13.Podemos arreglarlo

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Darren

Sabia que Margaret no estaba cerca de perdonarme, pero tal vez si le explicaba las cosas de otra manera y no dándole entender que me gusta o algo por el estilo ella podría perdonarme.

Llegue al edificio y ni si quiera me preocupe en poner atención a la mirada reprochante del recepcionista enamorado de Margaret.

Subí el elevador y cuando llegue a nuestro piso lo primero que escuche fue esa canción de Cristina Aguilera que habla sobre ser una luchadora.

Abrí la puerta y me encontré con Margaret peleándose con un saco de box.

Como supuse la canción venía del apartamento y ella ni siquiera noto mi presencia.

Deje las llaves sobre el pequeño tazón de la puerta y espere a que ella me notara.

La fuerza con la que golpeaba me impresionó, apuesto y se debía a que estaba molesta.

La canción llegó a su fín y el saco de box también, porque de un golpe lo tiro.

-¿Qué haces aquí? -pregunto.

Al parecer si notó mi presencia.

-¿Yo? -pregunté.

-No, el fantasma de Elvis- se burló.

-Tenemos que hablar- le dije.

-Tragate tu sopa de letras- dijo enojada.

-Margaret, yo no fui parte del plan de Carol, ella aún te odia por lo de Russell. Me lo dijo hoy en la mañana, tenía que hablar con ella, no podía permitir que me siguiera mintiendo- le explique.

-¿Terminaste con ella? -pregunto.

-No- negué.

Ella comenzó a reír.

-No soy quien para decirte las cosas Darren, pero si te agrado o por lo menos te importa lo que digo, me harás caso. Carol no te va a dejar nada bueno, ni hoy ni nunca. Ella sólo ve por debajo de su nariz.

-¿Y tu no? -dije serio.

La mirada de Margaret se oscurecio.

-El problema Darren es que yo cambie. No por un chico o por mi familia, lo hice por mi- se defendió molesta- Crees que digo esto porque me importas, o porque me agradas . No guapo- sonrió- Si te digo esto es para que tu cabeza hueca piense un poquito.

-¿No estaras celosa verdad? - pregunté sonriente.

Ella se acercó a mi y levantó el puño dejándolo frente a nuestras caras.

-Soy buena golpeando- me dijo con la visita fija en el puño- Te dejare un ojo morado si vuelves a decir semejante estupidez- sonrió.

-¿Eso quiere decir que si estas celosa?- pregunté. Ella lanzo el puño a mi cara, pero la detuve- No puedes golpearme Margaret somos una pareja- le recordé.

-Eso es más falso, que el trasero de Kim Kardashian, Iggy Azalea y Jennifer López juntas- dijo molesta.

-Aún así, yo firmé un acuerdo y no lo estamos haciendo valido- me crucé de brazos. - Tal vez es tiempo de que las personas comiencen a idolatrarnos.

-¿Qué? -preguntó sorprendida- Ni siquiera te he perdonado.

-Pues tal vez deberías empezar a hacerlo- me pase una mano por detrás de la cabeza, que era el símbolo de mi nerviosismo. ¿Por qué? No lo sé-¿Podrías perdonarme?

Ella me miro y luego miro su mano.

-Eres consciente de que si tú, o tú novia me hacen algo, mi puño terminara en su rostro ¿no? -pregunto tranquila.

Nuestro AcuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora