Iniart

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Iniart era una de cuatro grandes antiguas dimensiones del mundo, sobre su existencia sólo conocían las personas que vivían en ella, se decía que se podía tener poderes si la dimensión así lo decidía pero esto ya era más una leyenda que una verdad ya que hacía muchos años que en Iniart no se encontraba la magia, se contaba en las leyendas que cuando la dimensión quería un mago, esta hacia que una parte de ella entrará en la persona que había escogido, como también se decía que se convertía en humano para poder hablar con el elegido, en fin, eran tantas las leyendas en Iniart que era común escuchar a los niños fantasear sobre ser los próximos elegidos.

A diario se podía escuchar por doquier a la gente comprando alimentos o artículos para el hogar, a los niños jugar por las calles, un tráfico muy agitado, las cornetas de los autos y una niña vendiendo sus caramelos.

—Señor mis hermanas tienen hambre ¿Podría comprarnos estos caramelos?

—Déjame en paz niña —dijo el hombre molesto por la interrupción de la pequeña.

—Ya Melisa deja a este tipo en paz, no le insistas más.

—Melani no te preocupes, mejor toma este caramelo y un poco del dinero que hemos recolectado, así puedes comprar algo para Anabell.

—Esta bien hermana... Pero volveré luego, lo prometo.

Melisa, Melani y Anabell eran tres hermanas que día a día salían a vender caramelos para sobrevivir ya que Iniart podía ser muy cruel con los que menos lo merecían

Melisa era considerada la mayor de las tres a pesar de que era la gemela de Melani, la niña era hermosa, con unos preciosos ojos azules y un cabello negro muy envidiado, era muy dulce con todos pero tenia mucha malicia ya que a su corta edad había aprendido sobre los peligros de la calle y las cosas horribles que podían hacerle los hombres, por eso casi siempre mandaba a sus hermanas temprano a casa.

—¡Melisa que te pasó! Por favor no me digas que fue ese tipo de esta mañana... Sabía que tenía que haber vuelto, ¡LO SABIA!

—Melani estoy bien son solo unos golpes fue... Por que... Me caí... Si sólo me caí, no te preocupes hermanita.

—¡Melisa no me mientas! —gritaba Melani muy enojada—. Se que eso lo hizo el hombre de esta tarde, ese tipo era un imbécil.

Melani era una niña bastante rebelde y testaruda a comparación de su hermana, esta no aceptaba la vida injusta que les había tocado, pero a pesar de eso intentaba ayudar en todo lo que podía, no le gustaría ser una carga para su hermana. Ella era tan hermosa como Melisa, unos grandes ojos azules y el mismo cabello hermoso y envidiado que el de su gemela, las personas siempre habían intentado cortar su cabello, ya que a comparación de su hermana está acostumbrada a tenerlo muy largo.

—Melani estoy cansada olvídate de los moretones y vamos a dormir un rato

—Se que estas cansada Melisa pero Anabell ha estado llorando mucho en todo el día, no he podido hacerla dormir y no puedo olvidarme de los moretones por que ¡Están hay y los veo! de verdad estoy tan enojada

—Tráela para calmarla ¿Si? Y Melani estoy bien.

—Tómala Melisa —dijo Melani mientras entregaba a la pequeña a su hermana mayor

Anabell era la más pequeña de las tres y hacia poco que había cumplido su primer año de edad, está tenia unos muy hermosos rulos color dorado que se abrían paso por su pequeña carita y unos ojos verdes pocos vistos, a pesar de su poco peso Anabell era una niña realmente hermosa y muy querida por todo aquel que la conociera.

—Ya está dormida, no hagas mucho ruido Melani no quiero que despierte hasta mañana.

—Está bien, dejare de ver esos moretones solo para que durmamos, solo por que se que estas muy cansada... Y quiero que descanses, hoy nuestro colchón sucio se ve hermoso y tentador para dormir ¿No crees?

—Es bueno tener un lugar donde llegar y descansar, sin importar si esta deteriorado o sucio, ten eso en cuenta siempre Melani.

—¿Sin importar que sea apenas una casa sin luz y no parezca un hogar como todos los hogares comunes, sucio y con apenas espacio para las tres?

—Si Melani sin importar eso, además estos ladrillos nos protegen de las frías noches, ese colchón sucio nos hace dormir felices luego de un largo día, este es nuestro hogar y aunque no parezco un hogar común es hermoso por que las tengo conmigo.

—Está bien Melisa, ¿Que tal si vamos a nuestro colchón sucio a dormir ya?

—Es exactamente lo que pensé Melani.


Dimenson FourDonde viven las historias. Descúbrelo ahora