29.2 Realidad

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Darren

Volví al cuarto desconcertado y esperando encontrarme con una Margaret furiosa.

Pero la realidad fue que ella continuaba durmiendo tranquilamente.

La observe durante unos minutos y me di cuenta que tenía dos opciones. La primera, arriesgarme a que se fuera a Londres y abandonara todos sus sueños. O la segunda, escapar con ella a alguna parte del mundo.

Comencé a considerar la segunda.

Sabía que cuando le dijera que la esperaban afuera para llevársela, me mataría por haber salido y después se volverá loca.

La mire de nuevo y ella ya sonreía triste.

-No quiero irme-murmuró.

Me quede helado ante su comentario.

-¿Qué? -le pregunté fingiendo que no había escuchado.

-Puedo apostar todo mi dinero a que mis padres mandaron a alguien para que viniera por mi y me llevara a Londres-abrí la boca sorprendido.

O conocía muy bien a sus papás o podía leer mi mente.

-Creo que estas en lo cierto-dije con miedo a que me gritara.

Ella se giro a verme y suspiro.

-¿Es Michael?-yo asenti- Sabía que eso pasaría. Mis padres no permitirían que me quedara.No cuando casi muero

-Tal vez si hablas con ellos-le aconseje.

-Imposible-dijo triste-Ni siquiera puedo valerme por mi misma.

-¿Así que quieres irte?-pregunté.

-No, amo Estados Unidos. Sin embargo ahora que mi carrera comi actriz se ha terminado...-se encogió de hombros.

-Tu carrera no ah terminado.-dije intentando animarla.

-Bueno a menos que me contraten para papeles de chicas en silla de ruedas, no se para que otra cosa sirvo-dijo tranquila.

-Basta Margaret-me levanté del sillón y ella me miro sorprendida.

-¿Eh? -dijo confundida.

-Estoy harto de tu actitud de "Yo no puedo hacer nada sola", "Odio la vida", "Me quedare así para siempre". Esto no es el fin del mundo, piensa que hay personas que ni siquiera sobreviven ah accidentes como el tuyo. Tu tienes la oportunidad de seguir tu vida y sin embargo estas aquí bajando tu autoestima.-la regañe-Esa no es la Margaret que conozco, esa no es la Margaret que amo-ella me miro sorprendida-Que amamos-me corregí, la amaba pero no era el momento para confesarlo.

-Hablare con Atenea-dijo seria.

-Bien, le llamaré-dije caminando hacia la puerta- Sólo tú puedes controlar tu vida Margaret-dije saliendo de la habitación.

Camine hacia el pasillo y busque a Atenea con la mirada.

Esta vez se encontraba en una esquina hablando por teléfono, levantó la vista y me vio, dijo algo rápido término su llamada y corrió hacía mí.

-¿Cómo esta? -pregunto dándome un abrazó.

Puse mi mano en su espalda y le di unas palmaditas.

-Ella esta bien. Quiere hablar contigo- dije tranquilo.

Atenea se separó de mi y sonrió.

-Gracias señor-dijo mirando al techo.-Gracias también a ti-dijo con dulzura.

-Denada-alcance a decir antes de que se fuera corriendo.

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Margaret

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