Capítulo 18

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21 de octubre del 2009

Lunes, el día más odiado y no sólo por el hecho de tener que levantarme de mi mullidita y calentita cama después de un fin de semana en el que puedo despertarme a la hora que me de la gana, si no por tener que hacer el esfuerzo de madrugar para ver a profesores y alumnos con caras tan largas como la que tenía yo aquel día. Y si aquello era malo, sólo faltó rematarlo con la noticia de ese día habría examen sorpresa de literatura.
Cuando la señora Halloway llegó a clase mirándonos con aquella sonrisita, consciente de que ninguno de nosotros estábamos preparados para aquel control, pensé marearme y más cuando vi como mi compañero de mesa escribía rápidamente como si aquellas preguntas intrincadas fueran fáciles.
- ¿Qué tal te ha salido el exámen? - me preguntó Jason.
Todavía no había olvidado la conversación que habíamos mantenido en aquella habitación, ni tampoco que se suponía que éramos amigos.
- Fatal - le dije resoplando.
- Pero si estaba chupado.
Le fulminé con la mirada y él rodeó mis hombros con su brazo.
- Venga McGuire no te enfades, serás mala en literatura, pero en otras cosas eres más que buena - dijo guiñando un ojo.
- En general, el instituto no es lo mío.
- ¿Y quien está hablando del instituto? - dijo apretándo más su agarre y sonriendo.
No me dió tiempo a responderle porque en seguida se despidió dejándome sola en el pasillo con esas palabras oscilando en el aire.

Una muy emocionada Jenn vino corriendo hacia mi a la salida, su enorme mata de pelo rebotaba en su espalda y se notaba que estaba ansiosa por contarme algo.
- Lis - me dijo haciendo una pausa para respirar - tengo algo importante que decirte.
Esperaba que aquello no tuviese que ver con cierta conversación con el rubito que tan de golpe había entrado en mi vida. Aunque le había contado que habíamos hecho una especie de tregua entre los dos, no le conté nada sobre lo que hablamos, preferí ahorrarme los detalles del pequeño desliz que había tenido confiándole un tema tan importante como el de mi madre.
- Bueno verás... ¡Mike y yo somos novios oficialmente!
Aquella noticia no me sorprendía, estaba claro que tarde o temprano alguno de los dos daría el siguiente paso.
- Enhorabuena Jenn, ¿qué te parece si lo celebramos tomando la tarta de frambuesa de Sarah?
- Me parece una maravillosa idea - me dijo sonriendo y dando saltitos.

Asi que un rato después ya estábamos sentadas en una mesa acabando nuestra deliciosa porción de tarta mientras Jenn me contaba los detalles de como Michael le había pedido que fuera su novia. Al parecer el moreno tenía detrás a muchas de las animadoras y cuando una le había pedido que saliese con ella una noche, él le había respondido que ya estaba completamente pillado por alguien para a continuación hacerle la pregunta a la pelirroja de si quería ser su pareja.
- Tenía razón, este era el definitivo - dijo consciente de que por primera vez yo no podía decirle lo contrario.
- Disfruta este momento Jenn, no muchas veces te daré la razón.
- Lo estoy haciendo - dijo levántadose de la silla - si me disculpas, ahora voy a ir al baño, en seguida vuelvo.
Me quedé sentada, dando mi último bocado a la tarta y esperé a que Jenn volviese para retomar la conversación.
- McGuire - dijo aquella voz tan conocida.
- Vaya Jason, que sorpresa - dije poniendo los ojos en blanco, tenía a aquel chico hasta en la sopa.
- Me alegro de encontrarte - me dijo acercándose - necesito que me escuches atentamente.
- Si no queda otro remedio...
- Por esa puerta va a entrar una chica con la que me enrollé el sábado, ha venido a buscarme pero no me interesa porque como le expliqué sólo era un polvo de una noche.
- ¿Y eso que tiene que ver conmigo? -le dije pensando en porque las chicas se volvían locas por él.
- ¿Recuerdas cuando te quité a aquellos chicos de encima?
Claro que lo recordaba, aquel había sido mi primer beso.
- Necesito que me devuelvas el favor - dijo mirando hacia la puerta por la que acababa de entrar una chica alta con pelo largo y rubio y un enorme escote.
- ¿Como que devolverte el...
Sin darme cuenta ya tenía sus labios contra los míos, moviéndose a la par como si se conocieran desde siempre. No tardó en profundizar el beso, haciendo que nuestras lenguas jugaran la una con la otra, mi estómago se contrajo y mi pregunta de porque a las chicas les volvían locas Jason tuvo su respuesta.


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