Capítulo 22

49 1 0
                                    

24 de diciembre del 2009

Navidades, para mi la mejor época del año, no había instituto, los niños ricos y prepotentes se iban de vacaciones y no me los encontraba por la calle y lo más importante, papá estaba en casa y podíamos cenar sólo los dos, sin novias locas, para al día siguiente entregarnos los simples regalos que con nuestro escaso presupuesto nos podíamos permitir.
Aunque ese año habría un pequeño cambio, Jason cenaría con nosotros, me enteré de que pasaría el día de Nochebuena sólo en su casa. Su padre había vuelto a viajar a algún país alejado y se había ido con la promesa de que le traería algún regalo. Fue un tanto complicado convencer a papá de que sólo éramos amigos, nunca había llevado a un chico a casa antes, pero fue bastante comprensivo cuando le expliqué la situación y no tuvo reparos en que nos acompañase aquella noche.

Así que estábamos en camino de comprar los ingredientes para la cena.
- Sigo diciendo que no hacía falta que me invitases - me dijo frotándose las manos. El frío había llegado con fuerza, haciendo que los gorros, bufandas y guantes formaran parte de nuestro vestuario.
- Sabes que no iba a dejar que pasases esta noche sólo.
- Claro que no, Santa McGuire tenía que ayudarme.
- Desagradecido - le dije cruzando mis brazos fingiendo estar enfadada.
- Oh venga, sabes que ha sido un detalle - dijo envolviéndome con sus brazos.
Por delante de nosotros pasó una mujer con escasa ropa para ser la época que era y el gesto automático del rubito fue girarse para observarle el trasero.
- ¿Qué pasa? - dijo como si fuera un angelito que no rompía un plato al ver mi mirada de reprobación.
- Tienes un problema con el género femenino, deberías ir a un psicólogo y solucionarlo.
- ¿Cuál es el problema?
- Enrrollarte con tantas chicas no puede ser bueno, ¿sabes si quiera lo que es tener una relación exclusiva?
- Claro que lo se - dijo como si fuera la respuesta más obvia del mundo.
- No, no creo que lo sepas.
- A ver, vale, puede que me gusten mucho las mujeres, pero vamos, ¿me has visto?, estoy increíblemente bueno.
- No me extraña que no tengas novias, pobre de la que tuviese que aguantarte.
- Hablo en serio, soy adolescente, me gusta disfrutar de ello mientras pueda, si se lo que es tener una relación exclusiva, pero ¿en serio crees que Miss culito y Miss siliconas serían una buena pareja para mi?
Solté una carcajada por lo que dijo.
- Para una noche están bien, pero mi futura pareja quiero que sea diferente, no me malinterpretes, lo físico es importante también, pero ella sería la persona con la que compartiría cosas que no comparto con nadie, tiene que tener algo más que un cuerpo bonito.
Me paré en seco, ¿de verdad aquello acababa de salir de su boca?.
- Y como le cuentes a alguien lo que te acabo de decir tendré que matarte - dijo poniéndose en camino hacia el supermecado de nuevo - venga que haces, muévete.
Le alcancé sin poder asimilar todavía sus palabras, dentro de aquel mujeriego se hayaba todo un romántico.
- Era broma - le dije - la chica que te consiga tendrá mucha suerte de tenerte.
Le miré y pude apreciar como una sonrisa asomaba en su cara.
- Que no se te suba mucho eh.
- Tu ya me tienes.
El corazón me dejó de latir durante un momento y me olvidé de como se respiraba, no estaba preparada para aquellas palabras.
- Nunca había tenido una amiga como tú, eres genial Lisi.
Una sensación extraña se me instaló en el estómago al saber que no lo había dicho en el sentido en el que yo había pensado.
¿Qué te pasa Elisabeth? Es Jason.
No sabía que me estaba ocurriendo, pero decidí ignorarlo centrándome en llegar cuanto antes y comprar los ingredientes de la lista que tenía guardada en el bolsillo.

Cuando llegamos a casa, papá ya había colocado la mesa y preparado los adornos, así que no tardamos en hacer la cena y ponernos las botas con el banquete.
Después del interrogatorio de papá hacia el chico que estaba sentado en frente de mi, el tiempo se pasó muy rápido entre risas y bromas. Estaba claro que Jason había pasado la prueba con creces y en aquel momento hablaba con él con toda confianza. Yo mientras, observaba al chico, el cual me dedicó una sonrisa, haciendo que mi estómago se removiese como si tuviera hormigas en él.
En aquellos momentos no me daba cuenta, pero eso significaba que un sentimiento que me negaba a nombrar estaba creciendo en mi interior más rápido de lo que yo hubiera pensado.

RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora