16 de enero del 2010
Me desperté con un horrible dolor de cabeza, sentí como si miles de enanitos estuvieran martilleando en mi interior.
- La bella durmiente se ha despertado - dijo Jenn entrando por la puerta - tómate esto, remedio infalible contra la resaca.
Me ofreció un vaso de zumo de naranja y una pastilla, la cual me tomé esperando calmar a los malditos enanitos.
- ¿Cómo estás? - me dijo sentándose a mi lado en la cama.
Las imágenes me vinieron de golpe, como si le hubieran dado al botón de avance en una película y todo fuese demasiado rápido. Me sentía totalmente avergonzada, ¿como era posible que a la gente le gustase beber?
- He llamado a tu padre diciéndole que te has quedado en casa, pero creo que deberías llamarle tú.
Decidí hacerle caso y encendí el móvil que Jenn se había encargado de cargar durante la noche. En seguida pude ver que tenía cientos de llamadas y mensajes de Jason.
Necesitaba ignorarlo, era mucho más fácil hacer que la noche anterior no había pasado, que hoy vendría a abrazarme y todo seguiría igual, pero ya no podría soportarlo, sabía que le perdonaría, aunque en ese momento pareciese una posibilidad muy lejana. Me había acostumbrado a que él formase parte de mi día a día, pero no sabía como impedir el torrente de sensaciones que me arrollaban cuando él estaba cerca.
- No sé que hacer Jenn - le dije buscando consejo.
- Mandarlo a la mierda, es bastante simple - me dijo totalmente convencida.
- No es tan simple como piensas.
- Lis, lo que hizo es horrible, no merece ni que le mires.
- Lo se, pero también se que estaba borracho, que aquella chica era guapa y...
Jenn suspiró y me abrazó.
- Ninguna chica por muy guapa que sea podrá compararse contigo.
- Soy patética, ni siquiera se como dejar de sentir lo que siento.
Me había convertido en todo lo que odiaba, ahora yo formaba parte del grupo de chicas que estaban coladas por Jason, ni siquiera me reconocía.
- No lo eres, te pasas el día con ese chico, es normal que haya pasado esto. Lo que debes hacer ahora es poner un poco de espacio, al menos hasta que te deje de gustar.
Era consciente de que Jenn tenía razón, pero no sabía si iba a ser capaz de conseguirlo.
- Lo intentaré, gracias por todo Jenn pero creo que ahora tengo que volver a casa.
- Lo entiendo, sólo no dejes que Jason te hunda, eres más fuerte de lo que piensas.Llegar a casa fue todo un alivio. Llevar la ropa del día anterior arrugada, tener los ojos hinchados, la nariz completamente roja, a parte de necesitar un baño urgentemente, hizo que todas las miradas de la gente que estaba por la calle fueran justo para mi y ser el centro de atención fue algo que siempre odié.
Papá estaba en el salón leyendo el periódico. Dando un rápido saludo subí las escaleras esperando llegar con éxito a mi habitación, lo único que me faltaba era su interrogatorio sobre lo que había pasado la noche anterior, estar bajo su mirada penetrante me iba a hacer confesar todo y no quería volver a derrumbarme.
Abrí la puerta de mi habitación. No tardé en ir hacia el baño y cerrar con el pestillo.
Dejé que el agua de la ducha arrastrase toda mi tristeza, me sentía devastada. Todo el mundo deseaba enamorarse alguna vez, que era la mejor sensación del mundo me habían dicho, ¿pero como podía serlo si dolía tanto?.
Salí de la ducha y me miré en el espejo, aquella chica con ojeras y rostro cansado que me devolvía la mirada no se parecía nada a la Elisabeth que era normalmente, ni todas las bromas de los chicos del instituto habían conseguido poder conmigo y me había vencido un simple sentimiento.Me tumbé en mi cama con intención de dormir, ni siquiera tenía hambre, pero el móvil que volvía a sonar era una tentación demasiado grande como para ignorarla, así que lo cogí volviéndome a encontrar con las llamadas y mensajes de Jason.
Lisi donde estás.
Lisi siento haberte dejado sola.
Lisi perdóname por favor.
Lisi contéstame, necesito hablar contigo.
Tuve que borrar los otros sin leerlos, aquello me superaba.
Cerrando los ojos, intenté dormir y descansar, iba a necesitar fuerzas extra para el día siguiente.
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Recuerdo
Romansa#EDITANDO Han pasado 4 años y Elisabeth Woods no consigue olvidarse de la persona que más quiso y la que más daño le hizo. El pasado la persigue, pero por fin parece haber encontrado una luz al final del túnel, una luz con unos preciosos ojos casta...