Capítulo 33

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15 de febrero de 2012

Me desperté con energías renovadas, había dormido más que bien y toda mi cara se tornó roja al recordar la razón por la que eso había sido así.
Me levanté de la cama y busque algo que ponerme, ya que no tenía ni idea de donde había acabado mi ropa la noche anterior. Decidí utilizar una de las camisetas de Jason, que me taparía lo suficiente para no andar desnuda por toda la casa.
Fui hacia el baño y me miré en el espejo, no me veía diferente, a parte del hecho de que tenía las mejillas encendidas y el pelo enredado, sin embargo si me sentía distinta, casi como si fuera una Elisabeth completamente renovada.
Las comisuras de mis labios se elevaron al sentir unos brazos rodear mi cintura.
- Buenos días - dijo mirándome a través del espejo.
- Buenos días.
Podía ver aquel brillo en su mirada, que me hacía sentir increíblemente bien.
- ¿Porque no vuelves a la cama y te los doy como realmente quiero? - me dijo dejando un dulce beso en mi cuello.
- ¿No estás cansado? - le dije bromeando.
- ¿Tú si? - me preguntó preocupado - Lisi, si ayer te dañé, no que...
Me giré para poner un dedo sobre sus labios.
- Estoy más que bien, ha sido perfecto - le dije haciendo que sonriese de nuevo.
- Entonces... Volvamos a la cama - dijo levantando la camiseta que llevaba puesta - que lleves mi ropa me está tentando mucho.
- Está bien - le dije poniendo distancia entre los dos - pero antes tendrás que cogerme.
- ¿Estás hablando en serio? - preguntó levantando una ceja.
- Totalmente.
Dicho esto comencé a correr por la casa, bajando las escaleras a toda prisa. No me sirvió de mucho ya que en seguida sentí como me levantaban en el aire, sintiendo una mano en mis rodillas y otra en el principio de mi espalda.
- Ha sido una mala idea McGuire, esto ha hecho que tenga más ganas todavía - dijo acercando su cara a la mía.
Justo en ese momento la puerta se abrió, dejando paso a un imponente hombre vestido con un traje negro y corbata. Tenía el pelo corto y completamente rubio y nos miraba a ambos con unos fríos y calculadores ojos azules.
- Papá - dijo Jason - ¿Qué haces aquí?
- Está claro que venir y encontrarte así, no - dijo con una voz grave y sin ápice de simpatía.
Me di cuenta de la imágen que estábamos dando, su hijo, que sólo usaba unos calzoncillos, tenía a una chica en brazos con una simple camiseta. Jason me soltó y yo intenté colocar mi enmarañado pelo lo máximo posible.
- Papá, ella es Elisabeth Woods, la chica de la que te he hablado - le dijo con una voz que no era propia de él, parecía que se estuviese dirigiendo a su jefe en vez de a su padre.
- Encantada señor Tacker - le dije extendiendo la mano.
- Yo lo estaría si tuviera usted más ropa encima señorita - dijo sin moverse lo más mínimo.
Aquella era la primera vez que veía al padre de Jason. Estaba claro que el chico había sacado la belleza de sus progenitores, pero no su carácter, aquel hombre daba verdadero miedo, sus ojos me analizaron y ni una sola sonrisa tuvo la osadía de aparecer en su cara de gesto totalmente serio.
- Papá no...
- Tiene razón Jason - le dije para evitar una pelea entre ellos - iré a cambiarme.
Subí las escaleras en dirección a la habitación del rubito y busqué mi ropa para cambiarme en seguida.
Sabía que Jason le había hablado de mí y que él conocía mi existencia, pero estaba claro que no se había llevado una buena primera impresión.
Cuando regresé un ambiente tenso reinaba en la sala, padre e hijo se encontraban mirándose el uno al otro desafiantes, estaba claro que algo había pasado entre ellos.
- Jason...
- Señorita, si no le importa me gustaría mantener una conversación con mi hijo, a solas - dijo remarcando las últimas palabras.
- Si claro, no importa - dije con un poco de miedo hacia aquel hombre.
- ¿Nos vemos más tarde vale? - dijo Jason acercándose a mi y dándome un beso en los labios.
- Está bien, te quiero - le dije antes de marcharme.
- Y yo, muchísimo - me contestó despidiéndose.

El resto del día me lo pasé sin saber nada de él, sin saber que es lo que le habría dicho su padre o que es lo que ocurría para que ni siquiera me llamase, pero para mi desgracia, pronto lo averguaría.

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