Extraña mujer

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El sol comenzó a asomarse por una pequeña ventana que daba al pequeño cuarto de las niñas anunciando que el nuevo día ya había comenzado. Melani fue la primera en despertar al escuchar el llanto de su pequeña hermana, Anabell acostumbraba a despertarla muy temprano, pero Melani nunca se molestaba, para ella era una oportunidad de ayudar en su pequeño hogar. Luego de alimentar a Anabell, acostumbraba a limpiar un poco su cuarto, dejando todo listo para que Melisa no tuviera que preocuparse por las cosas más simples del hogar.

—Melisa despierta, ya es de día y debemos salir temprano —dijo Melani mientras movía a su hermana para que despertará

—Ya voy Melani, ya voy solo... Cinco minutos más.

—¡No! nada de cinco minutos más, ya tienes que despertar Melisa.

—¡Esta bien! Dime ¿Ya le distes de comer a Anabell?

—Ya todo está hecho Melisa sólo falta que te alistes para irnos, aún debemos buscar los caramelos y llegar hasta la plaza.

—Buena niña, gracias por ayudarme tanto.

Melisa no era consciente de lo feliz que esas simples palabras lograban hacer a su hermana, cada día trabajaba duro para solo poder escucharlas.

Ya las tres niñas estaban listas para su nuevo día y como de costumbre caminaron unas calles arriba de su pequeño hogar para comprar los caramelos diarios. La tienda Don José era una tiendita muy antigua que no combinaba en nada con el aspecto de todo Iniart, se notaba a leguas que hacía muchos años que estaba hay, su color rojo hacia que la tienda pareciera aún más vieja de lo que ya era y anuncios y fotos de muchos dulces llamaban la atención de cualquiera. Las niñas cada día se dirigían a la tienda para su nueva ración de caramelos.

—Buenos días señor José.

—¡Ho! Pero si miren quienes han venido muy temprano hoy, Mis tres pequeñas niñas.

—Señor José deje de hablar tanto y apúrese con nuestros caramelos —dijo Melani con su mal genio de cada día

—Discúlpela señor José ya sabe cómo es Melani.

—No importa Melisa, ya sabes estoy acostumbrado a esto cada día, pero es cierto Toma estos nuevos caramelos y tengan cuidado hoy.

—Gracias señor José, hasta luego

Fue así como las tres niñas salieron de aquella vieja tienda

—Deberías ser menos amable con el.

—Melani es el único que nos da los caramelos sin antes haberle pagado, no tenemos dinero si no vendemos los caramelos y cuando los vendemos nunca nos queda nada para comprar más, así que hay que ser gentiles.

—Como sea, vámonos ya o nos quitaran la sombra

—Que tal si tú corres y yo te alcanzó con Anabell.

—¡No me alcanzaran nunca!

Melani no había terminado de completar la frase cuando había comenzado a echarse a correr, tras ella Melisa intentando hacer correr a la pequeña Anabell. Así estuvieron un buen rato hasta que los primeros puestos comenzaron a asomarse por doquier con sus muchos tamaños y con un sin fin de colores.

—¡Llegue! —gritaba Melani mientras esperaba a sus hermanas. Pero no pasó demasiado tiempo para que ambas la alcanzarán.

—Eres rápida Melani, bueno por fin llegamos, la plaza principal de Iniart.

Iniart tenía varias plazas pero ninguna tan grande y importante como la plaza principal, en ella se podían distinguir miles de puestos en todas partes y de todos colores, la plaza casi nunca se encontraba vacía, debido a la gran cantidad de gente que a diario asistía. A pesar de lo temprano que era ya había mucha gente recorriendo la mayoría de los puestos que ya estaban abiertos.

—Melani que tal si te sientas en esas bancas con Anabell, luego cambiaremos, así tú vendes luego y yo descanso

—Si Melisa haremos eso, yo cuidaré de Anabell y luego cambiamos, Melisa no te metas en problemas.

—Melani pareces la mayor, yo estaré bien, ahora ve con Anabell

Melani hizo exactamente lo que su hermana le había pedido, desde su banca podía verla y saber que Melisa estaba bien


—¡Vendemos Caramelos! Cuestan poco y saben muy ricos, pueden preguntarle a mi hermana gemela ella se los come siempre.

—¡MELISA! —grito Melani al escuchar el comentario

Sin embargo se sintió bien ya que su hermana había logrado su cometido, habían llegado varios clientes a comprar caramelos gracias a lo que había comentado sobre ella

El día era bastante bueno, pero ya era turno de Melani de vender los caramelos.

—Es tu turno de descansar Melisa, ahora voy yo.

—Ten cuidado y recuerda que yo te estaré observando y que si veo algo raro tendrás que volver.

—Estaré bien Melisa ve a descansar.

—Estaré en el Banco Melani.

—Vendo caramelos —gritaba Melani fríamente.

Pero solo al segundo intento una extraña mujer se acerco a la niña. Melani comenzó a sentirse de una manera muy extraña, una sensación de confianza y alivio le recorría todo el cuerpo al estar cerca de aquella mujer.

—¿Como te llamas? —pregunto la dulce mujer de pantalón negro y blusa rosada.

—Soy Melani y ellas son mis hermanas Melisa y Anabell —comento mientras señalaba en sus direcciones.

—Son lindas niñas y ¿sus padres? o ¿quien esta a cargo?

—Mi hermana Melisa está a cargo.

Terminado esto, Melani se dio cuenta que Melisa estaba caminando en su dirección, quizás su hermana estaba enojada por haber estado hablando con una extraña demasiado tiempo.

—Melani que te he dicho de hablar mucho con extraños.

—Sólo me comentaba su nombre, no la regañes de igual forma no quiero hacerles daño

Al igual que Melani, la sensación de confianza y calidez se apoderó de Melisa haciendo que poco a poco comenzará a bajar la guardia.

—¿Quien es usted? y ¿por que se siente como si la conociera de toda mi vida? —pregunto Melani mientras observaba a la extraña mujer, como si por alguna razón al verla lograra recordar de quien se trataba.

—Vengan conmigo y aclarare todas sus preguntas

Melani inmediatamente miro a su hermana mayor para que ella respondiera, pero está ya estaba aceptando la invitación de aquella extraña mujer.

Dimenson FourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora