El sótano

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Ya hace un mes del fallecimiento de Álex. Tal vez fue un suicidio porque no podía soportar su culpa... Aquella culpa que no le dejaba dormir por las noches. Odio a mi padrastro y haré todo lo posible para que acabe en la cárcel cómo es debido...
En casa, todos dormían menos mi abuela.
-Abuela...¿Qué te ocurre? Últimamente estás pensativa.
-Lucía... ¿Qué...Qué has hecho?
-¿A qué te refieres?-Pregunté mientras me sentaba a su lado.
-La...La has invocado...
-¿Cómo has logrado averiguarlo?
-Ur...Ursula está enfadada...
-¿Enfadada? ¿Por qué? Sólo la intento ayudar pero...Cada vez es más difícil...-Dije llorando a más no poder.
-Mi hijo...Mi hijo no... No tiene escrúpulos.-Apretó su puño con fuerza.
-Lo sé...Te juro que acabaré con él como es debido y pagará por todo...
-To...Toma-Dijo dándome unas llaves.-Son las...Las llaves del sótano.
-Pero...Mi padrastro no quiere que entremos ahí...Si me pilla yo seré su próxima víctima.
-Él guarda... Todo.
-¿Todo? ¿Qué es todo?
-La solución...
Mi padrastro entró junto con mi madre.
-Hola cariño-Saludó mi madre dándome dos besos en cada una de mis mejillas.
-Hola...-Dije cabizbaja.
Tomé las llaves con fuerza y salí de casa. Me dirigí a aquella montaña donde solíamos ir Álex y yo...Aquellos recuerdos invadieron mi mente de nuevo... Esto no se iba a quedar así, no lo voy a permitir.

***
-Lucía, no has cenado nada-Dijo mi hermano preocupado.
-No tengo hambre.-Dije fría.
-Pero no has comido ni para almorzar.
-¡Qué no tengo hambre!-Grité y salí de ahí.
Me metí en el baño para no escuchar lo que hablaban de mi.
Cuando todos se fueron a dormir, entré en aquel sótano con mucho sigilo.
Cada paso que avanzaba, sonaba un crujido molesto. Aquellas escaleras eran viejas...La luz no iba así que, como chica inteligente que soy, me llevé una linterna.
Todo estaba lleno de polvo y daba mucho asco. Había una mesa, en aquella mesa sólo había unas hojas en blanco, bueno, quedaba poco blanco de esas hojas.
Registre todo, y no había nada. Absolutamente nada. Me fijé en una estantería que había en frente. Revisé todos sus libros y no encontré nada extraño. Frustrada por no encontrar pistas, salí de allí rápidamente y me dirigí a mi habitación. Entre pensamientos y pensamientos, acabé durmiendo.


Ursula, la niña extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora