Capítulo 11

9.9K 456 7
                                    

CAPITULO 11

Decidimos ir a una cafetería cercana que habían puesto recientemente en nuestro barrio. No tardamos demasiado en llegar. A pesar de la cantidad de gente que había para ser un sábado bien temprano, se veía un sitio acogedor.

Nos sentamos en una mesa algo retirada de la gente al poco llego el camarero para coger nota de lo que queríamos. Al marchase nos miró a Elena y a mi entre una pequeña risilla. ¿Ha pasado algo de lo que no me he enterado?.

No se demoró mucho en traer lo que habíamos pedido y no sé si era mi impresión pero seguía con esa risilla. Elena me miraba levantando las cejas como diciéndome algo obvio. Pues yo no me estaba enterado de nada oye.

-Bueno Rubén ¿qué tal con las chicas? – Elena rompió el incómodo silencio que se había formado - ¿hay alguna que te haga tilín?.

-La verdad es que no, no hay ninguna chica – el pobre se puso rojo.

-Venga ya siempre hay alguna – respondí yo.

-Erika tiene razón va cuéntanos.

-Pues a lo mejor si hay alguna pero…

-¡Ves lo sabía! – salto Elena toda emocionada.

-¿Quién es? ¿es alguien que conozcamos?.

-No pienso responder ninguna pregunta.

-¿Estás seguro, te lo voy a tener que sacar yo? – me fui acercando a él.

-Erika ni se te ocurra que te veo las intenciones.

-Dínoslo.

-No.

-Entonces – alargue mi mano hasta su cuello y empecé a hacerle cosquillas. Era su punto débil. Siempre que quería algo de él me bastaba con hacerle eso.

-No por favor para para para – se revolvió el solo en el pequeño sofá mientras que Elena se divertía viendo esa peculiar escena donde nos estaba mirando todo el mundo que había por allí.

Empezó a sonar un móvil, mire y el mío no era.

-Es el mío – dijo Rubén levantándose del sitio.

-Te has librado por la campana chaval.

-En seguida vuelvo – se alejó bastante de donde estábamos sentados.

-Creo que eres tú – decía Elena mientras se sentaba a mi lado.

-¿Yo qué?.

-La chica.

-¿Qué chica?.

-¿De verdad que no te has dado cuenta Erika? la chica que le gusta a Rubén.

-No sabes ni lo que estás diciendo ¿cómo le voy a gustar yo?, es una estupidez.

-No es ninguna estupidez eso se ve y yo lo estoy viendo.

-Tú lo que estas es cegata perdia.

-Por desgracia no lo estoy; se nota en cómo te mira, como te toca a veces, en cómo te pica, en la forma en la habla de ti.

-No puede ser, él y yo solo somos buenos amigos.

-Para él no eres solo eso.

En ese instante llego Rubén.

-Chicas me tengo que ir, lo siento.

-¿Qué ha pasado? – dijimos las dos a la misma vez.

-Nada una emergencia – saco su cartera e hizo un pequeño gesto al camarero que nos atendió para que viniese – os invito yo.

-De eso nada.

-Déjalo Elena cuando se le mete algo en la cabeza no puedes sacarlo de ello.

-¿Si? ¿quieren que les traiga algo más?.

-Si, la cuenta por favor – le dijo este.

-Y un vaso de agua.

-Claro ahora mismo.

-Oye pues es guapete el chico – mierda creo que dije eso en voz alta.

-¿Te gusta? – pregunto Rubén bastante sorprendido.

-No solo digo que el chico es guapo y tiene su atractivo.

-Muchas gracias, tú también lo eres – mierda estaba detrás de mí.

Elena se partía el culo de risa tras ese comentario. Rubén pago la cuenta y sin decir poco más que un adiós con la mano se fue corriendo.

-Vuestro amigo tenía algo de prisa ¿no? – trajo el vaso de agua de Elena y se sentó en el sitio que hace un rato ocupaba mi amigo.

-Si eso parece, gracias por el agua.

-De nada, por cierto no me he presentado – se dirigió a darme dos besos – soy Hugo.

-Encantada, yo Erika – hizo lo mismo con Elena.

-Yo Elena un placer.

-¿Sois pareja? – salto de repente.

-Ems no no – las dos nos pusimos coloradas.

-Una pena porque haríais una linda pareja.

-No se deja – dijo Elena poniendo su brazo por encima de mí.

-La tienes loquita – le guiño un ojo – me preguntaba si hacéis algo esta noche.

-Lo siento pero no me van – me tiro un pellizco en la espalda – ay.

-No, no hacemos nada estamos libres – prosiguió hablando la bruta que tenía a mi lado.

-¿Queréis venir conmigo y mi chico al cine? es que nos regalaron cuatro entradas y claro no es plan de desaprovechar dos – hizo una pausa al ver que lo llamaban de la barra – y como me habéis caído tan bien las dos, ¿os apetece?.

-Claro, aceptamos encantadas – no me dejaba hablar, cada vez que lo intentaba me daba otro pellizco.

-Perfecto tomad – apunto su número en una servilleta – por si os hace falta de todas formas, aquí a las nueve y media – y se marchó a seguir atendiendo.

Nosotras nos fuimos de vuelta a nuestras casas.

-¿Por qué no me has dejado hablar? – le dije algo enfadada.

-Sabía que ibas a decir alguna tontería de las tuyas.

-Es que no sabía que era gay.

-Ya me lo imagine por eso lo hice – decía a carcajadas.

-Y respecto a lo del cine.

-¿No te apetece? – me corto.

-Si pero… – me cogió de la cara y me planto un dulce besos en los labios en mitad de la calle. Y digo dulce porque aun sabían a chocolate.

-Así estas mucho mejor.

Llegamos a nuestras casas y nos despedimos. Esta vez me dio un beso en la mejilla. Hubiese preferido un beso como el que me ha dado antes. Al llegar me fui directa a mi cuarto a estudiar algo hasta que llegase la hora para volver a irme. 

Ella nunca sera míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora