Capítulo 3

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Cuando el timbre dió por finalizadas las clases, cogí mis cosas y me dirigí a toda prisa hacia el pasillo. Era la hora de comer, asi que me dejé llevar por la marea de gente que iba hacia la cafetería.
Al entrar por las puertas dobles no me sorprendió ver que Jason estaba instalado en la mesa central, rodeado por las animadoras y los jugadores de fútbol. Puse los ojos en blanco al ver lo fácil que le había resultado encajar entre todos ellos, yo llevaba allí toda la vida y la única amiga que logré mantener fue Jenn.
Después de coger mi bandeja con la repulsiva comida que todos nos veíamos obligados a comer, fui hacia mi sitio de siempre, una mesa algo apartada pero que te permitía tener una buena vista de toda la cafetería. Era bastante irónico la verdad, yo veía a todo el mundo y nadie me veía a mi, digamos que se me daba bien ser la invisible, bueno salvo para...
- Hooola Lis - gritó con una voz aguda, Jenn.
- Hola pelirroja.
- No te vas a creer de lo que me he enterado hoy.
- Sorpréndeme.
- Hay un chico nuevo en el instituto - dijo pegando unos saltitos claramente emocionada - además me han dicho que está buenísimo.
- Si, algo me han contado.
Prefería ahorrarme el detalle de que ese chico venía en mi clase y estaba sentado en el asiento de delante, no sabía si sería capaz de soportar el interrogatorio que vendría despues de esa declaración.
- Bueno... ya no quiero dejarte más con la intriga así que te contaré todo sobre ese chico que he conocido.
Yo asentí con la cabeza dispuesta a aguantar su estrambótica historia sobre aquel misterioso chico que tanto parecía gustarle, al fin y al cabo se lo debía.
Cuando llegué al instituto y no tenía amigos, ella fue la única que se acercó a mi, era guapa, bajita y delgada, con unos enormes ojos verdes y una piel que parecía de porcelana. Todavía seguía sin tener muy claro lo que llevó a aquella chica con faldas y vestidos elegantes a venir a hablar con la chica de vaqueros y sudadera, pero realmente no puedo quejarme, ha sabido aguantarme en mis peores momentos y ha estado ahí cuando más la he necesitado y pese a su obsesión por el género masculino es la mejor amiga que se puede tener.
- Bien, hoy estaba en frente de la máquina intentando sacar mi café helado, ya sabes que no soy nadie sin mi café- explicó gesticulando - cuando la máquina expendedora de las narices se quedó con mi dinero, fue entonces cuando apareció él, fue como una señal, le pegó un golpe al lateral de la máquina y me dió mi queridisimo café, tendrías que haberlo visto, alto con el pelo oscuro y un cuerpo, ayyyy que cuerpo tenía - dijo abanicándose.
- Sin duda un acto increíble, no me extraña que te guste tanto.
- Todavía no acabé, después de eso me acompañó a clase y me pidió mi número de teléfono para llamarme - dijo abriendo los brazos y tirando una bandeja de un pobre desgraciado que pasaba por allí - Ups, lo siento mucho - le dijo con una sonrisa de disculpa.
El chico se marchó sin decir nada, era algo de esperar, casi nadie podía resistirse a Jenn y sus sonrisitas. Tenía un talento natural, yo no podría escabullirme de una buena bronca solo por sonreir.
- Bueno a lo que iba, es este Lis, es este, este es el definitivo.
Y definitivamente a mi tenían que darme un dolar por cada vez que he escuchado esa frase, ahora mismo ya sería millonaria.
- En fin y ¿cómo se llama?
Jenn me miró como si le hubiera dicho que se habían acabado las existencias en su tienda de accesorios favorita.
- Pues la verdad, no lo se.
- ¿No lo sabes?
- No, no se lo pregunté.
- Así que tiene tu número, pero no sabes como se llama.
- Bueno, pronto lo averiguaré - dijo sonriendo y levantando las cejas.
A veces me sorprendía lo positiva que era, porque al fin y al cabo, ¿qué probabilidades había de que ese chico la llamase?.
Terminamos de comer y salimos del instituto, ambas nos dirigimos a la parada del bus. Todo era mucho más cómodo cuando Jenn tenía su audi, pero desgraciadamente estaba en el taller.
- Vaya, es un fastidio no tener mi coche - dijo resoplando - espero que lo arreglen pronto
- La verdad es que yo tambien
- Pero bueno, ¿sólo me quieres por mi coche o que?
- Por tu coche y por tu madre, hace unas magdalenas, ummm - dije frotándome el estómago.
- Idiota - dijo riéndose y dándome un pequeño golpe en el brazo.
Ambas nos subimos al bus entre risas y cada una nos bajamos en nuestra parada.
Me dirigí hacia la puerta de entrada y metí la llave en la cerradura, tenía miedo de abrir pues no sabía lo que me estaría esperando hoy al entrar en casa.

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Jenn en multimedia

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