienso volver a esa casa, pretendo quedarme escondida hasta que cumpla mi mayoría de edad.—me encogí más.

Ya han pasado dos días desde que me fui de casa y no han parado de hacer sonar mi teléfono. No pienso volver, me niego a hacer lo que ellos me exigen, no les daré el gusto ésta vez, no lo haré.

No es por que sea una malcriada, que no quiere cumplir con lo que su padre le ordena por capricho, no es el caso, es el hecho de que hacer lo que ellos quieren es humillante, perder mi libertad, desperdiciar años de mi vida viviendo infeliz con alguien a quien me impusieron. Además yo no quiero casarme, al menos no aún, no he conocido a la persona indicada. Yo no conozco a ese tal Andrés, lo único que conozco de él es su físico, nada más, eso no es conocer a una persona. Tenía la idea de que cuando me casara iba a ser con un hombre que amara y que el amor fuera correspondido. No con una persona que papá me impusiera. Nunca pasó por mi mente que mi padre tuviese otros planes. No me sorprende que Manuel quisiese continuar manejando mi vida, como si fuese una marioneta, y él pudiese hacer lo que quiera con mi vida, y manejarme a su antojo.

Manuel es una de las personas más egoístas y viles que conozco. Permite que tenga expectativas de lo que puedo hacer, dandome todo lo que pida pero él no hace nada por que sí, sin esperar algo a cambio. Me tocó chocar contra el suelo fuertemente y estoy dolida. No pensé que mi padre pudiera ser tan egoísta y que solo pensara en él y en su propio beneficio, no en lo que yo quiero, no en lo que me hace feliz ¿qué clase de padre me tocó? Cuanto extraño a mamá, ella no hubiese permitido esto, ella me hubiese protegido y consolado. Además María no estuviera en mi vida si mamá estuviese aquí.

Te extraño tanto mamá.

Me levanté del regazo de Arabella y me limpié las lágrimas.

–Mamá preparó tacos.—me avisó Camille.

—Vale, bajen y yo las alcanzo.—contesté saliéndome de la comodidad de la cama.

Ambas asintieron y salieron de la habitación.

Me tomé unos segundos en recomponerme y bajé uniéndome a ellas.

Amo los tacos y aún más los de la señora Tatiana, son exquisitos. Los mejores que he probado sin dudar. Esos son los beneficios de tener una amiga con ascendencia mexicana y otra con raíces puertorriqueña, la comida. Los platos puertorriqueños preparados por el papá de Arabella son riquísimos, amo el plátano. Por el otro lado está la mexicana y es que los tacos al pastor son mi debilidad.

—Charlotte, me alegra mucho verte acá.—me sonrió con dulzura.—Aquí está tu plato.—colocó un plato frente a mí en la mesa.

Podía babearme si no hubiese tenido la boca cerrada. Comí lento saboreando cada mordida que le daba. No quería desperdiciar el momento, quería disfrutar de cada sabor sin que se me escapara nada y disfrutar de cada bocado a los exquisitos tacos.

—¡Estaban deliciosos!—comenté una vez dejé el plato vacío.

—Sabía que te gustarían ¿quieres más?—me ofreció.

—No.—me negué sabiendo que si seguía no podría parar, debía ser prudente.—Es suficiente.—le entregué el plato vacío.

Comprometida con Andrés Donde viven las historias. Descúbrelo ahora