Capítulo 5

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CAPITULO 5

Yo que decía que me iba a costar pronto hoy y aquí estoy a las tres de la mañana hablando con Elena. Cuando yo fui al baño cogió mi móvil de la mesa y se llamó al suyo, una forma graciosa de conseguir mi número de teléfono. Aunque también podía habérmelo perdido pero no me disgusta que lo haya hecho.

De pronto mi móvil empezó a sonar y para mi sorpresa era Alicia, ¿pero qué hace llamándome a estas horas de la mañana?, ¿le habrá pasado algo?, ¿estará bien?. Venga ya Erika deja de hablar sola y cógeselo de una vez, cualquiera que me oiga pensara que estoy loca. Pero como me van a oír si todo está en mi cabeza. Me dispuse a descolgar cuando dejo de llamar, ves eso te pasa por tardar tanto si es que eres tonta. No tardó mucho en volver a sonar y esta vez no me demore tanto en cogerlo.

-¿Si? ¿Ali estas bien, qué haces llamándome a estas horas?.

-Tíaaa te necesito.  

-Ali ¿qué te pasa, dime dónde estás? – trataba de no gritar para que no se despertasen mi madre y mi hermano. Alicia no contestaba solo se la oía sollozar - ¡¿Alicia dónde estás? Contesta!.

-Aquí abajo – apenas podía hablar.

-¿Pero dónde es aquí abajo Ali? – me estaba volviendo histérica.

-En tu puerta – fue lo último que dijo antes de que la llamada se cortara.

Salí de mi habitación y baje las escaleras como si de un rayo. Cuando llegue y abrí la puerta la vi. Allí estaba ella sentada y acurrucada como una niña pequeña muerta de miedo. Me acerque corriendo a ella la rodee por la cintura y la levante obligándola con mi mano a levantar la mirada y mirarme. Tenía los ojos rojos e hinchados a causa de llorar, en su mirada se reflejaba el miedo que sentía en esos momentos. Me abrazo tan fuerte que casi me deja sin respiración. Le cogí de la mano y me la lleve para adentro, subimos a mi habitación con cuidado de no hacer demasiado ruido. Al llegar a mi habitación la senté en la cama y cerré la puerta. Me arrodille frente a ella y le limpie las lágrimas que aun brotaban de sus ojos.

-¿Quieres hablar? – me negó con la cabeza pero yo tenía la necesidad de saber que había ocurrido así que insistí un poco más - ¿A pasado algo en tu casa? – retiro su mirada de mi clavándola en el suelo, no podía ser otra vez eso no - ¿Qué te ha hecho ese hijo de la gran? – de nuevo empezó a llorar. No era la primera vez que esto pasaba.

Hace tiempo cuando el padre de Alicia las abandono a ella y a su madre por una chica veinte años más joven que él, la madre de Ali conoció al que ahora es su pareja. Se casarón y vinieron a vivir aquí, el mismo año que nos conocimos tropezándonos en el instituto. Él tiene un hijo dos años mayor que nosotras, vive en una residencia de estudiantes cercana a su universidad bien lejos de aquí. Salvo algunos fines de semana que se queda en la casa de Alicia.

Desde que sus padres se casaron y se fueron a vivir juntos él muy cabrón ha intentado abusar de ella. Soy la única persona a la que se lo ha contado, tiene miedo a contárselo a alguien más y que le pueda hacer algo a ella o a su mamá.

-Ven aquí pequeña – nos tumbamos en mi cama y la atraje hacia mi estrechándola entre mis brazos. Al fin se había calmado, parecía un angelito tan dulce durmiendo en mi pecho.

No se por cuánto tiempo me quede observándola y acariciando su cara. Quería besar esos labios que deseaba desde que la conocí, pero ¿y si se despertaba?. Mis ganas de ella, de sentirla cerca, de saborearla me podían. No me lo pensé dos veces y me fui acercando, nuestras bocas cada vez estaban más cerca podía sentir su respiración. Mis pulsaciones cada vez estaban más aceleradas, la acaricie suavemente la mejilla y junte mis labios con los suyos. Fueron los mejores segundos de mi vida. Fui separándome de ella cuando me sorprendió cogiéndome la cara y me beso. No me lo podía creer ella me estaba besando. Sentí como su lengua hacia paso a mi boca. Nuestras lenguas se juntaron parecían que ya se conocían de antes. Pero paro y se volvió acurrucar en mí. ¡No! grite en mi interior, ahora no porque tuvo que parar. Parece ser que ella seguía durmiendo y que no se enteró de nada. Escuche que decía algo, acerque mi oído a su boca y lo escuche clarísimo.

-Te quiero Rubén.    

Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora