Capítulo 29

51 1 0
                                    

14 de febrero del 2010

Día del baile de San Valentín, al que iba a asistir con un compañero del equipo de Mike, que había aceptado venir conmigo gracias al talento de persuasión de Jenn. El mismo que había usado conmigo para convencerme de enfundarme en un vestido negro por encima de las rodillas, con un cinturón y tacones rojos, ya que la norma para entrar al baile era llevar algo de ese color. Me había dejado el pelo suelto y liso gracias a la magia de las planchas de Jenn y había dejado que esta me maquillase.

Aquellas semanas habían sido horribles, al principio Jason me había llamado y buscado por los pasillos, pero acabó rindiéndose al ver que no conseguía nada. Había tenido que sacar mis mayores fuerzas para ignorarle, pues no me veía capaz de negarle lo importante que era para mí si volvía a abrazarme del modo en el que lo hizo la última vez que hablamos. La pelirroja había pasado más tiempo conmigo y había intentado distraerme para que no pensara en él, pero ambas sabíamos que aquello era misión imposible.

Así que allí estaba, en la puerta de mi casa esperando con Jenn a que Mike nos recogiese, ya que Anthony, su amigo, había puesto la excusa de que prefería no verme hasta justo antes de entrar al baile para que la cosa tuviese más emoción. Yo sabía perfectamente que era porque no quería que la gente me viera bajar de su coche, al fin y al cabo seguía siendo Elisabeth Woods y la mínima relación conmigo era motivo de burla.
Vimos llegar el Mercedes de Mike y nos subimos a él. Suspiré al pensar que al rubito no le habrían importado las apariencias y no le habría avergonzado llevarme.
Jenn se colocó en el asiento del copiloto, no sin antes darle un largo beso a su novio.
- Estás muy guapa - le dijo acariciándole la mejilla.
- Tu también - le dijo ella dándole otro pequeño beso antes de que Mike se pusiera a conducir.

No tardamos en llegar al instituto y en salir del coche, haciendo que todas las miradas se posasen en Jenn y Mike que iban de la mano. Ambos estaban deslumbrantes, él con su smoking negro y ella con su vestido palabra de honor rojo, estaba claro que hacían una pareja perfecta.
En seguida pudimos escuchar la música proviniente del gimnasio, lugar que las animadoras habían decorado para la ocasión. Abrimos la puertas para acceder a él y pudimos ver como todo estaba decorado con globos en forma de corazón, guirnaldas rojas colgadas en el techo, al igual que una enorme bola de discoteca que hacía que miles de destellos de luz se esparcieran por la sala, pegada a la pared había una enorme mesa con diversos ponches y aperitivos y en el fondo de la sala estaba el grupo de música que el instituto se había encargado de contratar. No pude evitar apiadarme de las personas que iban a tener que recogerlo todo.
El centro de la sala estaba a rebosar de parejas bailando y podía ver como Jenn estaba deseosa de ir hacia allí con su novio.
- Vamos chicos, podéis iros a bailar, yo me quedo aquí.
- Esperamos contigo Lis, no importa - dijo Jenn.
- Seguro que no tarda en venir, marcharos de una vez.
Todavía no muy convencida, la pelirroja se dejó llevar por su novio y ambos se fueron, perdiéndose en el medio de todas las parejas felices que se encontraban allí aquella noche.
Anthony apareció un rato después, viniendo hacia mí con una camisa roja estridente que marcaba sus pectorales demasiado abultados para mi gusto. Aquel chico era enorme, al menos me llevaba dos cabezas, haciéndome sentir insignificante a su lado. Me recordaba a los chicos que me habían sorprendido en el baño y pensé en que era un buen momento para que Jason apareciera y me salvase otra vez, aunque estaba claro que aquello no iba a pasar.
- Bueno, no estás tan mal como yo creía - fue lo primero que dijo el verme.
- Gracias, supongo - le dije yo arrepentida a más no poder por haberme dejado embaucar por la pelirroja.
- Anthony - dijo una de las animadoras acercándose a él - ¿vienes a bailar conmigo?
Este me miró primero a mi y después a ella, como si la elección entre quedarse con la rarita con la que se había visto obligado a ir o bailar con una de las animadoras que estaban más buenas del equipo fuese muy complicada.
- No te importa que vaya ¿verdad? - me preguntó.
- No, no pasa nada - le dije sabiendo que era la última vez que lo vería en toda la noche.
Me dirigí hacía la mesa con aperitivos, al menos si estaba haciendo el ridículo sola en un baile para parejas, estaría acompañada de comida.
Me serví un vaso de ponche, sintiendo una mirada sobre mi, pero seguí a lo mío pensando que era fruto de mi imaginación.
- Estás preciosa - dijo una voz a mi espalda

RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora