CAPITULO 33
Mi cumpleaños estaba a la vuelta de la esquina y la verdad, no tenía ni ánimos, ni ganas de hacer absolutamente nada. La situación con Elena no había mejorado en nada, ella seguía como sumergida en algo y cuando no estaba cuando ella quería, siempre me montaba una escena. Sinceramente estaba cansada de aquello ¿dónde había ido a parar la chica que conocí? porque aquellos días no la veía. Y bueno, Alicia ahora pasaba más tiempo en mi casa que en la suya propia. No me quiso contar lo que ocurrió cuando llego a su casa con su madre o abuela según se mirase, así que decidí dejarlo estar, ya me lo contaría cuando estuviese lista.
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El cumpleaños de Erika era en unos días y viendo que ella pasaba del tema, decidí prepararle algo. Convencí a Hugo de que me ayudase a organizarle una fiesta sorpresa, como su cumpleaños era el domingo convencimos a su tío de que nos dejase la cafetería esa tarde para poder hacérsela ahí, no tuvimos que insistirlo mucho, pues estuvo de acuerdo con la idea que teníamos en mente. Ya teníamos el sitio que era lo más importante, así que ya teníamos casi todo el trabajo hecho. Ahora solo quedaría informar de a la gente más cercana de Erika, que no era mucha la verdad. Si por mi hubiese sido no le hubiera dicho nada de esto a su novia, pero como no iba a estar ella allí si al fin de cuentas era su novia, por mucho que a mí no me gustase aquello, no porque me disgustase que le gustasen las chicas, sino porque Elena no me daba buena espina desde que la conocí. Era como una intuición.
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Pasaban los días y el bajón que estaba teniendo en esos días no se iba. Mi madre no era tonta y me lo notaba, apenas comía, me encerraba en mi habitación cuando Alicia no estaba por allí, mis ojeras iban aumentando a medida que pasaban las noches sin dormir. Algo dentro de mi estaba mal y no sabía el que por, lo que mi frustración y tristeza cada vez era mayor.
El día de antes de mi cumpleaños no fue distinto me pase gran parte del día encerrada, hasta que mi madre me llamo.
-Cariño arréglate que vamos a salir – me dijo desde la puerta.
-No tengo ganas mamá – le grite desde la cama, la puerta se abrió dejando ver como se asomaba mi madre.
-Erika, no me hagas repetirlo de nuevo – me miro con cara de asesina – vamos. A regañadientes le obedecí y me puse lo primero que pille. Baje hasta la entrada donde ya estaba ella con su abrigo listo para irnos.
-¿Dónde está Miguel? – pregunte estañada por no verlo dando vueltas por allí.
-Tú hermano esta con tu tía y tus primos, hoy es un día para nosotras dos – me dijo sonriéndome. Hacia bastante tiempo que no pasamos tiempo juntas y lo extrañaba.
-De acuerdo – cogí mi abrigo de la percha que había allí y nos fuimos ¿a dónde? no tenía la menor idea. Acabamos en el centro comercial, donde estaba a rebosar de gente, lo cual era comprensible era sábado.
-Vamos a mirar ropa – no me dio tiempo a rechistar cuando cogió del brazo y me llevo con ella. Quitando que apenas se podía andar por la cantidad de gente estuvo entretenido y eso que no me gusta ir de tiendas. Me enamore de un par de sudaderas, debía confesar que eran mi debilidad, ya podía tener cientos que yo seguía queriendo más. Bueno, hay a quien le da por los bolsos como a mi madre, pues a mi eran con todas las sudaderas que veía. La sorpresa fue cuando mi madre me las compro.
-Mamá no tenías porque comprármelas ya tengo cientos en el armario – dije saliendo de la tienda.
-Ese es mi regalo de cumpleaños cariño – la mire con cara de confusión, mi cumpleaños no era hasta mañana – sé que es mañana hija, es un regalo adelantado.
-Gracias – la abrace. Decidimos comer por allí, para una vez que salíamos podíamos darnos un caprichito. Pedimos lo que íbamos a comer y mientras que esperábamos mi madre me cogió las manos por encima de la mesa, aquí venia la pregunta – ¿qué te está pasando Erika? y no me digas que no es nada porque conozco a mi hija – no sabía cómo empezar como decirle todo lo que me estaba pasando, ¿se lo tomaría mal? ¿bien? – venga cariño puedes contarme lo que sea como siempre has hecho – tome aire, de acuerdo aquí iba.
-Ma-ma – me temblaba todo desde la voz hasta todo el cuerpo – m-e gustan las chicas – dije rápidamente sin respirar.
-Ya lo se Erika – la mire perpleja ¿cómo que ya lo sabía? – no me mires así cariño soy tu madre y se esas cosas sin necesidad que me lo digas.
-¿Cómo? pero ¿no te importa?
-No eras como todas las chicas, eras y eres diferente Erika y esas pequeñas cosas toda madre lo sabe – me miraba tiernamente – y claro que no me importa que te guste o a quien quieras, eres mi hija y te amo te gusten las chicas, lo chicos. Eso no va a cambiar nada cariño – en ese momento quería llorar pero de alegría. Tanto tiempo ocultándolo por miedo y por fin me había quitado ese gran peso de encima, era libre.
-Y hay algo más mama – la mire nerviosa mientras tragaba – tengo novia.
-Que alegría hija, sabia que no tardaríais en estar juntas sois tan adorables las dos.
-¿Mamá de que hablas?
-De Alicia y tú por supuesto, esa forma que tenéis de míralos es tan tierna – mi madre pegaba pequeños saltitos en la silla mientras gritaba como una loca.
-Mamá no es Alicia.
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Muchísimas gracias a todas las personas que me leéis, gracias por vuestros votos y comentarios no sabéis lo que significan para mí.
Os aviso de que el final cada vez está más cerca, preparaos para lo que viene.