Dios...

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Me levanté de la cama e inmediatamente llamé a Derek.
-¿Si?-Escuché a Derek con la voz ronca.
-Ho...Hola, soy Lucía-Dije nerviosa mientras me mordía las uñas.
-¡Lucía!-Su voz sonaba más alegre ahora.-Qué bueno saber de ti...Pensé que nunca me llamarías.
-Bueno...Al final sí-Solté una risa nerviosa.-¿Te he despertado?
-La verdad es que sí-Contestó riendo.-Pero no te preocupes, me alegro de que hayas sido tú.-En ese momento, me di cuenta de que eran las seis de la mañana.
-Lo siento...Oye, necesito hablar contigo urgentemente.
-Claro, sin problema.
-En persona si es posible.
-¿Te viene bien hoy?
Me quedé pensando y por lo visto, no tenía nada que hacer.
-Claro...Vente a comer a mi casa.-Le di mi dirección y nos despedimos.
Me duché relajadamente y sin prisas. Me vestí y salí al salón.
-Mamá-Dije llamando su atención.-Hoy vendrá a comer Derek con nosotros.
-Perfecto.
A las dos de la tarde, Derek llegó a casa y estaba muy presentable y elegante.
-Buenas, Lucía.-Me sonrió y me dio dos besos.
-Adelante, como si fuese tu casa.-Dije amablemente.
Él pasó y saludó a mi familia con educación. Nos sentamos a comer y yo me puse poca comida, ya que no me apetecía, últimamente no tenía ganas de nada.
-Lucía, estás radiante pero...Deberías de comer más.-Dijo Derek seriamente.
-Verás...-Dijo mi madre.-Está pasando por un mal momento y...No tiene ganas de nada.
-¿Qué ha ocurrido?-Preguntó asustado.
-Su mejor amigo a muerto.-Dijo Lucas cabizbajo.
-¿Álex?-Preguntó él sorprendido.
-Exacto...-Contesté desganada y dándole un sorbo a mi vaso de agua.-Hace dos meses...
-Lo siento muchísimo, Lucía.
-No, tranquilo...-Seguí comiendo y evitando hablar de ese tema ya que me pongo a llorar de inmediato.
Al cabo de poco tiempo, mi padrastro llegó y se puso a comer con nosotros.
-Buenas señor, soy Derek...
-Ya sé quien eres.-Le interrumpió frío mientras se llevaba un bocado a la boca.-¿No crees que ha vuelto muy pronto? -Dijo mi padrastro mirándome con desprecio.
-Por supuesto que no.-Dijo Derek firmemente.
-¿Y tú cuanto hace que te dedicas a esto?
-Hace dos años.
-Pues creo que deberían de despedirte.-Dijo con desprecio.
-Oye, ¿Qué te ocurre últimamente?-Le dijo mi madre a mi padrastro.-Te llevabas genial con todos y ahora odias a tu hija, pasas de mi y desprecias a todo el mundo. No se puede vivir así.
-¡Tengo mucha faena, deja de agobiarme!
-No es por entrometerme en la vida de los demás, ni mucho menos, pero...Creo que su conducta debería de mejorar.-Aportó Derek educadamente.
-Mira niñato, no eres nadie para decir lo que yo debo de hacer. Y si soy así, es porque mis hijos se lo merecen, necesitan un escarmiento.
-El que necesita un escarmiento eres tú, y no mandas en mi ya que no eres mi padre, ¡¡Y nunca lo serás!!-Le grité y me fui fuera de casa.
Me senté en un banco que había cerca de casa y rompí a llorar.
Unos brazos cálidos me rodearon, por aquél aroma que olía tan bien, deducí que era Derek.
-Derek...Siento el almuerzo tan desastroso de hoy.
-Tranquila pequeña...-Dijo secando mis lágrimas.-No sé como aguantas aquí...
-Ni yo lo sé.-Tomé aire y levanté mi mirada para ver a Derek.
-Vamos dentro de casa, falta el postre.
-No quiero tomar postre.-Me negué y me crucé de brazos.
-¿Cómo?-Dijo riendo.-Tú comes postre sí o sí.
-No me pienso mover de aquí.
-Pues te muevo yo.-Me tomó por la cintura y me alzó hacia arriba. Me transportó hasta casa como si fuese un saco mientras yo intentaba bajarme. El camino hasta casa fueron risas y más risas, lo malo fue llegar a casa.
Entré y me senté para comer el postre junto a Derek, mi madre y Lucas.
-¿Dónde se ha ido este imbécil?-Dije probando el pastel de limón que hizo mamá.
-Cariño no hables así... Se ha ido.
-Mejor...-Dije resoplando.
-Derek, siento mucho lo que ha pasado y...-comenzó a decir mi madre.
-No, tranquila...Entiendo por lo que estáis pasando...-Dijo dándole un último bocado al pastel.
-Gracias por ser tan amable con mi hija, se lo agradezco de corazón.
-No de las gracias, es mi deber.-Esbozó una sonrisa.
Al terminar de comer, me dirigí a mi habitación junto a Derek.
-Tu cuarto mola.-Dijo mirando mis pósters y como lo tenía decorado.
-Gracias...-Me senté en el borde de la cama y lo miré fijamente.
-¿Qué?-Dijo riendo mientras se sentaba a mi lado.
-Na...Nada-Solté una ligera risa.-Verás...Mi abuela me dio estas llaves.-Las saqué y se las mostré.-Son del sótano, dice que ahí mi padrastro tiene TODO.
-¿Y a qué esperas?
-Ya entré. Pero no hay nada.
-¿Puedo hecharle un vistazo a ese sitio? Seguro que entre tanto polvo y suciedad algo me gustará.-Dijo riendo mientras me quitaba las llaves.
Nos dirigimos al sótano y Derek se tropezó ya que no hay luz.
-Mira bien por donde pisas.-Dije riéndome.
-¿Cómo pretendes que mire si...?-Le interrumpí sacando mi linterna.-No podías haberlo hecho antes, chica lista.
Reímos los dos y bajé hasta el final de la escalera. Estuvimos buscando por todas partes y de nuevo, fue una tontería.
-Como te dije, no hay nada.-Dije volviendo a subir las escaleras.
Derek se dirigió a aquella librería vieja.
-Esta librería está echa polvo...
De repente, la librería se soltó, menos mal que Derek tenía fuerza y la sujetó.
-¡Cuidado!-Le dije ayudándole.
La colocamos a un lado y algo raro había detrás de ella.
-¿Es una puerta?-Dijo Derek apartando más la librería.-Exacto, es una puerta...
Limpiamos un poco el polvo y vimos una puerta metálica.
-Dios mio...¿Esto es de tu padre?-Dijo él sorprendido.
-De mi padrastro.-Le corregí.-Vamos a abrir la puerta.
-Tiene una contraseña de números...
-Mmm...-Probé varios números y no había manera, hasta que probé con unos números que mi padrastro usa siempre, dicen que da suerte.
-¡Bravo!-Dijo Derek aplaudiendo.
Al abrir aquella puerta, no tenía palabras para describir lo que pude ver...


Ursula, la niña extrañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora