Capítulo 4

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Al abrir la puerta me encontré con el suelo lleno de trozos de cristal y porcelana, otra relación de mi padre que se iba al garete.
- PERO COMO TE ATREVES A DEJARME - gritó Marylin la nueva novia de mi padre, o más bien la nueva ex, arrojando otro vaso hacia él. Si había alguna posibilidad de que quedara algún superviviente entre la vajilla, ella acababa de cargarsela.
- MARYLIN BASTA YA, ESTO NO LLEVA A NINGUNA PARTE - gritó mi padre.
Subí las escaleras, fui hacia mi habitación y busqué los cascos con desesperación, necesitaba evadirme de aquella locura para tener la voluntad de levantarme más tarde y limpiar el desastre que había formando la loca de Marylin.
Desde que mi madre nos dejó cuando tenía 3 años, papá se ha dedicado a buscar una sustituta, yo casi no tenía ningún recuerdo de ella, pero estaba segura de que todas las posibles candidatas a madre que él había escogido no se le parecían en nada.
Con aquella, había durado la friolera de tres semanas, un récord si comparamos con las otras, que solían durarle una o dos. La cosa era así: papá conocía a alguien, flechazo al instante, tenían varias citas y la traía a casa, me las presentaba y ellas fingían adorarme y finalmente él se daba cuenta de la clase de persona que tenía por novia y acababa por dejarlas y ellas por romper algo que tuvieran a mano, en este caso, nuestra vajilla.
Aquella situación se había convertido en una rutina, era molesta, sí, pero era mi padre y le quería y yo sabía que aquella era su forma de llevar la situación de que mi madre no estuviera. Era preferible que saliera con mujeres que estaban mal de la cabeza, que que se dedicara a algún vicio como beber o fumar o quizás algo peor.
La puerta de mi habitación se abrió dejando paso a un cincuentón con los años bien llevados, con el pelo castaño, una sonrisa amable y unas enormes gafas de pasta.
- Siento todo eso que ha pasado abajo Lisi - me dijo con cara de pena.
- No importa papá, algún día encontrarás a alguien y esa vez será la definitiva.
Vaya, ya se me ha pegado la maldita frase.
Papá se sentó en mi cama y me abrazó.
- ¿Qué haría yo sin ti mi niña?
- ¿Dedicar tu tiempo al completo a buscar mujeres que no rompan cosas?
Él me miró con una sonrisa cómplice, ambos sabíamos que estaba de broma.
- Quizás podrías venir a verme mañana al trabajo, creo que Sarah va a preparar la lasaña que tanto te gusta, te guardaré un trozo - dijo guiñándome un ojo.
Papá trabajaba de camarero en un restaurante-bar de la ciudad, es cierto que no era el mejor trabajo del mundo, pero nos ayudaba a pagar las facturas, además Sarah la cocinera, hacía unos platos que estaban para chuparse los dedos, y su lasaña especial, era mi favorito.
- Lo haré papá.
A continuación, él se levantó y me dejó sola, escuchando mi álbum entero de reproducción, cuando sonó el teléfono.
- Hola Jenn - dije respondiendo en seguida, no era como que otra persona diferente me fuera a llamar.
- Lis no te vas a creer lo que estoy viendo - dijo con una voz de misterio, dejándome con la intriga.
- Pues cuéntamelo.
- Alguien se está mudando a la mansión Palace.
Eso era bastante extraño, Jenn vivía en uno de los barrios más acomodados de la ciudad, tenía una casa de 4 plantas, con un enorme jardín y unos enormes balcones con unas vistas increíbles. Pero si la casa de Jenn era grande, la mansión Palace lo era más todavía, solo el terreno de entrada ya era más grande que el mío y todos los de los vecinos de mi manzana juntos, además a parte de la mansión en si, tenía una pequeña casita dónde vivía el personal de mantenimiento. En resumidas cuentas, era la casa más cara y lujosa de toda la ciudad.
Antiguamente vivía en ella la señora Palace, una vieja millonaria que se gastaba el dinero en hacer de su vivienda un lugar cada vez más grande, vivía rodeada de auténticos lujos. Se decía que le traían los muebles de diferentes partes del mundo, a cada cual más caro que el anterior, lo que hizo que al morir la vieja, su precio se elevara muy por encima del nivel de vida de los ciudadanos que allí viviamos, por lo cual la mansión permaneció abandonada durante muchos años.
- ¿Qué persona tiene tanto dinero como para comprarla? - me preguntó Jenn.
- Pues la verdad, no lo se pero algo me dice que pronto lo averiguaremos.

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Lisi en multimedia

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