Capítulo 25

8K 361 18
                                    

CAPITULO 25

Unas semanas después.

Todo se ha vuelto un caos desde que bese a Erika, la cual me evita a toda costa y no contesta a mis llamadas, desde aquel día no he vuelto a saber de ella. No la culpo por eso, fui yo la que la beso y la metió en ese lio pues esta con Elena, aunque pensándolo fríamente no tengo ningún tipo de remordimiento. No se aun porque lo hice, fue como un impulso, digamos que simple curiosidad.

-¿Qué haces ahí tirada Alicia? – interrumpió sus pensamiento su querido padrastro aunque no lo consideraba como tal, para ella solo era el marido de su madre al que odiaba tanto – no tienes mejores cosas que hacer como estudiar, si fueses la mitad como mi hijo incluso podrías ser médica.

-Precisamente es eso lo que evito, parecerme a él a toda costa Eduardo.

-Si yo fuese tu madre... – en ese momento fue interrumpido por la susodicha.

-¿Qué es lo que pasa conmigo?

-Nada cariño, déjame que te ayude con esas bolsas – dejo escapar un suspiro cuando no sintió el peso de las pesadas bolsas.

Antes de que me dijesen nada más ninguno de los dos subí corriendo a mi habitación, entre en ella y cerré la puerta muy despacio para que no se enterasen de que me había movido de donde estaba. Me quede mirando fijamente las fotos que colgaban de la paredes de mi habitación, en la mayoría salía con Erika o Rubén. Tenía muy pocas con mi madre y lo que me preguntaba era, ¿por qué no tenía ninguna en la que saliera con mi padre?. Nunca había visto ninguna con él, solo con mi madre pero ninguna con ella. Su madre le dijo que las abandono cuando ella era pequeña pero tampoco tenía ningún recuerdo con él. Era como si jamás hubiese existido para ella. Salí de mi habitación para ir a la de mi madre lo mismo ella guardaba alguna donde salieran todos juntos. Me estaba poniendo un poco paranoica, entre silenciosamente y empecé a rebuscarle los cajones. Después de un rato rebuscando y un montón de cajones revueltos di con una carpeta negra en uno de ellos. Ordene todo  lo mejor que puede y me senté en la cama a averiguar que escondía aquella carpeta. Allí estaba otra vez aquel nombre que le escucho decir a su madre por teléfono y esta vez no venía solo, ya podía ponerle rostro a esa tal Paula.

***

Para mi forma de ver creo que no actué de la forma correcta, pero según dicen un clavo saca otro clavo ¿no? Y porque no inténtenlo con Alicia, estaba coladita por él y era preciosa, además de que tenía un cuerpazo digno de admirar. Podía funcionar estaba seguro de eso o eso creía. Después de pedirle salir, salieron un par de veces y para su sorpresa fue mejor de lo que esperaba.

Cogí el móvil para mandarle un mensaje a Alicia – Te apetece salir a cenar esta noche? Tú y yo, los dos solos ;) – su respuesta no se hizo de rogar.

-Eso no se pregunta idiota, te espero a las 8 en mi casa – aun le quedaban un par de horas – p.d: se puntual no me gusta que me hagan esperar – si algo había aprendido desde que conoce a Alicia era como era con la puntualidad, aun así no se lo aplacaba ella mismo, puesto que te podía hacer esperar durante horas.

***

-Entonces – me pare y la mire – ¿te ha gustado la película?.

-Si, bueno.

-Como que, si, bueno pequeña – bajo la mirada al suelo y conforme la bajo la volvió a subir para mirar directamente aquellos ojos que la traían loca.

-Es que las películas de miedo me gusta más verlas en tu cama acurrucada a ti y acabar como ya sabes – dijo algo avergonzada.

-Eres una pequeña pervertida – deposite un rápido beso en sus labios.

-Mira quien hablo la que...

No deje que terminase de decir lo que iba a soltar por la boca – ¡Elena!

-¿Qué pasa?

-Que te quiero, eso pasa – me rodeo por la cintura para que acabase totalmente pegada a ella.

-Yo te quiero más Erika, y no te puedes hacer a la idea de cuanto – me beso como si fuese la primera vez, como si no nos hubiéramos visto en años.

Seguimos caminando agarradas de la mano, acurrucándonos la una en la otra pues hacia bastante frio. Llegamos hasta el restaurante donde teníamos pensado comer, ya que nos moríamos de hambre, pero para nuestra suerte al entrar nos esperaba una sorpresa.

-¿Erika?, que sorpresa que haces aquí – dijo un Rubén un tanto entusiasmado.

-Lo mismo que tú, ¿Ali? – no sabía si era Alicia la que estaba de la mano de Rubén o una chica idéntica a ella.

-Hola Erika ¿cómo estás?.

-Muy buenas noches que desean – de detrás de nosotros apareció el camarero un tanto agitado.

-Una mesa para dos – dijeron ellos.

-Para nosotras otra – salto Elena antes de que pudiera hablar.

-Lo lamento solo nos queda una mesa de cuatro – hizo una pausa mientras cogía los menús – ¿no vienen todos juntos?

Y lo que empezó siendo una tranquila velada término siendo una cita a dobles donde solo había empezado lo peor que podía imaginarme. 


Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora